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jorge bustos
Sábado, 18 de mayo 2019
La zambra es la representación simbólica de ritual de una boda gitana a través del baile. Su origen es morisco, pero sus grandes impulsores fueron, hacia el año 1840, los calés, que la trasladaron hasta las cuevas del Sacromonte como espectáculo turístico. El nombre deriva de las palabras árabes 'zamra', que significa flauta, o 'zamara', músicos. La zambra ya aparece citada en la literatura de los siglos XVII y XVIII junto a géneros como el zapateado, la zarabanda y el fandango.
Originariamente, según han documentado estudiosos como Curro Albaicín, lo primero que se bailaba en una zambra eran los tangos y después la arboreá. Luego venía el 'tango de la flor', cuando la novia se presentaba a los invitados; el baile de las mujeres mayores; el perdón de la casadera, de rodillas, por el rapto. Todo ello con sonido de bandurrias, panderos y crótalos. La zambra continuaba con los Fandangos del Albaicín, con letras granadinas, y el 'Baile del Petaco' (o del vientre), que se pensó para los jóvenes, pero que finalmente asumieron los mayores para darle un punto cómico. La ceremonia finalizaba con un repaso por todos los palos del flamenco clásico y 'La mosca', donde todos los asistentes al enlace salían a escena.
Hoy día la zambra consta de tres bailes principales: la alboreá, la cachucha y la mosca. Aunque nunca faltan, para enriquecer la fiesta, los fandangos del Albaicín y la variedad de tangos de Granada (del camino, del cerro o del petaco). También se puede complementar con bulerías, alegrías o cualquier palo generalmente festero.
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