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José Antonio Muñoz
Granada
Sábado, 23 de mayo 2020, 03:02
Los nombres de Ramón Ortega y Guillermo Pastrana no son ajenos a nadie que siga mínimamente la actualidad de la mal llamada 'música culta' en Granada. Pero fuera, en España, en Europa, son dos nombres imprescindibles, de referencia, en sus instrumentos. Ramón Ortega es ... una auténtica celebridad en Alemania, el país donde actualmente reside y donde ejerce como oboe solista en la Bayerische Rundfunk Orchester, la Orquesta de la Radio de Baviera, con sede en Múnich. El chelista Guillermo Pastrana es un habitual de los conciertos donde se requiere el concurso de un instrumentista de contrastada trayectoria. Sin ir más lejos, unos días antes del confinamiento, ofreció su último concierto en Lodz (Polonia), con el director Michal Nesterowicz en la tarima.
Para ambos, los últimos meses han sido también de estreno de sus respectivos discos. Y ahora, aunque la agenda está obviamente parada, siguen estudiando en casa, y oteando el panorama artístico, muy incierto en su sector, como en todos. Antes del confinamiento, en su última visita a Granada, IDEAL tuvo la oportunidad de hablar con ellos y visitar la que fue su 'alma mater', el Real Conservatorio Superior Victoria Eugenia.
Para Ramón Ortega, este último año, hasta el inicio de la pandemia, ha sido muy rico en experiencias. A su paso por la Filarmónica de Los Ángeles, de donde volvió a Múnich, se unió el fallecimiento de Mariss Jansons, el emblemático director de la Orquesta de la Radio de Baviera. La formación donde trabaja Ortega sigue sin director. Tras su exitoso concierto de la pasada temporada con la OCG, sigue deseoso de volver a Granada, donde acude siempre que la agenda se lo permite para ver a su familia. Tiene el asidero de su puesto en la Orquesta, que le proporciona unos ingresos fijos, pero la pandemia le ha golpeado duramente, al tener que suspender su apretada agenda como solista, y además, en mitad de la campaña de presentación de su nuevo disco.
En el caso de Guillermo Pastrana, también ha sido un año movido hasta el inicio de la pandemia. Clases en la Escuela de Música de Basilea; la grabación de su disco con obras de Manén, Montsalvatge y Gerhard; gira de conciertos con ese álbum y con su hermana, la 'mezzo' Sandra Pastrana, con obras de Boccherini –también grabado en CD–; jurado en varios concursos internacionales… Durante esta pandemia su labor docente no ha cesado, e incluso ha grabado varias clases magistrales en vídeo, eminentemente prácticas, para ayudar no solo a adquirir la técnica, sino a conservar la salud física de los instrumentistas.
Los dos salieron de Granada en busca de mejores oportunidades, y las circunstancias actuales les han ratificado en su idea de permanecer donde están. Ninguno de los dos se plantea volver. «Múnich no es Granada», dice con humor Ramón Ortega, «pero ya me he acostumbrado a aquella vida». Aquí había un techo de cristal artístico. Afirma el oboe de la Bayerische Rundfunk que «en España apenas hay sitio para un oboe solista de cierto nivel, porque hay muy pocas orquestas. Solo Berlín y Múnich acumulan el número total de orquestas que hay en toda España. Además, las orquestas españolas se crearon en los 90, y quien cogió una plaza no la deja hasta que se jubila, y en la mayoría de los casos, todavía falta mucho para eso». A pesar de ello, tuvo una oferta de la ONE hace un tiempo: David Afkham, su actual director, le llamó porque quería reclutar músicos españoles de primer nivel, pero «me he adaptado a la forma de tocar de la Bayerische, a sus tiempos y a su organización, y no me planteo cambiar de aires», asegura.
Guillermo Pastrana recuerda con respecto a aquella década en que se formaron las orquestas que «los españoles partíamos con cierta desventaja en los instrumentos de cuerda, sea por falta de formación o de una tradición que en el viento sí que teníamos. Pero todo ello ha cambiado mucho hoy. Tenemos excelentes instrumentistas de cuerda, y si en aquel momento los hubiéramos tenido, no hubiéramos vivido la 'invasión' de músicos polacos, rusos, alemanes, etcétera, que hoy son quienes conforman la plantilla de la mayoría de las orquestas españolas». Fue el completar la formación lo que llevó a Pastrana a Basilea, donde hoy reside y enseña. Ninguno se plantea tampoco venir a enseñar a España, donde, según cuentan, para ser profesor de Conservatorio puntúa igual la mecanografía que una trayectoria como intérprete, y en donde las horas de clase en un conservatorio elemental de la Junta como interino puntúan el doble que las impartidas en Colburn, que es una de las escuelas de música más prestigiosas del mundo. A resultas de esta situación, el talento granadino sigue lejos de Granada.
Otro de los aspectos claves que consideran necesario ambos artistas para consolidar a Granada dentro del panorama musical clásico es la creación de un teatro de ópera. «No hace falta que sea muy grande, no hace falta que cueste mucho dinero. Simplemente, que sirva para su objeto. En Alemania, muchas ciudades más pequeñas que Granada tienen su Casa de Ópera. Y sería una forma más de conservar el talento aquí», comenta Ramón Ortega. «También sería más que positivo ampliar la plantilla de la OCG, convirtiéndola en Orquesta Sinfónica», tercia Pastrana. «Así se podrían acometer, no solo funciones de ópera, sino sinfonías que con las limitaciones actuales es muy difícil escuchar aquí, como cualquiera de Mahler», remacha Ortega.
La tercera 'pata' del crecimiento de Granada como ciudad de la música, según diagnostican, debe ser una apuesta por patrocinios a todos los niveles, sustentada desde una política que, como ocurre en Alemania o Suiza, premie las ayudas a la cultura con incentivos fiscales importantes. «Mi instrumento es del siglo XVII», asegura Pastrana, «y lo disfruto gracias al mecenazgo». Otro tanto ocurre, afirma Ramón Ortega, con las grabaciones. «Las casas de discos han colapsado, y hoy es casi imposible para un músico medio grabar si no pone dinero de su bolsillo. Nosotros hemos tenido suerte, y contamos con el apoyo de las firmas, pero la mayoría no pueden pagar 20.000 o 30.000 euros, que es lo que cuesta una grabación de calidad meridiana».
Ambos se sienten queridos en Granada, pero echan de menos apoyo de las instituciones públicas para trabajar más aquí. «Otras comunidades, como Madrid o el País Vasco, dedican dinero a la producción discográfica y a la recuperación de su patrimonio musical. En Andalucía parece que no existimos, y no creo que haya muchos chelistas u oboístas que hayan, modestamente, triunfado fuera, como nosotros, después de mucho esfuerzo. Hay que apoyar otras músicas, como el flamenco, pero la clásica también», comenta Pastrana.
Fórmulas para recuperar ese talento se les ocurren muchas: desde un ciclo de masterclass para músicos granadinos a una especie de 'campamento de verano' que atraería a figuras granadinas que disfrutan estando en su tierra, y que podría estar asociado a un gran festival de música de cámara, aprovechando el Falla en verano... «Utrecht, en Holanda, que es más pequeña que Granada, tiene un Festival de Música de Cámara que organiza Janine Jansen, y en el que he participado varios años», dice Ramón Ortega. Sería una excelente forma de crear cantera, «y no sería muy caro», afirma Pastrana. «Los músicos, y en particular nosotros, llevamos la tierra muy dentro, y no pondríamos muchas pegas económicas. Además, tenemos contactos de los que tirar. Reforzaríamos la agenda veraniega de la capital con una iniciativa de calidad». Ambos apelan a, mucho más tras la pandemia, abrir los ojos a la cultura, tabla de salvación de tantas vidas en estos tiempos oscuros.
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