María Jesús Peregrín | Novelista
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María Jesús Peregrín | Novelista
«Sé perfectamente que he escrito una bofetada de ficción que duele»Tras el éxito de 'El límite de Roche', la escritora granadina María Jesús Peregrín presenta hoy en el Cuarto Real de Santo Domingo (20.00 horas) su quinta novela, 'El año de la sal', un relato en clave de noir ambientado en la Andalucía rural ... de la posguerra.
–'El año de la sal' nos muestra, con toda su crudeza, el vasallaje de la España rural sometida a los señoritos en la década de los cuarenta. ¿Qué aporta la novela a la prolija literatura de la Guerra y la posguerra?
–Mi propio compromiso social. Quizá la 'obligación' de las terceras generaciones, como la mía, de contar lo que sufrieron nuestros padres o nuestros abuelos. Para que aquella injusticia no vuelva jamás y nos divida como seres humanos.
–Después del éxito de 'El límite de Roche', usted apuesta nuevamente por el 'noir' en este libro. ¿Qué le atrae de este género?
–La literatura oscura es una buena flecha para seguir el mal. Te da la posibilidad de mirar rincones incómodos en los que se abre paso lo dañino. La injusticia. La envidia. El odio. El rencor. El crimen. Hurgas ahí y se levanta un reguero de suciedad que da miedo. ¡Qué escritor no querría detenerse en la sociedad actual con esa mirada!
–Siempre se ha asociado el 'noir' a lo urbano, pero en esta ocasión usted se lo lleva al campo. Ha roto los esquemas…
–No mucho. Ya la novela social que surge a partir de 1950 dejó a un lado la visión existencial y se acercó con fuerza a los temas sociales. Buscó la tierra. Escribir sobre los más desfavorecidos... Esa ha sido mi intención. Contar la realidad en la que vivieron los hombres y mujeres en un momento histórico tan duro como la posguerra, que fue brutal. Un tiempo de hambre, dolor y miseria. Muchos 'señoritos' en sus grandes cortijos se ensañaron con ellos obligándoles a trabajar duro por cuatro perras gordas. Ginés, el personaje de 'El año de la sal', es uno de ellos. Por eso me gustaría que el lector se pusiera en su piel; en la piel de un niño de quince años obligado a sustituir a su padre enfermo recogiendo alcaparras. La injusticia de un patrón que le hace mudar la piel hasta convertirlo en malo.
–Ginés, el protagonista de su novela, se desenvuelve en un entorno de permanente hostilidad, pero no se resigna a su suerte. ¿Qué tiene de contemporáneo el argumento?
–Lo tiene todo. Cada vez más a menudo hay que tener cuidado con lo que se dice, cómo se dice y delante de quién lo dices. Resulta difícil hablar sin que el contrario salte del alambre. Hemos perdido la capacidad de escuchar y dialogar con respeto. Nos entretienen más los bulos y las mentiras. La verdad parece haber pasado a mejor vida. Hay que seguir luchando. Miremos a Gaza, Ucrania, Rusia, Hungría o Argentina, por ejemplo... En el caso de 'El año de la sal' su protagonista no busca hostilidades; de hecho doblega el lomo y trabaja duro las tierras del amo. Hace lo que el patrón le pide. Es el amo quién le busca las cosquillas. Y se revuelve, claro. Sé perfectamente que he escrito una novela amarga. Una novela que hace daño. Es una bofetada de ficción que duele.
–¿Hemos aprendido la lección?
–Creo que hemos desperdiciado un tiempo precioso que quizá no vuelva. No sé si es una percepción, pero siento cómo nos alejamos los unos de los otros. Cómo estamos más perdidos. Solo tienes que ver las estadísticas. Jóvenes con depresión. Adultos con depresión. Se hacen campañas para que nos llamen por teléfono, porque nos comunicamos con audios de Whatsapp. Todo es más frío, aunque los conciertos se llenen con música y los bares de gente.
–¿Qué hay de María Jesús Peregrín, la periodista curtida en mil batallas periodísticas, en la María Jesús Peregrín que firma esta novela?
–Que es otra Peregrín. La felizmente jubilada. Se acabó la presión para contar una noticia o salir escopeteada porque ha ocurrido un suceso. Ahora disfruto con cada palabra que escribo. Con la lentitud del tiempo. Con esa soledad de las cosas pequeñas que me gusta tanto.
–En ' El año de la sal' usted realiza una clara reivindicación de las hablas locales. Supongo que el proceso de documentación no ha sido sencillo…
–Sin el trabajo previo de los historiadores almerienses Dolores Muñoz Navarro, Francisco Martínez Parra y los testimonios de personas mayores que vivieron en cortijos de la zona, el libro no sería el mismo. Creo que ha sido rompedor recuperar el lenguaje de las cuadrillas de jornaleros, capataces o labradores que trabajaron en las plantaciones agrícolas del sudeste andaluz. Unas expresiones que aún se utilizan, por cierto. Y que enriquecen la novela sin duda.
–Más allá de la máquina de escribir, usted lleva la creación en los genes. ¿En qué proyectos está inmersa?
–El 15 de marzo presentaré la novela en el Espacio Escénico de Pulpí, en Almería. En un cortijo imaginario de Pulpí nacen los personajes del libro y llego con ilusión. También con ilusión empiezo un nuevo libro. Noir, claro. Porque la realidad supera la ficción. La desaparición de una periodista de televisión tras cubrir una noticia. ¡Deséame suerte!
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