Pococo, el maestro de las tres dimensiones de Granada
Referencia nacional en el 3D desde que tenía 15 años, Pedro Cano levanta mundos virtuales de la nada y construye los cimientos del futuro de la realidad virtual
El despacho está preparado para todo, incluso para los niños. Mientras que él levanta mundos en tres dimensiones y construye los cimientos de una realidad virtual en la que, tarde o temprano, también viviremos, Lucas lee un cuento sentado en una pequeña silla. «Le llamamos así para darme el gustazo de poder decir 'Luke, yo soy tu padre'», ríe, con aires de Darth Vader. Su hija mayor, Elora, dibuja con lápices de colores, tumbada en el suelo. «Elora, como la de 'Willow' –apunta–. Aquí 'Willow' es la película que se ve siempre en Navidad». El papá de Lucas y Elora es uno de los pioneros en el 3D de España, maestro de maestros y referencia nacional desde que tenía poco más de quince años. Y todos le llaman Pococo.
Madrid, 1987. El profesor recoge las láminas de sus alumnos y las revisa en su mesa, junto a la pizarra. De repente, coge uno de los trabajos, lo mira con atención y, extrañado, pregunta en voz alta: «¿Quién es Pococo?». Al ver su dibujo, uno de los niños se levanta del pupitre y dice «creo que soy yo». Su nombre era Pedro Calvo Carmona (Alcalá de Henares, 1980), pero ese día firmó el dibujo con sus iniciales. «Hice los puntos tan gorditos que parecían oes. Y desde entonces todo el mundo me llama Pococo. Es mi nombre».
Pococo se define como «un curioso de todo». Aunque siempre fue un apasionado de la arquitectura, su vida cambió el día que vio 'Parque Jurásico', en 1993. «Mis amigos salieron diciendo ¡dinosaurios! Yo salí diciendo ¡3D!». En aquel momento, sin Internet, obviamente, el padre de un amigo le consiguió un software de diseño en tres dimensiones que aprendió a usar a fuerza de prueba y error. «Me dediqué a imitar lo que veía en las películas. Y así empecé. Con 16 años hice mi primer trabajo en 3D, un anuncio para Cepsa».
«Con 16 años hice mi primer trabajo en 3D, un anuncio para Cepsa»
En casa de Pococo había que trabajar. Estudiar no era una opción, así que no pudo terminar el bachillerato. Él, que guardaba un talento innato por «algo que nadie más entendía», combinaba el trabajo con su padre con todos los cursos de diseño que ofrecía el paro, «por tener algo oficial». «Pero tardé poco en darme cuenta de que iba muy por delante de esos cursos; era perder el tiempo. Con 19 años –sigue–, el INEM convocó un curso avanzado de diseño 3D, con muy pocas plazas, pensado para arquitectos y aparejadores. Había una prueba de acceso y me presenté. No fue nada complicada. Pasó el tiempo y no me cogieron... A la semana de empezar el curso, me llamaron para decirme que no me daban plaza, pero me ofrecía ser profesor en la segunda edición del curso. Y así me convertí en profesor para gente que tenía bastante más edad que yo».
Su nombre sonaba ya por Madrid y empezó a trabajar con todo tipo de empresas, como asesor 3D. «Estuve en AENA, por ejemplo, ayudándoles a mejorar el software con el que cartografiaban las pistas aéreas... Pero a mí ya me picaba la curiosidad por el cine». En 2004, en España, todos los expertos en 3D se conocían. «Todavía éramos muy pocos», dice Pococo. Ese año, un amigo le llamó desde Milán. «Oye, me dijo, que estoy trabajando en una película y buscan a alguien con tu perfil, ¿te vienes? Eso fue un viernes. El lunes estaba allí». Pasaron dos años desarrollando una superproducción: 'El diario de Anna Frank', una espectacular visión del famoso relato con un gran presupuesto que, de buenas a primeras, se hundió: «Con la mitad de la película hecha, un día apareció una gestora y nos dijo 'recoged y marchaos que esto cierra'. Una mala gestión de los jefes dio al traste con todo».
Kandor
Aquello abrió, sin embargo, su camino a Granada. En 2007, Manuel Sicilia, director de Kandor Graphics, le fichó para todo lo que estaba por venir: 'El lince perdido', 'La dama y la muerte', 'Justin y la espada del valor'... «Nunca he trabajado en una empresa mejor. Te sentías en familia. Hicimos una piña que todavía sigue viva». Vivir en Granada, además, era el sueño de su familia. «En mi casa, mis padres eran muy fanáticos de Granada. Lo intentaron años atrás, pero no pudieron. Su viaje de novios fue aquí, al Washington Irving, hace 47 años». En aquellos años de Kandor conoció a su mujer, Analía, en un pase de 'The Rocky Horror Picture Show' y, entre el preestreno y el estreno de 'Justin y la Espada del Valor', tuvieron a Enola.
Noticia Relacionada
Una fábrica de personajes en el Zaidín: del lince de Puleva a Justin Bieber
Después de Kandor ha trabajado en distintos proyectos audiovisuales, cortos, videojuegos y una gran producción internacional de la que todavía no puede hablar. «Pero sobre todo he hecho arquitectura 3D y material para museos y lugares emblemáticos. El entorno virtual para visitar el Puerto de Motril, por ejemplo, lo hice yo». Labores que siempre ha compaginado con la enseñanza, primero en la Escuela Arte Granada y, ahora, por cuenta propia. Sin embargo, su gran reto actual es la realidad virtual. «A mis 41 años estoy aprendiendo de nuevo. Quiero hacer narrativa en realidad virtual, veo mucho futuro ahí. Suena a chino, pero tiene poco de ciencia ficción, es adelantarse a lo que va pasar».
«Quiero hacer narrativa en realidad virtual, veo mucho futuro ahí. Suena a chino, pero tiene poco de ciencia ficción»
Así, Epic Games, una de las empresas de videojuegos más grandes del mundo, acaba de invertir mil millones de dólares para crear un entorno virtual. «Algo como lo que vimos en la película 'Ready Player One' donde tendremos una segunda vida allí. Yo estoy dedicándome a eso, a crear esos espacios para visitar con tus gafas virtuales». Y todo desde su despacho, en Granada, mientras Lucas y Elora crecen.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónAún no hay comentarios