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Hace cuatro años y unas semanas, poco antes de que se estrenara 'El despertar de la Fuerza', se me ocurrió una idea: ¿Y si contamos historias de Granada que tengan algo que ver con Star Wars? Entonces fue cuando escribí algo parecido a esto en redes sociales: «¿Eres MUY fan de La Guerra de las Galaxias? ¿Eres de Granada? Estoy preparando una cosa, si te apetece, escríbeme un correo». Un suspiro más tarde, como si las estrellas se desplegaran a la velocidad de la luz, empezaron a llegar los mensajes: matrimonios que se casaron disfrazados de personajes de la saga, parejas que viajaron a EEUU al estreno de la película, auténticos estudiosos que incluso hablan idiomas imposibles, coleccionistas arrolladores, artistas que lo son porque un día se toparon con los Skywalker...
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Fue abrumador. Y muy revelador. Me reafirmé en una idea que me acompaña desde que empecé a juntar letras: las historias son poderosas. Algunas historias desvelan informaciones cruciales para la sociedad y otras nos llenan de ilusión. Pero todas, sin excepción, provocan consecuencias inesperadas. Star Wars lleva 40 años inspirando, generando vocaciones, alterando el mundo; alterando Granada.
Guardé todos los mensajes que recibí en mis libretas. Así que llevo casi cinco años pensando en ellos. Este episodio imposible de Star Wars está absolutamente dedicado a ellos.
Lo bonito del tema es que, pese a que el primer impulso sea relacionarlo exclusivamente con 'frikis', lo inunda absolutamente todo. Qué divertido fue, rediós, pasear por Granada con la 501. Ahora entiendo por qué los Reyes Magos vuelven todos los años: los ojos cambian de color. De verdad. Pero los ojos de todos, de niños a mayores. Y ese impulso por querer acercarse, por hacerse una foto con ellos que atestigüe el encuentro (el día que conocía a Darth Vader), es absolutamente enternecedor. He aprendido mucho de ellos, de la 501, como por ejemplo que no se pueden quitar el casco y mostrar su rostro. Se deben a la magia. Y también, ojo, que algunos de ellos no han visto las películas de la saga.
La bondad de Antonio y sus juguetes, ese guiño cómplice de Cristina, la travesura innata de Francis, el talento impecable de Sergio, la magia de Migue, el compromiso de las bandas de Huétor Vega, Chauchina y Montefrío, la brutal inspiración de las familias de la 22Q... Cada una de las entrevistas y encuentros que Pepe Marín -el fotógrafo- y yo hemos disfrutado durante estos días deja una huella imborrable. Y constatan ese espíritu que rodea Granada, que la abraza, que envuelve todo.
El reto era conectarlos a todos en un vídeo, un reportaje largo que de verdad fuera capaz de transmitir algo más allá que el regreso de una película. Construir el relato, poco a poco, ha sido un regalo.
Esta mañana, un profesor me ha mandado una fotografía de su clase. En ella se ven a sus alumnos viendo el reportaje, en el aula. Lo que les decía, las historias tienen un poder inesperado.
Que la Fuerza les acompañe.
Gracias, Granada.
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