Granada es una potencia en el contexto de la poesía de nuestro país. Es difícil encontrar otra con un nivel tan algo de poetas per cápita. Como recordó ayer Jesús Ortega, responsable del programa 'Granada, Ciudad Unesco de la Literatura', «la ciudad es culturalmente potente, ... y esta es una circunstancia que debemos aprovechar». En 2017, ese liderazgo sobre el papel se hizo tinta y verso con la organización de una jornada de lecturas simultáneas de poesía en diversos espacios de la ciudad. Pandemia de por medio, se ha mantenido como una cita imprescindible para los amantes de la buena literatura. Concretamente, en el día de ayer, fueron 85 los autores que llenaron 15 espacios de la ciudad.
Publicidad
La jornada matinal tuvo como escenario el patio del Ayuntamiento, con ruido de fondo de procesión infantil con banda de música incluida, la cual, en algunos momentos, consiguió incluso opacar los sonidos del verso. Bajo el rumor del agua –ese elemento imprescindible para entender Granada– se recibió al poeta chino Yu Wang, catalogado por Ortega como uno de los más importantes autores del país oriental. Wang comenzó ofreciendo una alocución en la que agradeció la invitación y la presencia del público, y quiso rendir un homenaje a Federico García Lorca. «Es un gran honor para mí estar aquí, con el hijo de Andalucía y el alma de Granada. Cada verso suyo es una joya finamente tallada. Federico es Federico por Granada, y Granada es Granada por Federico. Sus palabras hacen cantar el alma en la espuma de la mañana. Su obra es una permanente mirada a la naturaleza humana. Aspiremos a ser como Federico, usemos la poesía para unir los corazones de todos», dijo.
La poesia de Wang es altamente simbólica. «Disfrutamos de las naranjas de tu huerto, la voz floreció en la garganta del niño socuro...». Pareciera que el propio García Lorca iluminara al autor, que sustenta también su poesía en el encuentro intergeneracional, como en su poema, 'Reconocí a un padre mío', que habla de cómo las relaciones humanas se sustentan más allá del tiempo, de las limitaciones propias y ajenas, de la pobreza y la prosperidad. Llamó la atención la expresividad de su dicción y su fuerza, así como la musicalidad de su idioma. En el último poema que leyó, 'Ciudad abandonada' acudió a simbologías tan lorquianas como el jardín y las flores. Un inicio entrañable.
Pero hubo mucho más en el acto del Ayuntamiento. Leyó poemas Marga Blanco, de su obra 'Las puertas de mi casa'. En sus palabras se mezclaron ausencia y dolor, viajes de domingo y el paso del tiempo con la esperanza de fondo, y esos cuerpos desnudos tan añorados, que multiplicaban el sol. Por su parte, la recién académica Erika Martínez, autora de 'La bestia ideal', ofreció reflexiones poéticas sobre los límites del propio cuerpo, y qué debemos perder para dejar de ser nosotros. Luego, en 'El guardapelo de las poetisas', satirizó determinados aspectos de la vida literaria, y en 'La institución', destiló gotas de humor académico. Continuó con 'Santidad de la leche', una alegoría casi teológica en torno al rito del parto y la lactancia, natural o fingida y finalizó con 'La casa encima', una historia de cómo el tiempo se marca en las construcciones que se alzan y derruyen. Terminó el acto la también dramaturga Gracia Morales, quien homenajeó a Rafael Guillén en 'Poetas', y trató sobre asuntos tan cotidianos como la intimidad y la venta de esta a través de las redes sociales.
Publicidad
Uno de los actos principales de la jornada se desarrolló en la Casa de Porras. Sentado en su patio, se puede tener una impresión exacta de hasta qué punto el turismo está dejando a Granada sin su esencia. Mientras guías voceaban sin respeto alguno su mercancía que sonaba a letanía de loros, y las máquinas de construcción interrumpían una y otra vez los efluvios del verso, una larga y fecunda lista de nombres con palabra recitaban. Comenzó Alfonso Salazar con su poesía costumbrista, y siempre aguda. Luis Melgarejo recordó a su abuela y la importancia vivencial de los hostiones dados en la cara y recordó a Rafael Guillén. Yago Mellado abundó en las metáforas corpóreas, con Huidas que inspiran desiertos y cuerpos que no dicen nada. La joven Daina Abidin recitó poemas de amor arrebatado, y Teresa Ariza incidió en el recuerdo de amores caducos por el paso del tiempo, y en aquellos que nacen con el deseo de derretirse en el otro.
Isabel Bermejo fue una de las autoras más aplaudidas por ese fino y certero humor que destila su faceta satírica, una de las muchas que practica con éxito. Rafael Calero llamó la atención sobre la tragedia que se vive en la franja de Gaza, Pura Fernández evocó a José Hierro, José Ganivet incidió en el desastre de la guerra y en el desastre que mezcla sangre, credo y patria. Constanza González, Carmen Hernández Montalbán, Ángela Hurtado, Alfredo Lombardo, José Miguel López Hidalgo, Josefina Martos, Noelia Muñoz, Carmen Salas del Río, Gabriel Salguero, y tres espontáneos, María, Alberto y Paco, cerraron una tarde que nadie quería que acabara. En Granada florece la poesía, no cabe duda. Es el único antídoto contra la barbarie y el consumismo.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.