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El Instituto Hermenegildo Lanz lleva el nombre de uno de los grandes nombres de la cultura granadina del siglo XX. Es complejo calibrar la talla de quien tanto creó, y tanto hizo, por el diseño en sus más diversas facetas. Un renovador injustamente perseguido por el régimen franquista, amigo de Falla y Lorca, y que alcanzó grandes cotas de maestría en el mundo del títere. Granada tiene una deuda pendiente con este arte, que en nuestra ciudad ha dado lugar a compañías del nivel de Etcétera, Claroscuro, LaRous o Titiritrán, entre muchas otras. Una deuda manifestada, entre otros, por el malogrado creador Luis Javier Sánchez, quien hace apenas un año pasó por las páginas de este periódico para pedir que la ciudad no volviera las espaldas a una especialidad creativa que abrió las puertas a uno de los talleres más fecundos de nuestra historia reciente.
Desde ayer, Granada ha dado un paso en la dirección correcta para hacer justicia al títere, con la inauguración del primer museo histórico dedicado a este arte. El mencionado Instituto Hermenegildo Lanz es la sede del llamado Museo Histórico del Títere, una iniciativa que nace humilde, sin intención ni afán de totalidad, pero fruto de un trabajo constante, iniciado en plena pandemia, y que ha cristalizado un cuatrienio después. En dos espacios del centro –la antesala de su teatro y la biblioteca–, un grupo de docentes y alumnos donde se integran Ismael Ramos –investigador y músico– y Juan José Montijano –igualmente investigador y autor de numerosos estudios en torno al teatro y las tradiciones granadinas– muestran algunas curiosidades históricas que ayer vieron la luz por primera vez. En total, más de 200 piezas integran la propuesta entre telones, escenarios, elementos de atrezzo y títeres. Por otro lado, la colección bibliográfica que forma parte del legado de la familia de Sebastián Pérez Linares al centro añade más de un centenar de ejemplares de libros y revistas al acervo del centro.
Entre las joyas que alberga el espacio recién inaugurado está el piano en el que Falla ensayó la función del Día de Reyes, cuyo centenario se conmemoró el año pasado. También el guion original de aquella función, en un papel amarillo por el paso del tiempo, escrito a máquina. Sobre el piano se dispusieron en el acto inaugural las cabezas históricas de los chacolines, tontolines, y otros personajes, creados por la mano de Natalio Rodríguez, padre del conocido ventrílocuo José Luis Moreno, y quien también construyó a los personajes que le hicieron famoso, Monchito, Macario y Rockefeller.
Igualmente salda el museo una deuda con la memoria de creadoras granadinas como María Elvira de Loyzaga, hija del escultor Pablo de Loyzaga, a quien la célebre titiritera Herta Frankel encargara las marionetas que formaron parte de su show televisivo de los años 60, como el gato Chifú, los enanitos, los perritos cantores o su estrella, la perrita Marilín. La de Granada, como afirmó el investigador Juan José Montijano en su intervención, es una historia de amor con el títere, pero también de amores no correspondidos, en forma de iniciativas que finalmente no vieron la luz, como el proyecto de recuperación de los muñecos de cachiporra lorquianos por parte del periodista Rafael Gómez Moreno, quien iba a contar con la colaboración del dramaturgo granadino Alfonso Paso y del mismísimo Salvador Dalí para crear un espectáculo de altura. En aquella ocasión, fue la Sociedad General de Autores la que abortó el proyecto, abriendo sin embargo la puerta a un exitoso espectáculo que se repetiría un Corpus tras otro en la plaza de Bib-Rambla, con Pedro Gómez Moreno y su esposa Mari Paz como artífices, y muñecos adquiridos a empresas como Famosa, Vicma, Florido o Sanromá.
El museo cuenta también con una dimensión virtual, merced al repositorio audiovisual que incluye entrevistas y documentales sobre este arte, y su modernidad es tan rabiosa que incluye hasta 'Títeres 2.0' con apariencia de traviesos gallos, construidos por el taller de Robótica del centro, con cuerpo de esparto, y que se mueven a velocidad de crucero abriendo sus alas a la vez. Por otro lado, es un museo accesible a todos, con audiodescripción detallada de cada una de las piezas creadas por Lanz y los decorados utilizados para la función de Reyes de 1923. Entre los proyectos de futuro está además la tiflorreproducción en 3D –apropiada para personas con dificultades de visión– de las cabezas históricas de los títeres donados por la familia de Sebastián Pérez Linares. Precisamente, sobre la relación de este con al arte, y dando continuidad a proyectos iniciados por la UGR, se prevé la realización de un documental en torno a su legado, que incluye títeres de guante, de hilo, varilla o caña procedentes de Asia, Europa y América.
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