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Luis Ruiz, en su taller ante los cuadros de Conchita y su padre, Francisco Barrecheguren. IDEAL
El profesor y pintor Luis Ruiz, el artista de los santos granadinos

El profesor y pintor Luis Ruiz, el artista de los santos granadinos

San Juan de Dios, Fray Leopoldo, San Juan de la Cruz, los mártires hospitalarios y Conchita Barrecheguren han sido plasmados por este creador

Sábado, 6 de mayo 2023, 00:27

Luis Ruiz (Granada, 1959), tuvo claro que iba a ser pintor desde muy pequeño. La proximidad de su casa con la Basílica de San Juan de Dios –«fueron los primeros en creer que aquel niño llamado Luisito podría ser artista», dice– marcó su existencia para siempre. «Ellos creyeron en mí antes que mis propios padres», recuerda. Su primera gran realización fue un cuadro del interior de la Basílica en el que se mostraba cómo la luz entraba de forma casi mística en el templo. También fue su primera alegría, ya que la calidad de la obra hizo que fuera adquirida por la Orden –concretamente por el Padre Ernesto, rememora–, lo cual le proporcionó sus primeros ahorrillos. Corría el año 1978, y también aquel año ganó su primer premio.

Fue el comienzo de una carrera marcada en sus inicios por encargos de la propia Orden, a los que nunca pudo decir que no. Y cuando en el año 1992, una obra suya presidió, en la plaza de San Pedro del Vaticano, la ceremonia de beatificación de 101 mártires de San Juan de Dios, víctimas de la persecución religiosa acaecida durante la guerra civil, otras entidades religiosas comenzaron a preguntar quién era aquel pintor que tan certeramente reflejaba el supremo instante del arrebato a los cielos de aquellos mártires. Los marianistas de Ciudad Real y las hermanas concepcionistas de Toledo, otras órdenes cuyos miembros fueron beatificados en similares ceremonias, le encargaron las imágenes iconográficas que ilustraron dichos actos.

El cuadro de San Juan de Dios que imlicó un cambio de paradigma estético. LUIS RUIZ

El trabajo nunca le ha faltado, y compaginarlo con sus clases de Técnicas Pictóricas en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada, a veces se le ha hecho cuesta arriba. «Cada obra de gran formato ha supuesto para mí un reto. Pero me gustan los desafíos, aunque estos fueran cercanos a la locura. Espoleaban mi creatividad y mi capacidad de crear: disfrute y tormento iban de la mano», dice, no sin cierto humor.

No contentos con esto, el siguiente encargo de la Orden supuso un paso más, ya que, después del cuadro conjunto, se le encargaron 124 retratos individuales que representan a cada uno de los beatos glorificados en 1992, que se repartieron por toda la geografía española, en los lugares de origen de cada uno de ellos. «Estuve trabajando en este proyecto durante años», afirma.

Luego, llegarían los retratos del santo limosnero granadino por excelencia, Fray Leopoldo. Fueron dos versiones, una de ellas muy difundida en las estampas y calendarios devocionales que distribuyen los capuchinos y que se encuentra en los bolsos y billeteros de medio mundo. Ambas se encuentran expuestas en la cripta museo donde se venera al fraile.

Una de las imágnes de Fray Leopoldo creadas por Ruiz. L. R.

Quizá una de las características que hacen atractivo el trabajo de Luis Ruiz es su novedoso tratamiento de las figuras. No son imágenes hagiográficas al uso, sino que buscan llegar a la esencia íntima del personaje. Un ejemplo de ello es la obra que se conserva en la Casa de los Pisa, y donde se muestra a San Juan de Dios de forma impactante, que rompió la iconografía del fundador de los Hospitalarios hasta la fecha, al representarle en una escena de máxima crudeza.

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En el año 2012, previéndose la posibilidad de que tanto Conchita Barrecheguren como su padre, Francisco, fueran ensalzados en sus virtudes por la Iglesia, se encargó a Luis Ruiz la realización de sendas obras que representaran a ambas figuras. La tramitación eclesiástica ha hecho que la causa de beatificación de Conchita haya avanzado algo más rápido, de tal manera que la ceremonia tendrá lugar hoy. Sin embargo, ambas obras comparten varios elementos iconográficos y conceptuales. Ruiz define la obra que presidirá el acto litúrgico como «esencialmente luminosa». De hecho, describe este perfil, realizado a partir de imágenes reales de la beata, pero idealizado, como «el retrato de una joven con una mirada serena, pensativa, y que, ante la adversidad y la enfermedad, transmite esperanza».

Imagen de San Juan de la Cruz, con la recreación del Convento de los Mártires a sus pies. L. R.

El tratamiento de la iconografía es plenamente consecuente. Por un lado, muestra a una joven que tiene en un Niño Jesús idéntico al que la propia Conchita como compañero de juegos y oraciones. En este momento casi extático, se establece una suerte de emulación entre la propia beata y la Virgen del Perpetuo Socorro, protagonista de una vidriera que constituye el horizonte de la obra, igualmente luminoso. En la parte inferior, se muestran las vistas de la ciudad desde el propio carmen donde Conchita vivió, en la calle de la Antequeruela, con vistas al Realejo, las iglesias de San Cecilio y Santo Domingo, y el centro de la ciudad. El cuadro, reproducido en una gigantografía representará la entrada en el cielo de la nueva beata granadina en la solemne celebración de hoy. Y si hace balance sobre su trabajo, afirma:«Me queda la gran satisfacción de haberle puesto nuevo rostro a los santos granadinos y haberlos acercado un poco más a la gente. Es mi recompensa».

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