![«En el próximo año, sabremos si la Covid-19 supone un cambio de era en la historia humana»](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202101/06/media/cortadas/JOSEENRIQUERUIZDOMENEC-kMvD-U130133348813ouB-1248x770@Ideal.jpg)
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José Antonio Muñoz
Granada
Miércoles, 6 de enero 2021, 01:06
José Enrique Ruiz-Doménec nació en Granada en 1948. A los 20 años se marchó a Barcelona para continuar sus estudios. Hoy es uno de los historiadores más solventes de nuestro país, catedrático en la Universidad Autónoma y editor mundial de Historia National Geographic, una ... revista presente en más de 30 países con una tirada de millones de ejemplares. Sus libros se han traducido a una decena de idiomas, y es una figura clave en distintos eventos literarios como Le Salon du Livre Historique de Versailles. Acaba de publicar con Taurus su más reciente obra, 'El día después de las grandes pandemias'. Le bastan 125 páginas para hacer un certero análisis de las soluciones dadas a las grandes calamidades sanitarias que han marcado la historia de la humanidad en los últimos 2.000 años. Un libro escrito en positivo, donde ofrece las claves para salir de esta crisis desde lo ya vivido.
–Su biografía exhibe con orgullo su condición de granadino.
–Así es. Granada es el mejor lugar del mundo para nacer y para vivir. Tengo allí a buena parte de mi familia, y mi intención es retirarme definitivamente en mi tierra. En Granada tomé las decisiones que han marcado mi vida, en la lejanísima década de los 60, e inicié caminos sin retorno. Decía mi gran héroe, el Gran Capitán, que uno es del lugar donde quiere morir. Y yo quiero pasar mis últimos años en Granada. Sus paisajes, sus gentes, siempre me han cautivado.
–¿Cómo fueron sus primeros años en esta ciudad?
–Aquella era una ciudad oscura, pero fascinante. Con ganas de salir de la situación lamentable que vivía el país tras la guerra. El estímulo intelectual fue clave para ello, y la Universidad fue un foco de inquietudes. Personalmente, tuve la suerte de contar con Antonio Domínguez Ortiz como profesor en el Instituto Padre Suárez, al haber sido represaliado por el régimen y vetada su entrada a la Universidad, que es donde le correspondía estar. Recuerdo que desde aquella primera clase nos sentamos en primera fila, y empecé a leer libros suyos fuera de los estrictamente docentes. Cuando llegué a la Facultad estaba muy rodado, de tal manera que hubo profesores que me dijeron que poco podían enseñarme ya. Formo parte de la generación de alumnos que tuvo unos profesores excelentes y que forjó la Transición.
–Y a los 20 años, se trasladó a Barcelona.
–Así fue. Me ofrecieron una plaza de profesor en la recién creada Universidad Autónoma, un centro pleno de ilusión y posibilidades. Y a partir de ahí, fue el contacto con profesores foráneos –esencialmente, docentes en universidades italianas y francesas– el que me permitió desarrollar mi carrera, ya centrada en Barcelona. Conocí a Georges Duby, mi gran maestro medievalista, quien me ofreció unas pautas de estudio que me marcaron grandemente.
–Hace diez años que es editor mundial de Historia National Geographic. Una gran responsabilidad.
–Creo que sí, porque la revista se coordina desde España, a pesar de ser National Geographic una empresa norteamericana. Eso supone que somos responsables de crear una publicación de alta calidad, con contenidos atractivos, capaz de llegar a mercados tan diversos como Polonia, Francia o los propios Estados Unidos. Está siendo un trabajo ciertamente apasionante, porque en paralelo a la creación de la revista hemos hecho una Historia Universal en 20 volúmenes, que en España se distribuyó con El País, La Vanguardia o El Mundo, en Francia con Le Monde y en Italia con La Repubblica. El estar al frente de la revista me ha permitido mantener el contacto con los últimos estudios, las últimas novedades que se producen en nuestra disciplina, y tener la facilidad de divulgarlas en gran formato y con calidad. Contamos con firmas de primer nivel, que son muy seguidas por un público fiel e interesado en esta materia.
–¿Hasta cuándo seguirá al frente de la publicación?
–No lo sé, aunque es cierto que con el paso del tiempo estas tareas pesan. Poco a poco, tendré que ir cediendo las riendas, pero de momento, me planteo el día a día, siendo, como siempre, consciente de que la vida tiene ciclos. Con todo, sigo pensando, como mi maestro Duby, que la alta divulgación es necesaria por parte de historiadores que sean capaces de aunar el rigor académico con la capacidad para hacer llegar al público sus investigaciones. Esto eleva la cultura media de la población.
–¿Por qué cree usted que este fenómeno de la divulgación no ha calado en España tanto como en Francia, por ejemplo?
–Creo que es cuestión de provocar ese despertar en el público. La alta divulgación proporciona tanto bienestar a quien la hace como la alta investigación o la alta docencia. Por ello, siempre ofrecemos la posibilidad de que el lector amplíe sus conocimientos ofreciendo bibliografía o recomendaciones literarias.
–¿Qué opina, por cierto, de la novela histórica que se hace en nuestro país?
–Siempre la he defendido como género. Alguna vez me han ofrecido escribir una, pero mi trabajo es otro. Luego, claro, hay unas buenas y otras no tanto.
J. A. M.
Ruiz-Doménec analiza en 'El día después de las grandes epidemias' el caso de las crisis sanitarias del pasado, ofreciendo una visión en positivo, en base a los hechos, que dictan que tras cada uno de estos sucesos el cambio que se produjo llevó a consecuencias benignas. «Me encontré ante el reto de resumir en 125 páginas lo que había ocurrido con las grandes epidemias de los últimos 2.000 años, y las soluciones que se habían implementado para superarlas. Este trabajo me ha servido para afrontar con ánimo el confinamiento. Desde el primer momento, descubrí que nos estábamos tomando el tema un poco a la ligera, y que las consecuencias iban a ser brutales». Añade que «es normal tener miedo a los cambios estructurales, y preguntarse por qué ocurrirá con nuestras costumbres y tradiciones, además de vivir la dureza de perder a familiares y amigos, además de forma poco digna».
El libro rompe la tendencia a la queja para extraer las enseñanzas de las epidemias: «He ofrecido la otra cara del tema. La humanidad ha salido reforzada de crisis tan profundas como son las epidemias, y debemos aprender cómo se sale bien, porque la tendencia a hacerlo mal está ahí, en cada decisión». Y detalla:«De los cinco grandes momentos epidémicos que ha habido desde el siglo VIhasta hoy, quienes no han cerrado en falso las crisis han creado civilizaciones sólidas y muy perdurables. Quienes no lo han hecho, han colapsado. Tiene que haber una respuesta global, más allá de la economía:el orden social y el intelectual son muy importantes».
La previsión del historiador, afirma, es a largo plazo. «En el próximo año sabremos si estamos ante un cambio de era en la historia humana. El elemento diferenciador de esta época es la civilización digital, y deberemos usarla bien para que nos ayude en ese cambio».
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