Moncho Borrajo abrirá el lunes la programación teatral del Corpus. R. C.
Entrevista con Moncho Borrajo, cómico

«El público se sigue riendo con las mismas temáticas desde la época de los griegos»

El gallego trae a Granada 'Nada', su más reciente propuesta, una ácida pero bienintencionada reflexión sobre la realidad actual en clave de humor

Sábado, 29 de mayo 2021, 00:36

Moncho Borrajo (1949) no tiene edad, por más que diga que siente el tiempo. No tiene vergüenza, porque no tiene nada de lo que avergonzarse. Perseguido por todos, por los de antes y por los de ahora, por no querer callarse. Y un cómico de ... los que ya quedan pocos. Inaugura el próximo lunes (19.30) la programación teatral del Corpus con 'Nada', un espectáculo que lo encierra casi todo.

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¿Qué es 'Nada', aparte de la novela de Carmen Laforet?

–(Risas) Es la respuesta a un momento que vivimos en el que no se puede hablar de nada. Si hablas de las mujeres, eres un machista; si hablas de los gays, eres homófobo; si dices la palabra 'negro', eres racista. Llega un momento donde no es que nos la cojamos con papel de fumar, es que ni nos la cogemos.

Entonces, ¿no va a hablar de los políticos?

–En este espectáculo hay menos política que en otros, porque luego se me ponen histéricos y se hacen los ofendiditos. Aquí opina todo el mundo de lo divino y de lo humano sin saber de lo que habla. Sé de gente que jamás me ha visto actuar y no le gusto; que no le parece bien mi forma de escribir y no ha leído ni un libro mío, o que no sé pintar y no saben que estudié Bellas Artes y que he expuesto con éxito en decenas de lugares. Este país es así.

¿Cómo es la estructura del espectáculo?

–Dura una hora y media, aproximadamente, no porque no pueda hacerlo más largo, sino porque el público, en general, prefiere formatos más cortos y más intensos. Y los mayores se cansan, es normal. Es un espectáculo con una escenografía sencilla, que tiene una gran sorpresa al principio, que no vamos a desvelar aquí, claro. Ya partir de ese momento, hablo de la historia de España en clave de humor, canto alguna canción...

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¿Y su objetivo?

–Como siempre, entretener haciendo reír. Llevo ya 50 años en el mundo del espectáculo, y me gusta lo que hago. Creo que mi amor por esta profesión se transmite al público, y quien ha ido a ver el montaje en Valladolid o en Bilbao se ha divertido bastante.

¿Qué dificultades tiene para su trabajo la situación actual?

–Pues a las normales de romper la cuarta pared se suma el hecho de que hay que romperla con la mascarilla, lo cual implica casi usar un mazo... (Sonríe). Siempre me acuerdo de Granada, y del Isabel la Católica, porque tiene un pasillo muy ancho, y eso supone una dificultad añadida, pero haremos lo que podamos. En cualquier caso, siempre me he sentido muy bien tratado aquí.

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¿En qué se diferencia su espectáculo de un monólogo al uso?

–Lo primero, llevamos un decorado, sencillo, pero muy evocador. Y segundo, llevamos vestuario, que, insisto, no voy a desvelar aquí para no estropear la sorpresa. Siempre he intentado que mis espectáculos sean más teatrales, y algunos monologuistas de los que tienen más éxito también han tomado ese camino.

Evolución

¿Cómo ha evolucionado su público en este medio siglo?

–Creo que el público se sigue riendo de lo mismo desde la época de los griegos:de los políticos y de esos personajes que por egocéntricos, miserables, estúpidos o tarambanas tienen actitudes que nos hacen reír.

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¿Qué es el humor, entonces?

El humor es arma y medicina. Arma porque sirve para arrojar al poderoso a la arena, y es medicina porque te cura de muchos malos ratos. Me han dicho muchas veces que hago humor inteligente. Y yo les digo que no: que el humor es humor, y el inteligente es el público. En los años 70 había un humor más machista, sobre todo en la revista. Cuando empecé estaban Tip y Coll, Gila, Tony Leblanc, personas con un humor elegantísimo, que apetecía ver. Luego llegó la Transición, y se pudo hablar de temas prohibidos. Yo mismo, siendo homosexual y no habiéndolo negado nunca, he hecho un humor sin banderas y sin tacones. Y hay quien ofende diciendo «buenos días» y quien dice «hijoputa, ¿cómo estás?» y no ofende.

¿Qué supone este espectáculo en su trayectoria como artista?

–Es mucho más 'yo', es Moncho en estado puro. Mucho más actoral que otros, en el que me dedico a hacer una crítica sobre lo que está ocurriendo, yendo hacia atrás, recordando que lo que vivimos hoy ya pasó antes. Que lo de las autonomías ya lo inventaron los suevos, vándalos y alanos. Ahora hablo más despacio, controlo más los tiempos, hago silencios llenados con gestos... Me veo más en la palabra 'cómico'. Porque hay que diferenciar monologuista, humorista y cómico. El monologuista cuenta una historia y la salpica con 'gags';el humorista crea el humor basándose en temas variados, y el cómico es la persona que, siendo actor, interpreta papeles y hace reír. Me siento cómico ante todo, y es una figura a recuperar, como la de las vedettes, aunque las feministas pongan el grito en el cielo, porque son símbolo de un género, como es el cabaret.

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