Bib Rambla, la puerta de Granada
GRANADA ARQUEOLÓGICA ·
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GRANADA ARQUEOLÓGICA ·
Bab al-Rambla era una de las puertas principales y más monumentales de la ciudad con una configuración muy parecida a la de ElviraÁNGEL RODRÍGUEZ
Domingo, 22 de diciembre 2019, 01:05
Bibarrambla es el centro por antonomasia de la ciudad, ahora y antes. Es punto de encuentro y espacio en torno al que se organiza el pulso de la vida urbana: la plaza de la pescadería y la Romanilla, la calle Mesones y el Zacatín, paso obligado para ir a la Catedral o al Mercado de San Agustín y lugar de descanso debajo de sus tilos. Es nuestra plaza mayor, aunque no responda a los cánones de lo que entendemos como tal. Pero el objeto de hoy no es hablar de la plaza como un elemento histórico, e incluso arqueológico, que motivos tendríamos para hacerlo, sino de la puerta que le dio el nombre: la Puerta de Bibarrambla.
La Bab al-Rambla, que es como se conocía en época árabe, es decir, la puerta de la rambla o del arenal que se formaba en este lugar por su proximidad al Darro, se encontraba en la actual calle Arco de las Orejas haciendo esquina con la calle Salamanca y la plaza de Bibarrambla. Tradicionalmente también fue conocida como Arco de las Orejas porque aquí se ejecutaba la «pena de orejas» a los molineros que defraudaban en el peso de la harina. Dicho castigo, de origen medieval, consistía en el corte o mutilación de las orejas.
Era una de las puertas principales y más monumentales de la ciudad, con una configuración muy parecida a la de Elvira, con un gran arco que daba paso a la puerta propiamente dicha. Estaba precedida por un antemuro con una barbacana que si bien en origen su función era militar, tras 1492 fue ocupado para múltiples usos: patios de casas, huertos e incluso como cementerio de la antigua iglesia de la Magdalena. Su importancia estriba en que conectaba directamente el mundo rural, la Vega, con una de las principales arterias comerciales, el Zacatín, y permitía acceder al corazón de le medina, a la mezquita mayor y la madraza.
Era la puerta que daba paso al vientre –el mercado– y al alma de la ciudad. Su carácter monumental la hizo una de las más destacadas y siguió jugando un papel fundamental tras la conquista: aquí se colocó un peso de la harina y se fiscalizaba el acceso de mercancías. A los pocos años, en 1507, el bachiller Olivares, confesor de la reina Isabel la Católica, fundó una capilla en su interior que era muy frecuentada y querida por los vecinos y por todos los que accedían a la ciudad por esta puerta, convirtiéndose en paso obligado de la procesión del Corpus Christi.
Los juegos de toros y cañas que se celebraban en la plaza de Bibarrambla utilizaron esta puerta como arco triunfal para la entrada de los participantes y en definitiva el horario de apertura y cierre de la misma marcaba el pulso de la vida cotidiana, tanto intramuros como extramuros, en la calle Mesones y el barrio que se estaba creando en torno a la calle San Antón. En 1520 quedó fijado que entre el 1 de abril y finales de septiembre debía cerrarse a las 22 horas, abriéndose de nuevo a las 3 de las mañana, y desde octubre hasta marzo se cerraba a las 20 horas y se abría a las 5 del día siguiente.
A finales del siglo XIX era la única puerta árabe de la ciudad llana que, junto a la de Elvira, seguía en pie –sin contar las del Albaicín– y por sus valores estéticos y artísticos, con ciertas similitudes con la Puerta de Justicia de la Alhambra, era admirada por todos los ilustrados de la época.
La puerta de Bibarrambla pasó a la historia por ser protagonista de una encarnizada lucha entre el ayuntamiento de Granada, que en 1873 decidió su demolición para ensanchar y modernizar la calle, y la Comisión Provincial de Monumentos de la Provincia de Granada que quiso impedirlo a toda costa. Entre 1873 y 1884, fecha en la que definitivamente se derribó la puerta, se sucedieron ayuntamientos de la primera república, el revolucionario del cantón independiente y el de la restauración monárquica: todos sin excepción lucharon con todas sus fuerzas por demoler la puerta. A su vez la Comisión con Manuel Gómez Moreno, Manuel de Góngora, Leopoldo Eguilaz o Francisco Simonet, personajes todos de reconocido prestigio nacional, consiguieron que el gobierno de la nación lo declarase monumento histórico-artístico nacional en 1881, pero no fue suficiente.
Tres años más tarde, con la excusa del estado de insalubridad de la zona a causa de la ruina de la puerta, que había provocado el propio ayuntamiento, y el miedo a una epidemia de cólera que se avecinaba desde Europa, hizo que consiguiera su objetivo. Después de once años de pulso intenso entre los amantes del Patrimonio y los que se empecinaron en demoler el monumento, fue una derrota humillante y frustrante para la Comisión Provincial de Monumentos, que presentó su dimisión en bloque al gobierno. Fue un escándalo que tuvo una repercusión nacional. Hoy sería inimaginable que un edificio o un monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC) fuera demolido por la propia administración.
Los restos de arco exterior fueron recuperados de los escombros y almacenados en el Museo Arqueológico hasta que en 1933 Manuel Gómez-Moreno Martínez le propuso a Torres Balbás que lo reconstruyera en algún lugar de la Alhambra. Hoy podemos ver el resultado en el bosque, a unos pocos metros más arriba de la Puerta de las Granadas.
En 2016, durante una actividad arqueológica rutinaria en el nº5 de la calle Arco de las Orejas, casi por sorpresa –porque nadie esperaba que aun se conservaran restos de la antigua puerta en el lugar original– aparecieron dos paños de uno de los torreones que flanqueaban la mítica puerta, con más de cinco metros de altura, y en su base la conexión con la muralla urbana que llegaba hasta la puerta de Bibalmazán, en la c/ Capuchinas. El torreón está construido en tapial, con pilares de ladrillo y en su base había una fábrica, mucho más consistente, de tapial de hormigón de cal. Se pudo identificar la existencia de una construcción más antigua, del siglo XI, y la zanja de cimentación de la actual, reconstruida en 1125 por los almorávides, más tarde reformada a principios del siglo XIV por los nazaríes.
Por primera vez aparecían los restos de la muralla urbana que cerraba la ciudad por el frente de la plaza de Bibarrambla, marcando las líneas de la investigación y recuperación de otros tramos en el futuro. La pequeña ventana que ha quedado en el suelo del local comercial es solo una pequeña muestra de los restos de la puerta que siguen siendo monumentales y duermen escondidos en las paredes del edificio.
Lugar . C/ Arco de las orejas nº5, esquina con Plaza de Bibarrambla.
Descripción . En el zaguán de entrada al edificio, los muros que delimitan la escalera de acceso son los paramentos originales de la torre de la puerta, hoy protegidos tras un pladur. En el local comercial en el suelo frente a la puerta. Hay una ventana arqueológica en la que se aprecian dos muros paralelos que formaban parte de la muralla urbana , y su conexión en cimentación con la torre. Arquitectura militar.
Cronología . Siglo XI y XII. Zirí y almorávide. 1125-1126 d.C.
Tipo de protección . Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1881. Actualmente es BIC..
Acceso . Actualmente se puede ver solo la ventana arqueológica accediendo al local comercial..
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