La 'resurrección' de los impresionantes frescos del Hospital San Juan de Dios
Patrimonio ·
Un equipo de restauradores trabaja en la recuperación de los 800 metros cuadrados de pinturas murales con tres siglos de antigüedad que relatan de la vida del Santo desde su nacimiento hasta su muerte en la Casa de los Pisa
Se llamaba Tomás Ferrer. Se trata, posiblemente, de uno de los artistas del siglo XVIII que más impronta dejó en Granada, pero sin embargo también es de los menos conocidos. Se sabe que nació en Zaragoza en 1702, se sabe que se trasladó a Madrid, la floreciente capital de la corte, para completar su formación, se sabe que poco después instaló su residencia en Granada y que vivió en una casa unifamiliar situada en la Cuesta de Gomeres, muy cerca del Arco de las Granadas. Y se sabe, sobre todo, que fue el autor de los impresionantes frescos que ornamentan el patio del Hospital San Juan de Dios que ahora están siendo restaurados por un equipo de cinco profesionales encabezado por Julia Ramos. Un equipo que, subido en el andamio, trabaja inicialmente en unos doscientos metros cuadrados de pinturas de la primera crujía. Pinturas cuyo estado de conservación es «muy deficiente» por la falta de mantenimiento, por la acción de los agentes meteorológicos, por la incidencia de las humedades y también por otros factores como los terremotos.
La obra, que rodea todo el primer patio, unos ochocientos metros cuadrados en total, representa treinta y cuatro escenas de la vida, obra y milagros de San Juan de Dios, fundador de la orden que construyó este edificio entre 1550 y el primer tercio del siglo XVIII. Ahí, en la iglesia original, descansaron los restos del Santo hasta que se levantó la basílica en 1738. Y ahí fue donde Tomás Ferrer reprodujo los diferentes episodios de la biografía de San Juan de Dios desde su nacimiento en Montemor (Toledo) en 1495 hasta su fallecimiento, cincuenta y cinco años después, en la Casa de los Pisa de Granada, después de enfermar tras arrojarse al río Genil para salvar al joven que le ayudaba a buscar leña.
Vaya por delante que Tomás Ferrer fue el gran maestro del programa iconográfico del Hospital de San Juan de Dios -lo abordó en paralelo al ornato de la Basílica-, pero no lo hizo solo. Coordinó a un completo grupo de artistas entre los que destacaba Diego Sánchez Sarabia. Este se encargó de la ejecución de los treinta y cuatro grandes cuadros donde se mostraban esos treinta y cuatro pasajes relativos a la existencia San Juan de Dios. Debajo de cada uno de ellos, Tomás Ferrer pintó directamente sobre la pared de escayola una serie de imágenes alegóricas relativas a esos óleos. Imágenes donde la azucena simboliza la castidad, la manzana el pecado, el águila la pobreza, el gallo la vigilancia y las flores y frutas la abundancia -entre otros significados-. Y que se acompañan de una serie de cartelas, estructuradas en octavas, donde se relata qué es lo que estamos viendo.
Los lienzos de Sánchez Sarabia, que fueron restaurados por la Junta en 1992, han sido temporalmente retirados para evitar posibles daños derivados de las obras de rehabilitación integral del Hospital de San Juan de Dios. Unos trabajos que se iniciaron en 2014, con la construcción del 'edificio pasarela' que conecta el Hospital de San Juan de Dios con la clínica San Rafael -seis millones de euros financiados íntegramente por la Orden-, donde están las dependencias del Centro de Atención Infantil Temprana. Y unos trabajos que se prolongan hasta nuestros días con esa intervención en el templo originario del Hospital, ya finalizada, y en el patio primero, rodeado por todos los frescos de Ferrer y los óleos de Sánchez Sarabia que ahora están almacenados. La recuperación completa del Hospital, que se realiza según las fases que se recogen en el plan director, supondrá un desembolso superior a los cuarenta millones de euros, de los que la Orden ha aportado 'a pulmón' once millones hasta estos instantes.
Julia Ramos matiza que en realidad no se trata de frescos, «ya que estos se realizan sobre un enlucido de cal y en este caso se acometieron sobre yeso». Tomás Ferrer empleó pigmentos y un aglutinante para el agarre a base de temple magro (huevo o cola animal). «Tenemos información bastante exacta de los materiales utilizados gracias a todas las analíticas que se han realizado», explica Julia Ramos. Entre ellas, microscopía óptica y de barrido y espectroscopias para los exámenes mineralógicos. Para ello se tomaron pequeñas muestras. Previamente, se llevó a cabo una pormenorizada inspección organoléptica donde ya se pudieron discernir, a simple vista, algunos de los principales desperfectos que tenían estos murales realizados por Tomás Ferrer hace casi trescientos años.
Tanto el soporte como la capa pictórica presentaban separaciones y problemas de cohesión por el envejecimiento. También alteraciones de los colores y pérdidas, en algunos casos irreparables. Uno de los principios básicos en restauración es que las 'reconstrucciones' deben realizarse siempre a partir de datos que estén cien por cien contrastados. En caso contrario, no se debe hacer nada. Según afirma Francisco Benavides, director de Patrimonio de la Orden, Tomás Ferrer tomó como referencia para la descripción de los treinta y cuatro episodios los grabados que aparecen en la biografía barroca que escribió fray Antonio de Govea en 1669, que mejoraba una anterior de Dionisio Celi. Hay un ejemplar completo en la Casa de los Pisa.
¿Cómo se ha acometido la restauración? En primer lugar se ejecutó una preconsolidación del soporte mediante una inyección de mortero líquido con sílice y resina acrílica. También se realizó una fijación previa de la capa pictórica. Además, se aplicó un engasado para evitar afectaciones por posibles desprendimientos -estos, en el supuesto de que se produjeran, se quedarían pegados en la gasa hidrófila-. El proceso continuó con la limpieza de barnices, resinas y repintes, ya que a lo largo de estos trescientos años ha habido diferentes actuaciones de conservación. Este saneamiento se realiza sin despojar la pátina histórica. Por último, se acomete la reposición del soporte con un mortero de yeso de características similares al primigenio y del color rayita a rayita, de tal forma que el espectador sepa qué es lo nuevo y qué lo antiguo.
«La conservación del patrimonio sirve para conocer el devenir histórico de Granada»
Según la restauradora Julia Ramos, recuperar las pinturas de Tomás Ferrer en la primera crujía del Hospital de San Juan de Dios resulta muy motivante para ella y para su equipo. «La conservación del patrimonio de Granada -explica- es fundamental para conocer el devenir histórico de la propia ciudad».
«Además -agrega- vinculado en este caso a un personaje como San Juan de Dios, que no solo velaba por los cuidados físicos de las personas, sino también del alma a través de la belleza artística de edificios como este». «El arte que llega a la gente más humilde».
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.