![Los restauradores abordan el cuadro desde un andamio de cinco metros y medio que se ha instalado en el Salón Rojo del Hospital Real, donde se celebran buena parte de los actos institucionales de la Universidad de Granada.](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202102/26/media/cortadas/cuadro%20(5)-kvvD-U130648039664h7H-984x608@Ideal.jpg)
![Los restauradores abordan el cuadro desde un andamio de cinco metros y medio que se ha instalado en el Salón Rojo del Hospital Real, donde se celebran buena parte de los actos institucionales de la Universidad de Granada.](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202102/26/media/cortadas/cuadro%20(5)-kvvD-U130648039664h7H-984x608@Ideal.jpg)
La resurrección del Príncipe de Viana
Patrimonio ·
La UGR restaura el espectacular lienzo de quince metros cuadrados que preside el Salón Rojo, una obra propiedad del Museo del PradoSecciones
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La UGR restaura el espectacular lienzo de quince metros cuadrados que preside el Salón Rojo, una obra propiedad del Museo del PradoLa escena es hipnótica. El príncipe Carlos de Viana (1421-1461), primogénito del rey Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra, yace cadáver. A la izquierda su padre besa el sudario y su hermana Blanca reza arrodillada a los pies del difunto. A la derecha, el obispo Juan Margarit preside el acto junto al resto de sacerdotes y acólitos. El pasaje, magistralmente retratado en 1887 por Vicente Poveda y Juan, tiene también una interesante lectura histórica que merece la pena conocer. El Príncipe Carlos de Viana y su progenitor Juan II de Aragón mantenían un cruento enfrentamiento dinástico tras la muerte de la madre de Carlos y también esposa de Juan II. Y es que Blanca I de Navarra dejó escrito en su testamento que, ante la falta de descendencia real, el reino de los navarros fuera para su hija Doña Blanca. Háganse una idea del juego de tensiones que hay entre los personajes que aparecen en el lienzo del pintor alicantino más allá de los formalismos de ceremonias tan luctuosas como un acto de exequias.
Pero viajemos en el tiempo y desplacémonos, con un solo abrir y cerrar de ojos, del siglo XV en Navarra al siglo XXI en Granada. Concretamente al Salón Rojo del Hospital Real, donde acontecen actos institucionales de la Universidad de Granada como tomas de posesión de decanos o presentaciones de libros. Pues bien, ahí, colgado en una de las paredes de este espacio tan emblemático, se encuentra esta 'Muerte del Príncipe de Viana' con unas dimensiones de tres metros de alto por cinco de ancho –quince metros cuadrados en total–.
Un cuadro que es propiedad de Museo del Prado de Madrid, que llegó hasta el Museo de Bellas Artes de Granada en 1888 y que tres años después, en 1891, fue cedido en régimen de depósito a la UGR por razones que aún se desconocen. Han transcurrido un siglo y tres decenios que no han pasado en balde para este lienzo que, en su momento, obtuvo nada y nada menos que la tercera medalla en la Exposición de Bellas Artes, razón por la cual fue adquirido por el Prado por dos mil pesetas –una cantidad realmente importante a finales del siglo XIX– e inventariada con la matrícula P-6518. Desde entonces se halla en el Salón Rojo. ¿Cómo pudieron meterlo ahí, si físicamente no cabe por la puerta? No hay ninguna referencia histórica al respecto, aunque lo más probable es que se introdujera enrollado ya que el marco está partido en dos justo por el centro.
Teresa Espejo, Restauradora
La UGR, a través del Vicerrectorado de Cultura y Patrimonio, considera que ha llegado el momento de someter esta obra a un proceso de restauración, enmarcado en un plan global centrado en el Hospital Real con la vista puesta en 2031, cuando se celebrarán los quinientos años de la fundación de la Universidad por parte de Carlos V. Y en ello está, desde principios de febrero, un equipo multidisciplinar formado por trece profesionales y encabezado por Teresa Espejo, directora del Secretariado de Conservación y Restauración.
Víctor Medina, Vicerrector DE PATRIMONIO
¿Qué desperfectos presenta esta 'Muerte del Príncipe de Viana'? A expensas de que finalicen los análisis que se están acometiendo en estos momentos, Teresa Espejo explica que «la alteración más importante se localiza en la parte inferior, la formación de una especie de bolsa como consecuencia de que se ha perdido la sujeción con el bastidor y las telas se mueven por la acción de los cambios de temperatura y la humedad». «En caso de que esto no se resuelva –agrega– existe el riesgo de que la propia pintura se pueda desprender». Se han detectado capas de barnices oxidados que provocan una veladura entre oscura y amarillenta, y también hay repintes realizados que han generado manchas.
La recuperación, que se prolongará durante un periodo de seis meses, se ha concebido en dos fases. Una primera relativa al estudio y la documentación, «lo que permitirá obtener información objetiva sobre los materiales constitutivos, la técnica empleada por el artista y el proceso de ejecución, así como el estado de conservación y las patologías», dice Teresa Espejo. Posteriormente, en función de los resultados, se aplicarán los tratamientos que neutralicen las causas del deslustre.
El diagnóstico, para el que ha sido preciso la instalación de un andamio de cinco metros y medio de altura, se está realizando por procedimientos no invasivos –la otra opción es la microdestructiva–. No se precisa la toma de muestras y, en consecuencia, no se producen daños sobrevenidos. Para ello, se están recogiendo imágenes en todos los rangos del espectro electromagnético. En el visible, observamos la imagen tal cual la procesamos a través de nuestro sentido de la vista. Con la reflectografía infrarroja, se pueden ver los dibujos subyacentes y preparativos que hizo Vicente Poveda y Juan y también los arrepentimientos. Por último, los rayos ultravioleta permiten descifrar todas las intervenciones que se realizaron con posterioridad como los referidos repintes. También se acometerá espectrometría de fluorescencia con rayos equis para conocer los elementos químicos inorgánicos, mientras que los orgánicos se obtienen con cromatografía líquida de gases.
1887 Vicente Poveda y Juan pintó 'La muerte del Príncipe de Viana' en 1887. Fue comprado por el Museo del Prado por dos mil pesetas. Obtuvo la tercera medalla en la Exposición de Bellas Artes.
1891 Tras un breve paso por el Museo de Bellas Artes, el cuadro fue cedido a la UGR en régimen de depósito en 1891.
El vicerrector de Patrimonio, Víctor Medina, comenta que la rehabilitación de 'La muerte del Príncipe de Viana' forma parte de un plan global de actuación en el Hospital Real con la perspectiva de 2031, «que cada vez está más cerca». Ahora mismo se están resolviendo problemas detectados en las vigas y el proyecto de la Capilla, que se está acometiendo con el 1,5% cultural y el Plan Alhambra. Con cargo a este Plan, se intervendrá también en la antesala del salón de rectores mediante la eliminación de un tabique, levantado posteriormente a la construcción del propio Hospital Real, que aporta peso. Esto permitirá la recuperación de la visión de la nave. También está en cartera, a la espera de que la Delegación de Cultura dé el visto bueno, el arreglo de los relieves de yeserías que conforman el friso del propio Salón Rojo.
Pero no sólo se prestará atención al bien inmueble, al edificio en sí, sino a los muebles. Dentro del Salón Rojo ya se ha procedido a la recuperación de un globo celeste que se puede admirar en la exposición 'E Terris ad Astra' sobre la herencia científica de Al Andalus, un piano forte –un instrumento con el arpa más corta que el de cola– y con 'La muerte del Príncipe de Viana', «una pieza que aparece como telón de fondo de todos los eventos que se desarrollan en esta sala», manifiesta Víctor Medina. «Para ello –agrega– se han pedido todos los permisos al Museo del Prado, que ha mostrado su plena confianza en la UGR».Eva Perales, técnica de esta pinacoteca madrileña, se está encargando de toda la supervisión.
La intención de la UGR es, una vez que se haya finalizado esta etapa previa, colocar 'La muerte del Príncipe de Viana' en un lugar del propio Salón Rojo de forma que los ciudadanos que estén interesados puedan observar cómo se está actuando. «Además de la labor investigadora, la UGR tiene una importante misión divulgadora», afirma Teresa Espejo.
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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