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JEsÚS LENS
Miércoles, 21 de febrero 2018
Tenemos que volver a Christopher Nolan, que esta tarde presentamos en la librería Picasso la monografía escrita por el profesor de la UGR, José Abad, publicada por la editorial Cátedra y en la que repasa toda su filmografía. Y tenemos que volver a Nolan porque ... la semana pasada hablamos en este Rincón Oscuro de sus películas más negras y criminales, incluida la Trilogía de Batman, pero no dijimos ni una palabra de ‘Origen’, una película totémica que, posiblemente, todavía no se ha valorado en su justa medida.
Si a ustedes les gusta Nolan, seguro que tienen a ‘Origen’ en un altar, quintaesencia de la ética y la estética de uno de los directores más libres que ahora mismo andan filmando mainstream por el mundo. El único director capaz de levantar 200 millones de dólares para hacer la película que le dé la gana, sea un doblemente fantástico thriller de ciencia ficción, una historia de amor interestelar o una cinta bélica.
Qué sensación tiene que ser, entrar en el despacho de un productor con una idea brillante y salir de allí con un cheque en blanco para convertirla en una enorme película. Y ahí es precisamente a donde quería ir a parar. A la idea.
¿Cómo se genera una idea? Y, más importante aún: una vez generada, ¿cómo evitar su robo, manipulación, usurpación o plagio? La historia del arte y de la ciencia está repleta de todo tipo de robos de ideas, planes, estrategias y proyectos; pero desde el brutal desarrollo de la era digital, la protección de la información absorbe cada vez recursos en el gobierno del mundo y en el mundo de la empresa.
Y no digamos lo que está por venir, con la explosión del Big Data y la generalización de la Inteligencia Artificial en cada vez más ámbitos de nuestra vida cotidiana. ¡El que tiene la idea, la información y el conocimiento; tiene el auténtico tesoro, el Santo Grial del siglo XXI!
Sobre ese eje pivotan dos de las grandes joyas de la filmografía de Nolan: la citada ‘Origen’ y la oscura e inquietante ‘The Prestige’. Y, como es habitual en el cineasta, sus películas nos invitan a reflexionar sobre algunos de los grandes temas que preocupan al hombre, a través de géneros cinematográficos populares y comerciales: la ciencia ficción y la fantasía.
‘The Prestige’ es una película aterradora que lleva hasta límites inconcebibles la rivalidad entre dos magos, brillantemente interpretados por Christian Bale y Hugh Jackman. Dos tipos que renuncian a llevar una vida más o menos convencional en aras a conseguir el mejor truco posible. Una búsqueda incansable y obsesiva que persigue no solo emocionar y sorprender al público, sino también y sobre todo, derrotar, destruir y humillar al antagonista.
La sucesión de engaños, ardides y traiciones desplegada por los dos magos resulta escalofriante y nos obliga a descubrirnos ante dos genios que, si llegaron a ser tan grandes, fue gracias al odio que mutuamente se profesaban.
‘Origen’ es otra cosa. Se trata de una larga y barroca película de corte onírico que taladra el cerebro del espectador desde la primera secuencia, obligándole a estar bien atento y despierto para no perderse en los meandros de una propuesta fascinante.
Volvamos al mundo de las ideas. ¿De qué sirve blindar, encriptar y proteger con complejas contraseñas nuestros equipos informáticos, si un interceptador puede acceder a nuestra mente mientras dormimos y robar nuestros más íntimos y valiosos secretos?
De eso va ‘Origen’. De penetrar en la mente de los demás y bichear en sus sueños más recónditos, accediendo a la fuente de sus ideas. O, yendo más lejos aún, ‘Origen’ plantea la posibilidad de sembrar en el cerebro de otra persona nuestras propias ideas, para que prendan, germinen y crezcan como si fueran suyas, a modo de simbiosis parasitaria, permanente, no revisable e indetectable.
Penetrar en la mente de otra persona y que nos permita profundizar en sus sueños no es tarea fácil. Aunque nada parece tener sentido en ese universo onírico, todo guarda su propia lógica y requiere de verosimilitud. Todo puede pasar, en el mundo de los sueños, a la vez que todo puede desmoronarse en un segundo, como un castillo de arena barrido por las olas del mar, ante una mínima incongruencia. De ahí que los arquitectos del sueño tengan tanta importancia en una trama rebosante de filosofía y recubierta de una crujiente capa noir.
Me sobresaltó ‘Origen’, la primera vez que la vi. Ser arquitecto de sueños tiene que ser algo muy parecido a ser cineasta: crear un mundo entero, desde la nada, partiendo de un guion, unos actores, unos decorados y la utilización de la luz. Y el planteamiento de Nolan, una trama criminal a partir del robo de ideas, invadiendo el cerebro de otra persona, es brutal, radical y visionario.
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