La Sábana Santa, de Turín a Guadix

La trazabilidad de la Sábana Santa, la tela de lino manchado que, según la tradición cristiana, cubrió el cuerpo de Jesús de Nazaret, empieza en 1353. Durante la Edad Media, las cruzadas a Tierra Santa trajeron consigo las reliquias y su poder. Tras el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago, lo más codiciado era el Sudario de Jesucristo y el Santo Grial. Y fue en 1353 cuando el caballero Geoffroy de Charny, que vivía en el pueblo francés de Lirey, aseguró que tenía el lienzo que cubrió el cuerpo del Señor, aunque siempre afirmó que no conocía su procedencia. Se observaba una imagen borrosa y la impronta de un hombre terriblemente torturado.

Geoffroy de Charny, que murió tres años más tarde en la batalla de Poitiers, donó la Sábana Santa a Lirey, cuya pequeña parroquia, que la custodiaba, comienza a recibir a miles de peregrinos. En la Guerra de los Cien Años los monjes devuelven la Sábana Santa para su protección, pero al término de la contienda, la nieta de Geoffroy de Charny, Margarita, se niega a devolverla y la usa como salvoconducto para huir hasta Italia. La entrega a los Duques de Saboya, futuros reyes de Italia, que la guardan en el templo de Chamberye. Allí es profusamente venerada.

En la noche del 3 y 4 de diciembre de 1523, se quema la iglesia y se derrite el relicario que contenía la Sábana Santa. Cayó una gota de plata incandescente que atravesó completamente la Sábana Sánta, marcándola para siempre. Finalmente la Sábana llegó a Turín (Italia) en 1578, siendo recibida por la multitud. En la catedral turinesa se conserva hasta nuestros días.

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