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Rafa Olmos, en el escenario de Las Vegas R. I.

Un granadino 'salta' de los jardines del Neptuno al Circo del Sol

Rafa Olmos, de 23 años, es uno de los artistas del espectáculo más antiguo de la compañía circense, en Las Vegas

Lunes, 22 de abril 2019, 00:27

Lo bonito de saltar es que, al pisar el suelo, todo ha cambiado. Por pequeño que sea el despegue, la tierra se mueve y el mundo es otro. Saltar y saltar y volver a saltar para subir más alto, para levantarse otra vez, para alcanzar el sueño. El día que Rafa Olmos (Granada, 1996) tocó en la puerta de La Central del Circ de Barcelona, uno de los grandes centros de entrenamiento circense de España, sólo quería saltar. «Vengo a saltar», dijo. «Fuera de aquí», le respondieron. Quizás fue por su aire de chaval, por su aspecto gamberro, por sus escasos 18 años. A saber. Lo que no sabían allí, en Barcelona, es que alguien que se ha caído tantas veces en el césped del Neptuno no se rinde fácilmente.

Granada, 2011. Rafa tiene 15 años y se acaba de apuntar a un club de gimnasia, Acróbatos. Está aprendiendo a hacer 'tumbling', una modalidad de gimnasia acrobática con trampolín que no es olímpica. Al mismo tiempo, un compañero del Regina Mundi, su colegio, le invita a ir a los jardines del Neptuno. «Nos juntamos allí unos cuantos para entrenar, ¿te vienes?», le propuso. Y fue, claro que fue. Ese día y todos los demás, sin parar. Saltos, volteretas, piruetas y carreras, ningún reto era imposible. Quién le iba a decir a ese Rafa adolescente que, unos años más tarde, cambiaría a los conductores curiosos de la rotonda de Recogidas por el público de un teatro lleno, en Las Vegas, en el espectáculo más antiguo del Circo del Sol. Pero todavía no hemos llegado a eso. Tenemos que caernos muchas veces más.

Rafa pasó tres años entre el club Acróbatos y la lona del Neptuno. «Llegué a ser campeón de España de tumbling, pero me cansé. Quería crecer. Quería ser mucho mejor», dice. Cuando terminó la ESO empezó un grado medio de deportes, pero, en ese verano, le ofrecieron ir a hacer una sustitución en un espectáculo circense en Marina D'Or. «Allí descubrí que no sólo haciendo Magisterio puedes tener una carrera profesional, también haciendo arte, haciendo circo». En aquellos tres meses en Marina D'Or hizo, básicamente, lo que había entrenado tantas veces en el césped del Neptuno. Y, más allá de ese primer sueldo que no se olvida –por pequeño que sea–, descubrió una vocación espectacular. «Me fui a Barcelona a hacer un curso y me hablaron de un sitio, La Central del Circ, un gimnasio al que no puede ir cualquiera...»

Trayectoria

«Fuera de aquí», le respondieron. Y Rafa se marchó para volver al día siguiente. «Volví con el currículum, para demostrar que tenía experiencia y me puse a entrenar. Cuando vieron que iba en serio... estuve dos años allí». Un amigo, una vez más, fue el que le lanzó al siguiente capítulo: «¿Te vienes a hacer un espectáculo al Circo Price de Madrid?», le propuso. «Un mes y medio de actuaciones. Fue un gran salto al mundo del espectáculo». En este tiempo empezó a perfeccionar su técnica en 'báscula', «que es lo que hago ahora en Las Vegas». El ejercicio consiste en que dos personas se colocan en los extremos de una tabla en equilibrio. Con el empuje de uno, el otro salta y hace alguna acrobacia. «Nos juntamos un grupo muy bueno. Alcanzamos un nivel muy alto y empezaron a ofrecernos contratos. Así llegó nuestra primera gran experiencia propia, en la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid. No nos salió muy bien, la verdad... Fue un desastre. Pero estuvo bien para aprender el negocio».

Rafa Olmos, durante una actuación, antes y después de maquillarse
Imagen principal - Rafa Olmos, durante una actuación, antes y después de maquillarse
Imagen secundaria 1 - Rafa Olmos, durante una actuación, antes y después de maquillarse
Imagen secundaria 2 - Rafa Olmos, durante una actuación, antes y después de maquillarse

Y tal vez fuera cosa de los Reyes Magos de Oriente, no lo sabemos. El caso es que al poco tiempo les contrataron para hacer una gira en Arabia Saudí. «Estuvimos un mes allí, actuando delante de príncipes». Su número de báscula era un éxito que funcionaba en todos los escenarios a los que acudían. Un empuje que le animó a presentarse, al fin, al casting que realizaba el Circo del Sol en Londres. Era enero de 2017. «Creía que era uno de los mejores pero, en realidad, estaba en el grupo de los de 'muchas gracias por venir'. No pasé la selección».

Formar parte del Circo del Sol era el sueño. «Lo fue desde el principio, desde que descubrí el camino. Iba a hacer lo posible por entrar». Sus 5 horas de entrenamiento diario terminaron dando fruto y, tras subir un vídeo de una sesión a Facebook, un ojeador del Circo del Sol le contactó. «Me dijo que buscaban gente para ir a Montreal, donde está su base. Me pidió más vídeos. Y, finalmente, tampoco me cogieron». Pero aquella relación entre el ojeador y Rafa no se acabó ahí, claro que no. Al poco tiempo le ofrecieron participar en un espectáculo en tour y, luego, en Las Vegas. A la fase final de este proceso llegaron los 10 mejores, entre ellos Rafa. Y... no, tampoco. Se quedó a las puertas.

Otra vez

Al fin, la oferta definitiva. Esta vez no había casting. El puesto era suyo. El Circo del Sol estaba convencido de que Rafa era el indicado para un espectáculo de cama elástica. «Me lo tuve que pensar muy bien porque no era lo que quería. Lo mío era la báscula, para lo que había entrenado tan duro durante tanto tiempo. Miré a lo que me hacía feliz y, pese a que era el sueño de mi vida, dije que no».

«El día que me cogieron lloré, nervioso, por fin sí, estaba dentro. Y aquí llevo un año y medio»

Octubre de 2017. El Circo del Sol le ofrece un puesto en el Hotel Treasure Island, el espectáculo más antiguo de la compañía: 25 años dando saltos. Rafa formaría parte del equipo de artistas y tendría un número propio de báscula. «El día que me cogieron lloré, nervioso, por fin sí, estaba dentro. Y aquí llevo un año y medio». Rafa actúa cinco días a la semana, dos veces al día, y descansa jueves y viernes. Lleva más de 700 shows entre pecho y espalda. «Aquí hay gente que lleva los 25 años. Están contentos conmigo, yo podría seguir aquí lo que quisiera, pero...»

Lo bonito de saltar es que cuando tocas el suelo el mundo ha cambiado y, tal vez, lo que te parecía muy alto, altísimo, ya no lo sea. «Quiero seguir creciendo. Quiero mirar arriba. Puedo seguir mirando hacia arriba, todavía se puede seguir subiendo, más arriba del Circo del Sol». En julio, Rafa dirá adiós a sus compañeros de Las Vegas para volver a Granada. Tiene un proyecto junto a su hermano, Paco, que también hace acrobacias. «Vamos a hacer una gira por España, de septiembre a marzo. Mi meta es ser el director de mi propio espectáculo». Y ya saben lo que dicen de los chavales que se caen en el césped del Neptuno.

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