Cuando Santa Marta abrió los ojos se sintió más viva que nunca. Estaba en la peluquería, como cada miércoles de Corpus antes de salir en la Tarasca. Solo que no era ni miércoles ni Corpus ni había rastro de su querido dragón. Luego se miró las manos, las piernas, los ojos y todo lo demás y descubrió que no estaba hecha de plástico. ¡Era de carne y hueso! La versión más granadina posible de aquella Margot Robbie que se llevó a Barbie al mundo real. Y así, igual que en un cuento de hadas, Santa Marta salió de paseo por Granada como si fuera la primera vez. ¿Qué haría la gran protagonista de la Tarasca un 24 de junio a las cinco y media de la tarde en Granada con el termómetro a 40 grados?
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«Por favor, una limonada bien fresquita», pidió sonriente Santa Marta, en Los Italianos, mientras un turista emitía en directo un vídeo con ella. «Qué calorín», resopló en el paso de peatones de Gran Vía, por donde suele ir escoltada por sus gigantes y cabezudos. Ya en la sombra del Zacatín, una familia la miró con extrañeza. El padre inició la conversación:
–¿Eres modelo o vas de despedida de soltera?
–¿Conoce usted la Tarasca, señor? –respondió Santa Marta.
–No hay nada más granaíno.
–Pues este es exactamente el vestido que llevaba ella.
–¿Seguro?
–¡Sí! –sonrió orgullosa Santa Marta– ¡Lo diseñé yo!
Santa Marta es, en realidad, Arantxa Orantes, la modista de la última Tarasca. «Queríamos que, por un día, Santa Marta cobrara vida para recorrer los lugares más emblemáticos de Granada, que probara lo mejor de su ciudad. Después de tantos años, nunca había hecho un tour por Granada», reflexionó Orantes.
La idea surgió en el grupo de Whatsapp que comparte con el resto del equipo, sus amigas María Rosales –la peluquera–, Marta Cano –maquilladora– y Noelia Pérez –diseñadora de joyas–. «Alguien dijo que sería buena idea hacer una foto con Santa Marta en algún mirador bonito del Albaicín. ¿Y si en vez de una, hacemos varias? ¿Y si montamos un recorrido? ¿Y si...? Al final, aquella idea se convirtió en medio día de un sitio a otro».
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Las cuatro, acompañadas por la fotógrafa Alba Castillo y la cámara Alicia Robles (las encargadas de rodar un día tan memorable), recorrieron Granada dejándose querer. «Era una oportunidad distinta para que la gente viera el traje, el peinado, el maquillaje, todo tal y como iba el día de la Tarasca, pero en movimiento», señaló Orantes.
Unos churros en Bib-Rambla, visita a la Catedral, escuchar unos discos en Bora-Bora, perderse por el atardecer del Albaicín, tomar unas tapas en San Remo, en el Ávila, en Los Manueles... «¿Te imaginas que le ponen una Cruzcampo a Santa Marta? ¡Tendría malafollá!», bromeó María Rosales, provocando una carcajada. Sea como sea, la gente sacaba el móvil a su paso, como si fuera la mismísima Margot Robbie paseando por la ciudad.
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Una de las paradas más especiales, sin embargo, fue en la mercería La Ocasión, en Marqués de Gerona. «Compro aquí mis telas desde que monté mi taller», dijo Orantes al entrar. Pepa y Marta, al otro lado del mostrador, la miraron de arriba abajo y suspiraron orgullosas. «¡Y mira por dónde vas ya!».
El lunes en que Santa Marta cobró vida, por cierto, podremos verlo completo en unos días, en cuanto terminen de montar la película. Ya quisiera Barbie.
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