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Elena Laura Serrano y Alfonso Salazar, en el Palacio de los Condes de Gabia. ARIEL C. ROJAS
La sensación de lo vivido

La sensación de lo vivido

Elena Laura Serrano y Alfonso Salazar se encuentran en Condes de Gabia en la muestra 'Frutos del tiempo' que reúne pintura y poesía visual

Martes, 4 de febrero 2025, 23:43

Pronto se cumplirán cinco años de aquel 13 de marzo cuya hoja del calendario permanece congelada en un bloque de resina que semeja hielo en la muestra 'Frutos del tiempo', que se puede visitar hasta el próximo 21 de febrero en el Palacio de los Condes de Gabia. En ella, la pintora –y escritora, aunque ella diga que no–, Elena Laura Serrano, y el escritor y gestor cultural Alfonso Salazar, comparten en las mismas paredes lo vivido en los peores momentos de la pandemia, ella ante su caballete, él ante sus libros.

«Mientras Elena pintaba, yo leía y escribía», señala Alfonso Salazar en la nota de sala de la exposición. Cuando el mundo se paró, Elena pintó y Alfonso escribió. «La sensación primera fue de angustia, de algo que se viene encima sin quererlo», afirma Elena Laura. La serie de pinturas que se exhiben cuentan un historia, un cuento casi moral que comienza con la inamovible pared que encerró a miles de millones de seres humanos, y que poco a poco hubo que ir rompiendo, primero sacando un dedo, luego un pincel, luego interactuando desesperadamente con uno de esos patos que tomaron nuestras avenidas usando una pajarita de papel. Un 'storyboard' que retrata hasta qué punto rebajamos nuestras líneas rojas y durante un tiempo apreciamos con cuán poco podíamos ser felices. Son un total de 31 obras, pero por cuestiones de espacio, no todas han podido ser expuestas.

Esas sensaciones de lo vivido salieron del cuadro como modelos indisciplinados para dar un paseo llevadas de la mano por la autora, y se encontraron un día de 2021 con las que llevaba consigo Alfonso Salazar, quien en su faceta de gestor cultural –persona cuyo sustento depende de la cultura, en román paladino– acusó el impacto de múltiples maneras. Ambos se conocían de antes. Salazar dice de Elena Laura Serrano que es «una de las mecenas ocultas de Granada, organizadora de numerosos recitales de poesía en el jardín de su casa». Por ello, de esa puesta en común de la opresión surgió lo que podemos calificar como un reto compartido: el de mostrar en las paredes una secuencia evocadora, y el de crear siete objetos de poesía visual donde se pusieran de manifiesto las lecturas que han formado la columna vertebral de la existencia de un 'ser de letras' como es Salazar. Ahora se cumplen cinco años del inicio de la pandemia, pero ambos llevan detrás de esta iniciativa dos. Encontrar hueco en lugares de primer nivel como Condes de Gabia no es tarea fácil, por lo que tanto la una como el otro agradecen la oportunidad que les ha ofrecido la Diputación y el Departamento de Artes Plásticas para poder contar su historia.

La obra con la calavera de resina y Juan Rulfo, en recuerdo de Alejandro Gorafe. ARIEL C. ROJAS

Así, cada objeto se relaciona con una lectura. La calavera de resina, con uno de los pasajes de 'Pedro Páramo' de Juan Rulfo. Las gafas con la brújula, en homenaje al recientemente desaparecido Alejandro Gorafe, con 'La realidad y el deseo', de Luis Cernuda. El abrecartas con un reloj en su parte superior es una referencia a la obra de Borges. Los billetes de 100 pesetas con la efigie de Gustavo Adolfo Bécquer y la referencia a la 'Rima XXVI' del autor romántico sevillano, donde se habla de la importancia que tiene el vil metal, incluso para quienes se dedican a la cultura. 'Invisibilidad 27', un hábil juego donde los invisibles en la histórica foto del Ateneo de Sevilla son ellos, no ellas. Y finalmente, el 'Poema del tiempo que no pasa', esa referencia ya mencionada al bloque de resina que congela la fatídica fecha del 13 de marzo de 2020, con el engarce al libro homónimo de Louis Aragon. Todos los objetos cuentan una historia de letras y emociones, lo que complementa de la mejor manera posible las pinturas.

Un artefacto sin fin

Otra de las curiosidades de la muestra es la exhibición de 'La eternidad poética de la máquina', una pequeña instalación que incluye un libro en el que se muestran unos sonetos que combinados entre sí podrían ocupar al lector en un periodo de tiempo que llevaría desde la época de los dinosaurios a nuestros días. La cifra matemática es algo así como diez elevado a la decimocuarta potencia, como recuerda Alfonso Salazar. La referencia de esta obra es el 'Artefacto Poético de Lectura Interminable', que en su día construyera el francés Raymond Queneau. Los diez sonetos que aparecen en el libro tienen la misma rima, lo que da esa cifra elevándolos a los 14 versos que tiene esta modalidad poética. En este caso, además, el curioso experimento lleva consigo la intervención de la inteligencia artificial a través del Chat GPT. En la instalación se refleja además la conversación mantenida por Salazar con dicha inteligencia –que quiere ser denominada 'Autore'– y a través de un código QR se puede oír, en la voz de Elvira, generada también artificialmente, la lectura de los poemas. El alma, claro, desaparece.

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