Pintura en Granada
Setenta años de paleta y pincel
Pintura en Granada
Setenta años de paleta y pincelMaría Rosa correteaba por el patio de la casa de su amiga Anita, en Jaén, cuando vio una imagen que estaba a punto de cambiarle la vida:un señor, el padre de Anita, sentado delante de un caballete pintando un lienzo en blanco. «Quiero ser ... como él», expresó para sus adentros. Y lo fue. Y lo es. Aquella cría de nueve años, que dibujaba con tiza mujeres de época con grandes moños en la acera de la calle Almendros Aguilar, tiene ahora setenta y seis inviernos muy bien llevados e inauguró ayer la exposición número veintipico de su dilatada trayectoria con los pinceles. La más importante. «La que muestro mi yo», dice emocionada. También es la primera que hace desde que terminó la carrera de Bellas Artes –la cursó entre 2016 y 2021–.
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La muestra, que se podrá ver en la Cámara de Comercio de Granada entre el 6 de marzo y el 5 de abril, se llama 'In conexos'.María Rosa Delgado (Jaén, 1947) se desnuda emocionalmente para mostrar ese raudal de emociones, sensaciones, tristezas y alegrías que conllevó para ella –y para el resto de la humanidad– la pandemia. «Un periodo –reflexiona– en que sufrimos la desconexión de nuestro entorno, de nuestra familia, de nuestros amigos...».
Pero 'In conexos' es realmente un magnífico pretexto para contar la maravillosa historia de una creadora hecha a sí misma, María Rosa Delgado –firma sus lienzos con su primer apellido–. Una historia que se resume en una pequeña habitación de unos seis metros cuadrados de su domicilio en la urbanización Jardín de la Reina.
Una estancia que tiene un enorme significado para ella. «Aquí falleció mi madre, en mis brazos, y aquí he querido instalar mi estudio porque siento que está conmigo», explica con la voz quebrada. «Quité todos sus muebles porque me producían mucho dolor y en la esquina donde se fue, donde estaba su mecedora, colgué este retrato», dice señalando un cuadro. Un cuadro donde aparece Ángeles, su progenitora pero también uno de sus grandes referentes vitales y artísticos. «Aprendió el oficio de modista y cosió para grandes diseñadores como Elio Berhanyer o Balenciaga», recuerda.
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Y es que la biografía de María Rosa Delgado es sinónimo de arte. Las paredes de su vivienda, un piso de noventa metros cuadrados, están repletas de obras realizadas a lo largo de siete décadas. «Esta es mi vida», resume. Ahí están sus primeras creaciones, las que enseñaba a su tío diplomático Héctor –al que considera un padre porque el suyo murió cuando ella tenía solo tres años–. Y también las últimas, las que reflejan la forma de ver el mundo de una artista con identidad propia. ¿Sus influencias? Todas y ninguna. «Yo he sido como una esponja», asegura. A pesar de ello, María Rosa admite su evolución del figurativismo a lo abstracto como un camino de ida y de vuelta. «Me gustan el impresionismo y la impronta de Van Gogh y su paleta de colores».
María Rosa Delgado, madre de tres hijos y abuela de cuatro nietos –«mis mejores creaciones», confiesa–, también reconoce su querencia por el retrato como medio para expresar los estados de ánimo. Los propios y los de los demás. «Sí, la mirada es el espejo del alma», comenta a modo de declaración de intenciones. Miradas lánguidas, miradas de esperanza, miradas perdidas, miradas encontradas... «Me interesan las de todos los seres humanos, con independencia de su sexo, su procedencia o su religión», aclara. «Me llaman especialmente la atención la de los africanos, por todo el colorido que les rodea», añade.
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La autora de 'In conexos' se hizo a sí misma. Aprendió la técnica en los libros hasta que en 1996 decidió apuntarse en la Escuela de Artes y Oficios de Granada para cursar durante seis años tres ciclos: vaciado y moldeado, dorado y policromado, y grabado y estampación, aunque su gran sueño era obtener el grado de Bellas Artes y eso es exactamente lo que hizo con 68 años.Matricularse y sacarse la licenciatura con matrículas de honor, sobresalientes «y algunos notables». «Hubo muchos profesores que me dejaron huella, pero especialmente Paco Baños», comenta María Rosa. «Él me enseñó a mirar de otra manera, a expresarme libremente y a quitarme todos los miedos», le agradece.
María Rosa Delgado, que en Granada ha tenido una decena de talleres y una galería en el Camino de Ronda –hoy día es socia de Arrabal–, es también una escritora empedernida. Poca broma. Ha firmado la friolera de diecisiete libros en los que narra, en clave literaria, sus experiencias y sus vivencias. Suya es la novela 'En los confines de mis sueños' y suyo es también el relato 'El mundo secreto de Quique', un género, el de las narraciones breves, en el que se mueve como pez en el agua.
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Esta es María Rosa Delgado, una mujer que siempre se mereció salir en los periódicos.
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