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Una modelo, con una creación de Dolce & Gabbana en 2011. REUTERS
Stop a las pieles en las pasarelas

Stop a las pieles en las pasarelas

Dolce & Gabbana anuncia que deja de emplear el pelo de animales en su colecciones. La industria de la moda se decanta por materiales ecológicos y sintéticos

Lunes, 7 de febrero 2022, 00:46

La industria de la moda se deja la piel en lo suyo, pero prácticamente ha renunciado a emplear la de los animales en sus diseños. El negocio quiere ser sostenible, limpio y evitar todo rastro de sangre. Y despellejar al zorro para lucirlo en saraos elegantes definitivamente no es de buen tono. Las firmas que mandan en la pasarela han ido prescindiendo de las criaturas, salvajes o criadas en granjas, por muy agradable al tacto que resulte su pelambrera. Dolce & Gabbana ha sido la última en subirse al carro al anunciar que deja de emplear el pelo de animales en su colecciones, un paso que ya habían dado Prada, Armani, Gucci, Versace, Furla y Valentino, entre otras.

Inglaterra desterró las granjas que producen animales para utilizar su piel, si bien tales artículos no han desaparecido del todo de las tiendas porque se introducen gracias a las importaciones. La erradicación de la despellejadura se extrema sobre todo con especies en vías de extinción. Hasta la reina Isabel II se ha sumado al movimiento a favor de los derechos de los animales y ha enviado al armario su inseparable capa de armiño.

Para no aparecer como el último reducto de los refractarios, Dolce & Gabbana ha expresado su intención de apostar por un «futuro más sostenible», en armonía con la madre naturaleza. Con el fin de preservar el «trabajo y la profesionalidad de los maestros peleteros», Dolce & Gabbana «seguirá colaborando con ellos» para crear «ropa y complementos con pieles ecológicas» utilizando materiales reciclados y reciclables».

El cambio de mentalidad se ha producido en poco tiempo. De hecho, entre 2000 y 2010 se había registrado un aumento del 70% en la venta de pieles, mientras que en 2014 el comercio alcanzó la exorbitante cifra de más de 40.000 millones de dólares, según la Federación Internacional de Peletería. Sin embargo, la nueva sensibilidad ha invertido la tendencia, y las francesas Channel y Jean-Paul Gaultier, la británica Burberry o las estadounidenses Donna Karan, DKNY y Michael Kors también han abdicado de ofrecer en sus piezas el abrigo natural de los animales.

Actividad lucrativa

Visones, zorros, mapaches y chinchillas, coyotes y linces han sido víctimas de una industria del lujo que no cejaba en el sacrificio de seres vivos para ir a la última. No en balde, la producción masiva de artículos de piel fue una lucrativa actividad desde mediados del siglo XIX, espoleada por unas clases altas que se habían desinhibido de su recato, sustituido por un irrefrenable gusto por la ostentación.

Pero a la vista de esta nueva mentalidad, la industria se inclina por nuevos diseños, hechos de vegetales y otras texturas (léase algodón, bambú, cáñamo, fibra de soja) para salvar la vida a nuestros congéneres. Frente al negocio de las pieles, se levantan los colectivos que defienden los derechos de los animales, que denuncian la crueldad y falta de ética de muchas empresas que acaban con existencia de 50 millones de ejemplares al año.

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