Peces de porcelana y espejos en una de las instlaciones que se pueden visitar en el Carmen de los Mártires ALFREDO AGUILAR

Un taller de arte acerca la figura de Falla a niños en riesgo de exclusión social

La iniciativa 'El círculo mágico' ha derivado en una instalación dirigida por la ceramista Carmen Vila y un cortometraje de Manuel Polls Pelaz

Miércoles, 25 de noviembre 2020, 00:43

El arte, las artes, son capaces de generar impulsos insospechados, incluso en adultos que a veces están de vuelta de todo. No digamos si los participantes son niños de entre 8 y 12 años, como es el caso de la veintena que han participado ... en el taller de arte 'El círculo mágico', que además tienen el hándicap –superable– de encontrarse en riesgo de exclusión social. Justamente, iniciativas como la presentada ayer en los jardines del Carmen de los Mártires abren una puerta a la esperanza, esa puerta que sostienen entre sus manos la música, el cine y la escultura, en este caso.

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La figura de Falla siempre ha sido cercana a los más pequeños, como recordó Elena García de Paredes Falla, directora de la Fundación. En parte, porque historias como 'El amor brujo' o 'El retablo de Maese Pedro' son fácilmente comprensibles para ellos, porque lo que se enfrentan son conceptos como el amor, el bien, el mal, la valentía... que forman parte de su crecimiento como personas. Con estas premisas, los Encuentros Manuel de Falla –más complicados de organizar que nunca por mor de la pandemia– han incluido en su programación un programa que se organizó durante el mes de agosto con niños de Aldeas Infantiles y Almanjáyar en Familia, dos entes que realizan una labor ya fecunda e intensa con los pequeños, y que cuentan con el apoyo de Fundación La Caixa y Caixabank en programas que ya tienen un largo recorrido.

Ayuntamiento y Fundación Archivo Manuel de Falla tienen una larga experiencia en la realización de estos talleres, casi una década. Y aunque la pandemia ha marcado tanto la agenda como los espacios donde desarrollar la actividad –que tuvo lugar, en parte, en las instalaciones de las asociaciones implicadas en lugar de en la conocida 'zona de la palmera' del Auditorio–, el resultado final es muy bueno, aunque ayer solo pudimos disfrutar de una parte, la instalación cuya dirección musical ha estado a cargo de Diego Neuman y la artística, a cargo de Carmen Vila.

En diversas ubicaciones del Carmen, el visitante puede ver curiosos espejos sobre los que se asoma una caña llena de peces de porcelana, o anaqueles donde se encuentra interpelado por figuras del mismo material. Un mundo que deja volar la imaginación, como dijo ayer la concejala de Cultura del Ayuntamiento capitalino, Lucía Garrido. Un antídoto contra el marasmo, lógico en niños y niñas que han vivido de forma especialmente dolorosa este confinamiento, en una soledad felizmente acompañada por el personal de estas asociaciones, pero que a veces se hace muy cuesta arriba, como recordaron Juan Carlos Carrión, presidente de la Asociación Almanjáyar en Familia, y Encarnación Martín, de Aldeas Infantiles SOS.

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Desde el punto de vista técnico el trabajo de modelado no es fácil, y Carmen Vila insistió en que, ante la tesitura de elegir entre el barro y la porcelana, optó por esta última porque «además de ofrecer una mayor sensación de pureza, el resultado final que podía ofrecer en cuanto a textura me pareció mucho más interesante». Cada grupo usó porcelana de un color: unos blanca, otros azul, otros negra. Así, cada cual podrá reconocer con mayor facilidad del resultado de su trabajo.

La artista ha disfrutado con la instalación: «A partir de 'El romance del pescador' que aparece en 'El amor brujo' de Falla, hemos construido un mar de espejo sobre el que se sitúan los peces en cañas de bambú. Primero, hicimos que los niños tomaran papel y lápiz y dibujaran un pez, con el fin de consolidar una visión de la figura acorde con su percepción. Aunos se les ocurrió pintar un delfín, a otros un pez globo... Ellos fueron los protagonistas en todo momento, y además de aprender las tareas de modelado, memorizaron el poema y lo supieron reflejar. Ha sido una tarea de lo más gratificante».

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El otro arte en torno al cual ha pivotado el taller ha sido el séptimo:el cine. El director del Festival Cinemística y realizador, Manuel Polls, asegura que «Francois Truffaut decía que a veces es difícil trabajar con niños, porque no les preocupa el estrellato. Solo el presente. Por eso, Truffaut decía que tienen que querer ayudarte. Y este fue el caso».

Asegura que ha aprendido mucho con ellos en esta historia que cuenta una cinemística en que se entremezclan el amor, la magia, la música y el arte. «Desde la idea de ese círculo, que para místicos como San Juan de la Cruz, que recorrió estos jardines y se sentó bajo la sombra del árbol seco, se ensancha más en su interior cuanto más se estrecha en el exterior, hemos hecho una parábola donde los personajes giran en torno a él, como esos derviches sufíes, que recoge la experiencia de estos chicos en su entorno de Almanjáyar, origen del Sacromonte de 'El amor brujo'».

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