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José Antonio Muñoz
GRANADA
Viernes, 14 de junio 2019, 01:34
El profesor Juan José Montijano es uno de los mayores expertos del mundo sobre la Tarasca, un personaje que no se ciñe exclusivamente a Granada en su marco temporal, pero que en nuestra ciudad adquiere unas características muy peculiares. Para darlas a conocer de forma ... divertida, acaba de publicar 'Yo soy, la Tarasca' (Ediciones ende, en cuya web se puede adquirir), un libro que abre la puerta a la publicación de una magna obra en torno a la protagonista de la Pública del Corpus, y cuya salida a la calle está prevista para el próximo año, junto con una exposición monográfica de gran calado.
–¿Para quién ha escrito este libro?
–Está escrito pensando en quienes no conocen la verdadera historia de la Tarasca de Granada, y a cualquier edad, quieran acercarse a ella por primera vez.
–No es una obra académica, entonces.
–Es un libro que, sin perder el rigor, cuenta la historia de una forma amable. Así, la Tarasca dialoga con su dragón, con su novio Quique (Enrique Cabrera, su cuidador y quien la mantiene esplendorosa)... En cada capítulo, va explicando un episodio de su intrahistoria. De este modo, habla con sus siete hermanas –los siete maniquíes que la han encarnado desde que el gremio de comerciantes la recuperara en 1883–, se queja de su mala relación con el cabezudo de la mujer china... Trato de que la lectura sea agradable y a la vez instruya sobre el personaje.
–¿Cuáles son esos detalles que no son de común conocimiento y que se desvelan en el libro?
–Por ejemplo, el autor de la Tarasca actual, desconocido hasta para los responsables municipales. En los seis meses en que buceé en el Archivo Municipal, en un suplemento del desaparecido diario Patria, encontré una entrevista con Francisco López Burgos en el que aparecía el boceto en barro del maniquí que hoy procesiona. Revelaba que el que procesionó en 1954, de Antonio Martínez Olalla, no era del agrado del Ayuntamiento, y que le encargaron una nueva cabeza. En realidad, la Tarasca actual es un poco el monstruo de Frankenstein: los brazos son de Martínez Olalla, y el cuerpo es del escultor Andrés Lledó, porque el primer maniquí que procesionó entre 1883 y 1930 ya no gustaba tanto, por lo que se le encargó un proyecto nuevo. La actual Tarasca es, pues, una escultura con varios padres.
–La obra está profusamente ilustrada. En este caso, es imprescindible.
–Claro. La Tarasca no se entiende sin la imagen que transmite. Además, la inmensa mayoría de las fotografías que ilustran la obra provienen del archivo de IDEAL, por lo que estoy más que agradecido a Amanda Martínez por su ayuda. Entre las ilustraciones históricas aparece 'La Primi', llamada así por ser la Tarasca primitiva, la que realizó Andrés Lledó, la de Luis Molina de Haro, la de Martínez Olalla, la propia de López Burgos...
–La historia de las procesiones no está exenta de sucesos...
–Por supuesto. Recuerdo en el libro, por ejemplo, que en el año 1961, al salir la procesión del Corpus había llovido, y los porteadores de la Tarasca resbalaron, cayendo el maniquí al suelo en la calle Cárcel Baja y sufriendo graves daños. Por eso, al año siguiente se encargó una nueva Tarasca a unas galerías comerciales. Esta nueva escultura, que estaba perdida, la hemos rescatado Enrique Cabrera y yo, y el año próximo formará parte de la exposición que vamos a organizar.
–También ha pasado por periodos de decadencia.
–Así fue, sin ir más lejos, durante los años 70. Y la idea del Ayuntamiento para revitalizarla fue construir una nueva escultura, que se encargó al escultor fallero Vicente Luna Cerveró. Fue mal desde el principio, porque la nueva Tarasca tenía un perímetro pectoral importante, que suscitó muchas críticas entre las granadinas. Críticas que no pararon cuando se le recortó. A pesar de todo, a Luna también se le encargó el dragón, los cabezudos y los gigantes Morayma y Boabdil, que aún siguen desfilando. Fue José Miguel Castillo Higueras quien, con la llegada de la democracia, revitalizó y reorganizó el cortejo.
–¿Cuál es el secreto de la permanencia de la Tarasca?
–Es una fiesta de la ciudadanía, de todos. Y es la gran fiesta de los niños. Cuando el año pasado fue declarada como día lectivo, me quedé perplejo. Con todo, creo que casi todos los padres fueron permisivos con la falta de asistencia... (risas).
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