Edición

Borrar
Elena Ruiz posa en su estudio, en Pinos Puente, rodeada por algunas de sus pinturas. RAMÓN L. PÉREZ
Tatuajes granadinos en la piel del Barroco

Tatuajes granadinos en la piel del Barroco

Elena Ruiz, estudiante de Bellas Artes, sorprende con sus pinturas de estilo clásico a sus miles de seguidores en Instagram, obras que ha expuesto en la cueva de María la Canastera

Martes, 23 de julio 2024, 00:09

Elena pintaba rosas en la piel. «Rosas, tigres, corazones, todo lo que pareciera un tatuaje», cuenta divertida. Sus compañeros del colegio, en Pinos Puente, salían de clase mostrando orgullosos el dorso de la mano o los brazos, como si llevaran una joya engarzada en el cuerpo. «De pequeña decía que quería ser tatuadora policíaca –ríe–. Cuando tenía cinco años, echaban en la tele un programa que se llamaba 'Miami Ink'. Me encantaba cómo un dibujo podía llevarse a la piel y verse tan real. Así que lo cierto es que empecé en la pintura por el tatuaje».

El estudio de Elena Ruiz (Granada, 2002) está en la terraza de casa, frente a una pared –una página en blanco– que usa para proyectar películas. Solo se escucha el canto de los pajarillos sobre los tejados del pueblo. El olor del alpechín de la almazara se mezcla con el de los óleos y el aguarrás. En el caballete hay un lienzo del que empieza a brotar un ángel herido por una flecha. «Me inspiró la tragedia de Gaza. ¿Cómo un ser humano puede hacer esas cosas contra sí mismo? En fin –mueve las manos en el aire–, me queda un montón para terminar el cuadro». Por las paredes hay bocetos, estudios y notas que le guían en el trabajo. «Como la Santa Teresa de Bernini, que es fascinante».

La granadina de 22 años trabaja en su nueva obra, un lienzo inspirado en la tragedia de Gaza. Y otra de sus pinturas y un boceto en la libreta. R. L. PÉREZ
Imagen principal - La granadina de 22 años trabaja en su nueva obra, un lienzo inspirado en la tragedia de Gaza. Y otra de sus pinturas y un boceto en la libreta.
Imagen secundaria 1 - La granadina de 22 años trabaja en su nueva obra, un lienzo inspirado en la tragedia de Gaza. Y otra de sus pinturas y un boceto en la libreta.
Imagen secundaria 2 - La granadina de 22 años trabaja en su nueva obra, un lienzo inspirado en la tragedia de Gaza. Y otra de sus pinturas y un boceto en la libreta.

Elena tiene 22 años y pinta desde que tiene memoria. En su cuenta de Instagram le siguen casi 6.000 personas a las que les gusta su estilo. Un estilo muy clásico y, sin embargo, rompedor en una época repleta de técnicas digitales. «Fui descubriendo el arte por mi cuenta y siempre pensé que si no me dedicaba a pintar, haría algo relacionado con la medicina porque me encanta la anatomía». A sus espaldas hay varios cuerpos desnudos construidos con brochazos de color. «En el colegio me regañaban a veces los maestros porque me veían dibujando tatuajes en mi mano o en libretas, pero yo escuchaba siempre. Ahora pinto con podcasts de fondo. Pero entiendo que me llamaran la atención, lo merecía. Por suerte nunca he sido mala estudiante».

En Bachillerato se metió de lleno en el mundo de la pintura y dejó de lado el tatuaje. «Aunque me llegué a comprar una máquina de tatuar. No descarto hacer algo relacionado, buscar un maniquí y pintarlo con la máquina… Quizás lo haga». Ahora, Elena ha terminado tercero de Bellas Artes en la Universidad de Granada. «Noté mi despertar, por así decir, con mi profesor de pintura Juan Villar. Para el proyecto final reinterpreté una obra de un pintor que me encanta, el italiano Roberto Ferri. Intenté analizar su técnica y estudiar cómo usaba los colores. Me sorprendí a mí misma por poder hacer algo así: conseguí sacar la piel humana».

Hipodamía. ELENA RUIZ

A partir de aquel cuadro hubo una explosión. «Fue un ¡bum! Mis profesores se sorprendieron. Siempre he hecho muchos retratos, se me da bien. Pero estudiar anatomía de verdad, como la estudiaban en el Renacimiento y el Barroco, es lo que ha cambiado mi pintura. Mi camino».

Sacromonte

Detrás del caballete con el ángel caído hay otro lienzo en desarrollo: dos señoras fumando en actitud desafiante en mitad de la calle Recogidas. «Me contaron la historia de la calle y me pareció que tenía un cuadro». Porque hay mucha Granada en la obra de Elena Ruiz, tanta que hace poco organizó la exposición 'Granada, tierra soñada' en una de las cuevas de María la Canastera, junto a la artista Eva Galindo. «Vendí un retrato de Camarón y todas las 'prints' (copias del cuadro en papel fotográfico) que llevé. De hecho, sigo vendiéndolas».

De las paredes de la cueva colgaron la Granada de la Puerta de Bib-Rambla, en el bosque de la Alhambra, y la de la buenaventura, en la que una gitana lee el futuro en la palma de la mano. También la Granada de los guitarristas que habitan los cármenes y escenarios del Albaicín, y la Granada, claro, que refleja Federico García Lorca. Una ciudad mezclada con el mito y la cultura clásica a través de dos obras de gran formato. «Esta se titula 'Hipodamía'. Un oráculo le dijo al rey de Pisa que su futuro yerno mataría a su hija. En el cuadro, vemos el momento en que ella se antepone y decide seguir adelante».

Elena, con el retrato de Lorca. R. L. O.

Si se acercan a los cuadros de Elena en 'Granada, tierra soñada' verán que sobre esa piel tan estudiada y conseguida hay pequeños detalles brillantes. «Usé láminas de oro en las pinturas, que es una técnica muy, muy complicada –explica la artista–. Al final, más allá de las cuevas, los gitanos y el flamenco, y ese estilo más clásico, entre renacentista y barroco, lo que une a las obras es el diálogo del metal; el diálogo del oro». Ese oro luce como joyas engarzadas en el cuerpo, como aquellas rosas que de niña pintaba en la piel de su clase.

En lo alto de Pinos Puente, Elena Ruiz respira hondo y regresa al estudio. Le espera un ángel caído y, luego, todo lo demás. «El reto es hacerlo cada día mejor. Pintar es lo que siempre quise hacer».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Tatuajes granadinos en la piel del Barroco