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IDEAL
Sábado, 2 de mayo 2020, 16:20
El tenor granadino José Manuel Zapata puso ayer voz a la clausura del hospital provisional de Ifema, que cerró este viernes, 1 de mayo, con un emotivo acto solemne en el que se homenajeó a los sanitarios que han atendido a más de 4.000 pacientes.
El acto ha suscitado diversas críticas, entre ellas, a la aglomeración de personalidades en el acto, por la que ya han pedido disculpas algunas autoridades.
La emotiva actuación de José Manuel Zapata también ha sido origen de ciertos comentarios negativos, sobre todo, en redes sociales. Por este motivo, el tenor ha remitido a IDEAL este escrito en el que explica cómo ocurrió todo y responde a las críticas.
Buenos días, confinados, a todos.
Quiero compartir con los que sois mis amigos, y con los que no lo sois también, lo que viví ayer en el cierre del hospital de IFEMA. Por delante vaya que lo que voy a expresar no tiene ningún tinte político, ya que la política y en muchos casos la ideología, hace años se convirtieron en una de mis mayores decepciones, pero ahora son mi mayor tristeza. Me siento golpeado cada instante por una terrible hipocresía. El vídeo que veis es la grabación de la despedida que ayer se le dio a los último 4 pacientes del hospital de IFEMA. Una semana antes una gran amiga, Mar Eguiluz , gran regidora de ópera y voluntaria en el SAMUR y PROTECCIÓN CIVIL, me llamó para pedirme 'regalar' a esos últimos pacientes y a los sanitarios que se despedían de aquel oscuro, en todos los sentidos, lugar, un poco de música. Me pidió que cantase Nessun Dorma. Mi pensamiento de cantante fue: 'Jo, me encantaría pero es que llevo 45 días sin cantar porque no me sale, no me apetece, no tengo ganas…' Pero me pareció tan bonito poder llevar un pedazo de buena música, para mandar a tomar por culo el sufrimiento donde ha habido tanto, que le dije que sí. Le pregunté: ¿Tendremos equipo de sonido? Respuesta: NO. Y, ¿puedo llevar un piano o algún instrumento?: NO. Bueno es igual, pensé. A capella y mirando a los ojos a toda esa gente a la que le estoy, le estamos tan agradecidos.
Luego pensé, ¿y por qué no les regalo mi cd de tango? Pues allí que me planté con todos los que me quedaban, para poder darles una mínima parte de lo que ellos nos están dando a nosotros. Ésta es la intrahistoria.
La otra historia es que aquello se convirtió en un gran acto de cierre del hospital de campaña, y que cuando las imágenes mías cantando se hicieron públicas, despertaron de su letargo a toda esa gente que está en hibernación detrás de sus móviles hasta que algo que no les gusta o les parece bien llama su atención para destrozarlo sin miramientos. Porque me he dado cuenta de que no se preguntan nada.
No tienen curiosidad. Solo vomitan palabras llenas de 'vendetta'. También lo hacen los políticos de los otros 'bandos', que olvidan a la voz de 'ya' todas las enormes cagadas que ellos mismos han organizado durante este desastre. Porque cuando ellos la lían lo hacen por apoyar ideales y al pueblo; cuando lo hacen los otros, es electoralismo vil. A esto le podéis cambiar las siglas en un sentido u otro porque el orden de los factores no altera la poca vergüenza y la falta de memoria.
Lo que yo viví allí, fuera de distancias sociales o un mayor o menor número de personas, fue un acto lleno de cariño, ternura, amistad, agradecimiento y esperanza. Me han puesto a parir en redes por cantar sin mascarilla. Desde aquí os aclaro que con una mascarilla NO SE PUEDE CANTAR. Me han dicho que le escupía a los enfermos y podía contagiarlos. Este comentario expresa la estupidez humana en grado sumo. Aparte de llevar más de 45 días ENCERRADO, es muy difícil contagiar a quien ya lo está. ¡Idiotas del «pajarito»!
Y lo peor que me han dicho es que esto lo hacía para 'chupar cámara'. Mirad. A los que me conocéis y sois amigos no tengo que explicaros nada. Y a los que no os caigo bien o no me queréis, por mucho que os jure y perjure que estas cosas se hacen DE CORAZÓN, vosotros tendréis ya hecho vuestro juicio previo. Nada que hacer.
Se ve en las imágenes de las televisiones cómo cuando acabo de cantar y veo a una de las señoras enfermas llorar, me voy instintivamente a abrazarla y mi amiga, con buen criterio, me para. ¿Sabéis por qué me paso eso? Porque está dentro de mí. Porque ese impulso es mucho más antiguo de lo que yo soy. Porque soy humano y amo a los humanos, y tras 45 días de encierro eso no ha variado.
Ahora tendré que reeducar eso que muchos idiotas del pajarito consideraron un actitud intolerable. Lo conseguiré por mi bien, y por el de los demás.
El resumen es: no me arrepiento de absolutamente nada. Lo volvería hacer mañana mismo. Y lo que yo me llevé ayer en mi corazón y mi memoria no me lo quita nadie.
Mucha salud y que la música buena os acompañe siempre.
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