Daniel Guirado traduce con su teclado los sonidos telúricos de los terremotos. JORGE PASTOR

Los terremotos de Granada que suenan como los Beatles

Ciencia ·

Los investigadores de Ciencia en el Bar combinan factores como la magnitud o la duración de los temblores para concluir que el acorde principal de la 'melodía sísmica' de Granada es el sol sostenido

Jorge Pastor

Granada

Viernes, 12 de febrero 2021, 00:31

La ciencia se 'cuece' entre tubos de ensayos, probetas y microscopios. Pero también acodados en la barra de un bar como el Soria. Después de seis alhambras bien fresquitas. Y así, después de seis cervezas por barba, fue como a Daniel Guirado, investigador del Instituto ... de Astrofísica de Andalucía, Mario Fernández, biólogo, y Adrián Nieto, técnico audiovisual, se les ocurrió la idea de investigar cómo suenan los terremotos en Granada. El resultado es, cuanto menos, fascinante. Vaya por delante que Daniel, Mario y Adrián son el trío que conforma Ciencia en el Bar, una iniciativa de divulgación científica que ellos mismos definen como 'gamberra'. Pero volvamos con la banda sonora de los seísmos. El principal acorde de los temblores de Granada es el sol sostenido. Es más, las primeras notas de un sismo de aquí, de la 'terreta' de la Alhambra, se asimilan bastante a las de aquella tonada de los Beatles que se llama 'Lucy in the sky with diamonds'. «Pena que solo sean los primeros;si no podríamos predecir los terremotos», dice Daniel.

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Guirado, en su despacho en el Instituto de Astrofísica de Andalucía. JORGE PASTOR

La pregunta es ¿cómo? ¿Cómo se puede trasladar a un pentagrama los movimientos de la tierra que tanto pánico provocan en la población? La respuesta se llama 'ciencia' y se apellida 'divulgación'. Lo explica Daniel Guirado. Un terremoto genera dos tipos de ondas, las P y las S. Las primeras, de lado a lado, se generan medio segundo antes que las segundas, de arriba a abajo, que son las destructivas. A efectos 'musicales' interesan las P. Y es que el choque de las placas continentales europea y africana produce un sonido como si fuera la pulsación de la cuerda de una guitarra.

El choque de las placas tectónicas genera sonido que, tras amplificarlo, se convierte en nota musical

Y en esto punto conviene diferenciar dos conceptos importantes. El volumen, que es elevado por la enorme cantidad de energía que se libera, se corresponde con la magnitud. Y la propia nota musical, que en este caso es más grave que la de un trombón o un contrabajo. En la práctica es inaudible porque el oído humano es incapaz de captar por debajo de veinte vibraciones por segundo –y aquí hablamos de diez–. Algunos animales, como las serpientes o los elefantes, sí pueden percibirlas y por eso reaccionan ese medio segundo antes de que se produzca la sacudida.

Daniel Guirado traduce con su teclado los sonidos telúricos de los terremotos. JORGE PASTOR

El siguiente paso es combinar estos dos factores, el volumen y la nota musical, con un tercero, lo que dura el 'meneíto' –valga la expresión–. No es complicado obtener los datos. Hay dos fuentes. Por una parte, la web del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que aporta información prácticamente en tiempo real –ha sido una de las páginas más consultadas en Granada durante el prolongado enjambre sísmico que se inició en diciembre–. Y por otra, el Instituto Andaluz de Geofísica (IAG), que tiene su sede en uno de los edificios del campus universitario de la Cartuja. Lo siguiente es incrementar las notas siete octavas para transformarlas en audibles.Vendría a ser, por establecer un paralelismo, como las teclas centrales del piano.

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«Nos temíamos una birria atonal, pero salió una melodía ordenada de la que se podían sacar acordes»

DANIEL GUIRADO, INVESTIGADOR DEL INSTITUTO DE ASTROFÍSICA DE ANDALUCÍA

«Mucho nos temíamos –comenta Daniel Guirado– una birria atonal, pero salió una melodía ordenada a la que se le podían sacar los acordes con una guitarra; el principal era el sol sostenido mayor». Las 'composiciones' se obtienen sumando la serie de terremotos que se produjeron en el transcurso de las 'intensas' jornadas vividas en Granada estas semanas atrás. Especialmente aquel martes 26 de enero cuando, en menos de quince minutos, se sucedieron tres seísmos de más de cuatro y las familias se fueron a los descampados. Después vinieron cientos de pequeñitos –muchos de ellos sentidos por la población porque se localizaron a muy poca profundidad–.

Caja de resonancia

Daniel Guirado comenta que cada caja de resonancia tiene una nota natural que suena mejor. Sucede con los instrumentos musicales y ocurre igualmente con espacios que también tienen algo de 'musical'. «En el cuarto de baño del Bar Soria, por ejemplo, es la erre sostenida», apunta Guirado entre risas–. La cuenca geológica de Granada, con su morfología, sus rocas y sus limos, está afinada en sol sostenido.

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Componiendo melodía sísmica. JORGE PASTOR

Estamos, en cualquier caso, ante una forma singular de entender qué está sucediendo en el subsuelo de Granada, muy fragmentado por haber una veintena de pequeñas fallas activas –ninguna supera los veinte kilómetros de longitud–. «A la gente le interesa lo que no le gusta, lo que le da miedo», aclara Guirado, quien añade que ese temor no se aplaca con información –«no quieren escuchar»–, sino a través de la emoción. «Solo así, a través de lo emocional, hablas el mismo lenguaje que necesitan esas personas que están asustadas». «Entonces ya sí –afirma– la inquietud desaparece». «La información por sí sola es como las cuentas de un collar, que se esparcen si las dejas encima de la mesa; se necesita un hilo para enlazarlas, y ese hilo es la emoción».

Arriba, dibujando ondas sísmicas en la pizarra. Abajo, la canción del terremoto y detalle decorativo en la mesa de Guirado. JORGE PASTOR

Guirado considera que los científicos sí tienen proyección divulgativa, «pero sirve para poco o nada porque no están en el día a día de los ciudadanos, en la cola de la carnicería, en el Inem o en los polígonos; no hablan con terraplanistas o antivacunas». «Se quedan en su círculo más cerrado», lamenta.

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