Medina entrevistó a Fidel Castro en el hotel Capri. ENRIQUE VERDUGO

Tico, de oficio reportero

En la memoria ·

Su vida fue la crónica de los personajes del siglo XX, narrada con la maestría de uno de los más grandes del periodismo

Jorge Pastor

Granada

Martes, 6 de julio 2021, 00:01

Resumir en una sola palabra la biografía de un hombre de 86 años es uno de los ejercicios de síntesis más complejos habidos y por haber. Pero en el caso de don Escolástico Medina, Tico Medina para el común de los mortales, la empresa es ... bien sencilla. Lo dejó escrito en una de sus ya míticas 'Crónicas granadinas' –porque Tico era un mito antes de morir– en la edición del 14 de octubre de 2020 de IDEAL. «A veces, aunque cada vez menos, me preguntan '¿qué quiere que pongamos en el mármol de su adiós'? No me preocupa. Como todos, estoy en el corredor de la muerte. Y no quiero mármol. Si acaso, piedra de Sierra Elvira. Pero no quiero que sea ninguna de las dos cosas porque deseo ser ceniza. Pero vamos, de poner algo, pediría que fuera mi nombre de pila. Y de haber algún añadido, 'de oficio, reportero'. Es lo único que soy y que sigo siendo. Lo comunico a aquellos a los que corresponda».

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Tico Medina junto a John Lennon en 1966 con motivo del rodaje de 'Cómo gané la guerra'. ABC

Y es que Tico siempre habló de la muerte con el poso de ese reportero que vio, cara a cara, los colmillos afilados de la parca.Porque Tico estuvo enfrente de un pelotón de fusilamiento en enero de 1978, en aquella Nicaragua convulsa de la dictadura del Tigre Somoza. Fue después del funeral de Pedro Joaquín Chamorro, director de 'La Prensa'. Lo empujaron hasta el paredón. «¡Quieto!», decía el joven que iba a ejecutarle, apellidado Sánchez porque así lo ponía en un letrero cosido en el bolsillo de la camisa. «Sus ojos ardían». Finalmente el soldado, tras recibir órdenes de la superioridad, retiró el fusil de su pecho y apuntó al cielo.

Tico acompaña a Perón a hacer la compra a un supermercado madrileño en 1969. ABC

Tico Medina fue corresponsal de guerra y enviado especial de ABC en zonas de conflicto –también trabajó para el periódico 'Informaciones' y para 'Pueblo' hasta 1968–. Algunas de sus crónicas más brillantes las firmó desde Sudarémica. Como aquel encuentro con el comandante Ernesto 'Che' Guevara en 1961. «No me dejaron entrar ni el magnetofón ni al fotógrafo que siempre me acompañaba». Fue menos de un cuarto hora. El Che, poco amigo de los plumillas, ni tan siquiera le dio la mano, «un tanto femenina». En Cuba también se ganó la confianza de Fidel Castro, al que le regaló un queso cúpula con olor a montaña galaica envuelto en papel de plata. Fue en el transcurso de una entrevista en la novena planta de hotel Capri, donde se veía toda La Habana. «Devoró la mitad allí mismo y el resto se lo llevó». Fidel le mostró sus respetos y le invitó a «una botella de ron del nuestro».

«Le dejo que me toque el bigote porque es de la misma tierra que Federico», le dijo Salvador Dalí

Tico Medina recorrió América de punta a cabo para ABC. Fue el germen de lo que luego sería su libro 'Crónica de América'. Ahí se recogen algunos capítulos gloriosos. Como aquella entrevista en Panamá con el general Noriega. Voló desde Lima hasta el Aeropuerto Internacional de Tocumen, donde le esperaba un oficial de gorra alta para llevarlo hasta la morada de Noriega. «Era un hombre fuerte, menos poderoso de paisano; de cintura abajo, pantalón militar y botas relucientes de esas que te hacen brillar los ordenanzas», describió Tico. «Hablamos de muchas cosas, y cuando supo que yo era granadino, me llevó hasta una biblioteca. 'Dime lo que lees ahí, hermano', me preguntó. Era el 'Romancero gitano' de Federico GarcíaLorca».

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El autógrafo de Mao Tse Tung

Pero más allá de la impresionante trayectoria de Tico como informador desde fuera de España –contaba como un triunfo la consecución de un autógrafo del mismísimo Mao Tse Tung–, también fue un avezado cronista de lo que sucedía dentro. El álbum fotográfico de esos momentos no tiene fin. Hizo guardia en Madrid junto a una legión de reporteros, «que por entonces aún no se llamaban 'paparazzis'», esperando a que Ava Gadner asomara belleza y glamour por el balcón de su vivienda, cerca de la calle Serrano. Habló con Jonh Lennon durante el rodaje de una película que dirigió Richard Lester en 1966, cuando Almería era Hollywood. Y trasnochó con un señor que se llamaba Camarón de la Isla. «Para usted, José –le dijo–, que le recuerdo aquel día en la Venta de Vargas, cuando fue Lola Flores a pedir tortilla de camarones y yo era el niño rubio que cantaba en un rincón».

Con el boxeador Urtain antes del combate con Goyo Peralta. ABC

En alguna de sus 'Crónicas granadinas' contaba Tico cómo le estrechó la mano al rey Juan Carlos, «a lo que normalmente seguía un abrazo que a veces era doble». Al Papa Pablo VI cuando bajaba desde el lago de Pedro –'el periodista que ayudó al Papa', tituló 'París Match'–. Al Dalai Lama. A Indira Gandhi en su hogar de la India, donde olía a rosas. A Joan Miró en Barcelona. A Brigitte Bardot en París. A Anthony Quinn, del que escribió sus memorias. A Salvador Dalí, al que también tuvo el honor de tocarle los bigotes –«hágalo suavemente, joven, por ser de la tierra de Federico»–. A tantas, tantísimas, personalidades imprescindibles para entender la Historia del siglo XX.

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Tico Medina fue uno de los mejores entrevistadores que ha dado España. Galones ganados a pulso gracias a programas de variedades que condujo con maestría como 'Tele-Madrid' (1957), que se emitía en directo desde los estudios que tenía Televisión Española en el Paseo de la Habana de Madrid. Por aquel plató pasaron múltiples personajes de la vida social.Personajes con los que sumó momentos intensamente vividos –también fue redactor jefe de la revista 'Hola'–. Con Cayetana de Alba, con Carmen Sevilla, con Sarita Montiel...

Y permítanme una licencia personal para acabar: adiós, amigo Tico. Adiós, maestro.

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