Clara Usón detesta los dogmas. La escritora barcelonesa (1961) los combate con sus ficciones. En su última novela 'Las fieras' (Seix Barral) indaga el efecto de esa ciega convicción en toda una generación a través de la terrorista más sanguinaria, Idoia López Riaño, alias 'la Tigresa', y de Miren, una adolescente vasca hija de un virulento guardia civil implicado «en la chapuza miserable de los GAL». Sus historias se ligan por un asesinato sin resolver en una novela «que combate las pistolas con palabras» y con la que Usón indaga de nuevo «en la frivolidad del mal».
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«Mi obsesión es el dogma», reitera la escritora, que se pregunta «cómo el nacionalismo extremo hace que alguien que se tiene por ser humano normal, que se ve como generosa, altruista y empática, que quería salvar vidas como bombera, acaba matando por una idea 23 personas, a otros jóvenes de entre 19 y 24 años, antes de cumplir los 23».
Nacida en San Sebastián en 1964, la terrorista que seducía y sonsacaba a policías y 'pikoletos' en la cama «acabó convertida en una 'celebrity' del nacionalismo extremo». «Se la veía como una 'femme fatale'. Los periodistas iban a la cárcel a preguntar a los funcionarios con quién comía, o a qué dedicaba el tiempo. Cuando se sacó el carnet de conducir, pusieron cámaras en las carreteras para seguirla», rememora la escritora para calibrar la inusitada fama de esta cruel asesina que pasó 23 años en la cárcel.
Para Usón 'la Tigresa' fue «la representación del nacionalismo extremo». La prueba «de que el dogma te hace creer que tienes derecho a quitar la vida por una idea». «Cuando el dogma se resquebraja y comprendes que no tienes derecho a matar a nadie, pasas de ser un 'gudari' a ser una vulgar asesina», dice Usón recreando el viaje ideológico de la terrorista, que se sumó la Vía Nanclares que renunciaba a lucha armada y pidió perdón por su crímenes, entre ellos el de la plaza de la República Dominicana en Madrid, donde 12 jóvenes guardias civiles murieron por el estallido de un coche-bomba.
«No la buscaré. Ni he hablado, ni he querido hablar, ni hablaré con ella», dice Usón, que se ha documentado con detalle sobre las sangrientas acciones de la terrorista hoy reinsertada. «La culpa es parte sustancial de esta novela», dice la autora de un relato en el que no se juzga a nadie. «La ficción sirve para evitar el maniqueísmo y lo que busco es provocar inquietud e inquietar al lector; demostrar que también los malos son seres humanos complejos, sean del signo que sean».
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López Riaño sufrió en ETA el machismo imperante en la sociedad de su tiempo, que solo esperaba de una mujer cuidados hacia los demás. «Ser mujer y etarra no era nada fácil», reconocen la terrorista y la escritora. «Nadie entendía que una mujer, además tan guapa, tuviera que matar a tantas personas. El propio Juan Manuel Suárez Gamboa, su compañero de 'talde' y que no sabía lo machista que era, lamentaba que hubiera mujeres en ETA». «Tenías que ser más bruta que ellos para ser aceptada» dice 'la Tigresa' en el diálogo ficticio que con formidable pulso, la narradora establece con la terrorista, integrante de los comandos Madrid y Barcelona.
«La verdad no es la verdad de los hechos. No busco predicar. Pretendo provocar inquietud y reflexión en el lector. Jamás hago novelas de tesis», asegura Usón. Justifica el título en que en aquellos años de plomo «en el país Vasco se vivía en los 80 un ambiente erizado de violencia y polarización. Todos eran fieras».
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Una polarización que vuelve a emerger ahora como una peligrosa amenaza que antecede a la violencia y ante la que Usón dispara todas las alarmas. «La violencia sólo produce violencia Siempre que oigo la palabra patria me pongo a temblar. Utilizo las palabras para combatir a las pistolas. Dejémonos en paz. Está claro que matar está mal», concluye.
«Las sociedades cicatrizan sus heridas a través de los relatos, el cine, las películas o los documentales. El olvido no vale para nada, no sana. No sirve aquello de borrón y cuenta nueva y si lo aceptas así, la historia volverá a por ti», dice la autora de una ficción con un poso muy real que mantiene al lector en vilo hasta la última página.
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No equipara Usón, ni mucho menos, el terrorismo de ETA con el del GAL. «No son lo mismo. En términos cuantitativos no hay dudas: ETA mató a 800 personas y el GAL 27», dice. «Me gustaría que Bildu reconociera el daño causado, que se atreviera a decir que fue un disparate, se disculpara con las víctimas y admitiera que matar no sirve de nada. Y que el GAL, que ensució la Transición, que quebró el Estado de Derecho introduciendo la corrupción para salvar al propio Estado y que no pudo salvar nada, hiciera lo propio». concluye.
'Las noches de San Juan' (1998), la primera novela de Usón, le dio el Premio Lumen. Se afianzó como narradora con 'Primer vuelo' (2001), 'El viaje de las palabras' (2005) y 'Perseguidoras' (2006). Con 'Corazón de napalm' (2009) mereció el premio Biblioteca Breve y con 'La hija del Este' (2012) el de la Crítica, el Ciutat de Barcelona y el de la Cultura Mediterránea. Publicó luego 'Valor' (2016) y 'El asesino tímido' (2018), en la que explora la vida de la actriz Sandra Mozarovski y que le daría el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
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