Cuando la Tortajada habitaba en la plaza Mariana Pineda de Granada
Granada yuxtapuesta ·
Aquella plaza de finales del siglo XIX, de la que sólo se conserva el momunento a la heroína granadina, contaba con uno de los edificios más curiosos de Granada, una casa que copiaba la arquitectura musulmana donde vivió la célebre bailarina La Tortajada y su marido el pianista Tomás Tartabull
Uno de los rincones de la Granada castiza que más han modificado su fisonomía en el último siglo es la plaza Mariana Pineda, otrora denominada del Campillo primero y de Bailén después. Ninguno de los edificios que la circundan hoy día existían en el siglo XIX. Construcciones muy criticadas en su día por romper la armonía de un espacio lleno de encanto. Allí estaba la célebre Casa de la Tortajada que copiaba la arquitectura musulmana con pretensiones historicistas. Se trataba en realidad de un 'pastiche' con efecto exótico, pero que tuvo tal éxito que se extendió por medio mundo. El inmueble fue ordenado levantar por un famoso actor de la época, Paco Fuentes, y luego lo ocupó durante un tiempo la célebre bailarina La Tortajada con su marido Tomás Tartabull, pianista y compositor. La Casa Tortajada fue derribada en 1973. Aquello operación urbanística se consideró un atentando contra la imagen de la ciudad.
Si quieren comprobar cómo ha evolucionado la plaza Mariana Pineda de una manera muy descriptiva e interactiva, les invito a que muevan el cursor de la ilustración yuxtapuesta que hay justo debajo de este párrafo. La foto de la izquierda fue tomada en 1892, hace casi 130 años. Se observa a unos paisanos con unos paraguas protegiéndose de la lluvia. La imagen de la derecha, en color, se ha tomado esta semana, y evidencia que la única similitud entre plaza Mariana Pineda de antes y la plaza Mariana Pineda de ahora es el monumento. Hagan la prueba y observen el contraste.
La historia del monumento que da nombre a la plaza, el erigido en memoria de Mariana Pineda, 'la heroína de la libertad', es una de esas historias que tardan décadas en escribirse. Lo cuenta muy bien el cronista Juan Bustos. «Desde que la idea fue propuesta por la Academia de Bellas Artes, adoptada por el Ayuntamiento y refrendada por las Cortes de la Nación en 1836, hasta que la escultura quedara concluida, en 1873, habían pasado casi cuarenta años». Y es que estábamos -dice Bustos- ante un triste periodo de la Historia de España con la Hacienda sin un duro, los gobiernos inestables y la moral por los suelos.
En el tiempo que duró la gestión y ejecución del monumento, hubo de todo, desde demora a la hora de fallar el concurso -que al fin se otorgó al proyecto de Miguel Marín Torres- hasta, por supuesto, reiteradas faltas de dinero para realizar los trabajos necesarios. Se celebraron hasta corridas de toros para recaudar fondos. Tardó tanto en terminarse toda la obra que entre la población granadina se dijo mucho tiempo, a propósito de cualquier proyecto retrasado: «¡Anda que eso va a tardar más que la estatua de Mariana Pineda!». Al final, el monumento no satisfizo del todo. Jiménez Serrano afirmaba que mucha gente estaba descontenta de la traza del mismo, «de sus zócalos pobres y de sus escaleras de mal efecto». Gómez Moreno también lo calificó «de diseño poco acertado». No obstante, su implantación en la plaza resultó preciosa y atractiva.
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