Hemos montado un cole en casa. Supongo que como la inmensa mayoría de padres con niños pequeños del planeta. Leemos cuentos, hacemos manualidades y gimnasia, repasamos el calendario y las letras, perpetramos canciones, ejercitamos la psicomotricidad fina y gateamos por el pasillo todas las ... mañanas (sí, en serio. Recomendación de la señor Irene. Prueben en casa y ya me cuentan). Así, a bote pronto, surgen dos conclusiones evidentes: qué poco aplaudimos a sus seños y cuánto las echamos de menos.

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La televisión es parte del recreo. Hasta la fecha, hemos visto una película distinta cada tarde, después de comer. Y siempre la disfrutan con locura. Me encanta cuando llegan los créditos y se ponen delante de la pantalla a bailar, con los créditos, como si estuvieran en el cine. Pero luego, cada día surgen ratitos de televisión necesarios para todos: para ellos y para nosotros, los padres. Parones en los que aprovechamos para cocinar, limpiar o comprar, por ejemplo. Y de eso quería hablar, de la televisión que se ha preocupado de los niños.

La última vez que vi a Tania Llasera fue en La Voz o en algún programa cuyo nombre no recuerdo. La verdad es que le había perdido la pista. Hasta el otro día, a media mañana, cuando pasamos por Boing y nos la encontramos en 'Real Mom' cocinando una tarta. A los niños les encantó y terminaron nerviosos, relamiéndose con esas pepitas de chocolate. Nos hemos topado con ella varias veces y el resultado es el mismo: niños hipnotizados, entretenidos y contentos. Y nosotros, como padres, agradecidos. Además, me acabo de enterar de que su hijo se llama Pepe Bowie y me ha parecido genial. Aunque, confieso, todavía no ha superado el vídeo de la seño Tati contando los tres cerditos o el de la seño Ana cantando el caballo trotón. Ains, cuánto las echamos de menos.

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