Carlos Castro, en su estudio de la calle Buensuceso. PEPE MARÍN

Como Velázquez por las calles de Graná

Carlos Castro pinta en su estudio de Buensuceso con los ahorros que consigue trabajando en un club de Ibiza, en verano. Expone su obra en la galería V.E.S, en calle Párraga, hasta el próximo 13 de marzo

Sábado, 9 de marzo 2024, 00:20

Buensuceso es un afluente de Granada, una de esas calles por las que uno sube y baja como un velero bergantín. A mitad de travesía, poco antes de alcanzar Puentezuelas, una mirada nítida y hermosa se clava en el paseante. Una mirada camuflada entre ladrillos ... y ventanales: ojos negros, piel morena, labios de rojo carmín. Viste flamenca, con un escote abierto y un aro dorado colgando de la oreja derecha. Parece que sonríe o, mejor dicho, que en cualquier momento podría hacerlo. O quizás sea todo lo contrario. El caso es que está tan viva, tan 'echá palante', que no hay más remedio que pararse y observar el lienzo. Resulta que no está sola.

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«Pensé que no me iba a achantar. ¿Por qué iba a pintar los domingos como un aficionado? Yo quiero pintar. Pintar y pintar, nada más». Carlos Castro, 28 años, lleva un año en la calle Buensuceso, en un pequeño local –era una vieja pescadería– que ha convertido en su taller de pintura. Hay lienzos, libretas, bocetos a carboncillo y, entre medias, ese inconfundible aroma del aguarrás y la paleta. Sobre la única mesa del lugar descansa un enorme libro con la obra de Velázquez.

Chiara, italiana y pareja de Carlos, es la protagonista de varias pinturas.

«Yo soy un chico que vive en el siglo XXI y pinto a gente real», dice, señalando retratos de jóvenes con tatuajes y pelados modernos. «Pero para llegar a este tipo de pintura figurativa, uno tiene que mirar atrás, a los grandes maestros. Por eso –golpea la portada del libro–, Velázquez siempre presente».

Porque hay mucho de la pintura barroca de Velázquez en la obra de Castro y, al mismo tiempo, una modernidad evidente. Gran parte de su trabajo, principalmente lo que ha hecho en el último año, se expone en la galería V.E.S. Arte (calle Párraga, 8) hasta el próximo 13 de marzo. El título de la muestra es también el título de su obra más grande: 'Una y cincuenta y siete'. «Estaba con mis amigos de fiesta y los vi charlando, una conversación efusiva. Y les dije ¡quietos un segundo! Hice una foto espontánea porque había algo en ese momento que me llamaba la atención. Eran las una y cincuenta y siete de la madrugada –ríe–. Seis meses más tarde decidí que podía ser un buen cuadro. Y creo que lo es».

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La una y cincuenta y siete. P. MARÍN

«Pintar y pintar», repite Castro. Eso es lo que quería hacer desde chico, incluso cuando no atendía en clase, en el colegio Santo Domingo, y se ponía a garabatear el libro de Matemáticas. Y también, claro, cuando entró en Bellas Artes, donde descubrió la obra de Gabriel Morcillo, López Mezquita, o Soria Aedo. Pero, sobre todo, cuando se convirtió en alumno de Yoshio Yamasaki, su maestro y ahora amigo. «Yoshio lleva 25 años en Granada y es un pintor increíble. Estuve dos años en su estudio y con él lo aprendí todo. Ahora somos amigos».

«Pintar y pintar, eso quiero... Pero vivir del arte es muy complicado». Para cubrir los gastos del estudio, Carlos pasa el verano en Ibiza, trabajando en un lujoso club de playa. «Vivimos en una furgoneta y trabajamos doce horas al día. Esos meses son para conseguir dinero y venirme a pintar. Mi año comienza en septiembre». Antes también fue cocinero en Italia, camarero en varios restaurantes de Granada, temporero en Francia... «Y en la obra, con mi padre. Trabajaba mucho con él, que también es un artista con la madera. De ahí puede que me venga la inquietud».

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Retratos de Carlos Castro.

¿Quién es la chica del cuadro?

–Ella es Chiara, mi pareja. Con ella me voy a Ibiza y es mi gran modelo. El resto también son amigo: La Fabi, Juancho, Víctor, David, Álex... Gente real, de la calle. Gente de aquí.

¿Cuál es el sueño?

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–A veces miro a mi alrededor y veo gente como yo, de mi edad, con trabajos más, digamos, estables. Y tú luchando por el sueño de ser artista... eso a veces da ansiedad. Pero después me paro a pensar y me digo ¿pero qué voy a hacer yo? Si es que es lo que disfruto haciendo. ¡Pintar! Soy joven y hay que trabajar en lo que sea, en la obra, en los bares... y también hay que tener vida social, salir, hacer deporte... ¿Y sabes qué? Que se puede. Se duerme menos y hay tiempo para todo (ríe). Mira, yo no disfruto de los otros trabajos, son lo que son. Quiero pintar. Pintar y pintar. Y si tengo suerte, un día lo conseguiré.

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