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Tiempo, ofrécete a mí, sin hacerme prisionero. Tres versos que hablan de exprimir la vida. Tres versos que podría haber redactado cualquier rapsoda, pero que cobran un significado muy especial cuando salen del alma de un preso. De Rocío. De una interna de la cárcel de Albolote. Rocío García es uno de los diecinueve autores que han publicado 'El pulso de la tormenta', un poemario que se ha gestado en el Taller de Poesía del centro penitenciario granadino, coordinado por el escritor Pedro Enríquez, y que se presentará en las próximas semanas.
Un volumen singular por las circunstancias de quienes lo han parido, personas privadas de libertad por haber cometido todo tipo de delitos –la mayoría relacionados con las drogas–. Y singular también porque algunas de las creaciones, doce, han sido musicadas en un disco compacto por artistas de la talla de Ángela Muro, Suhail Serghini, Annarce, Enrique Moratalla, Juan Trova o Paco Damas. Una verdadera gozada.
«Los poemas –explica Enríquez– versan sobre la soledad, el amor dentro de la prisión, el desamor fuera y el dolor que implica estar enclaustrado en una celda». «Melancolía, eterna melancolía viviendo de aquellos silencios mudos», escribe Verónica Sarria, otra de las reclusas que han participado en 'El pulso de la tormenta'.
Según Enríquez, que acudió a la cita con IDEAL con una camiseta del Taller, algunos de los inscritos tienen como principal motivación demostrar su buena actitud y hacer méritos para reducir su condena, «pero hay otros que llegan porque son lectores, porque aman la literatura y porque sienten que están en un lugar que no parece una penitenciaría». Y es que la lírica, más allá de los 'pecados', no hace distingos por la condición humana.Tan sensible es el delincuente como el que no lo es.
A juicio de Enríquez, que dirige el Taller de Poesía de la Cárcel de Albolote desde 2016, la trova es un analgésico contra el dolor que supone vivir encerrado. «Les permite que afloren todos los sentimientos que guardan y se aferran a la escritura como el náufrago a las tablas de un barco que zozobra», dice. «Cuando escriben en un papel se convierten en espectadores, que no actores, de su propio naufragio».
Respecto al perfil de los que se apuntan al Taller, prevalecen los varones (75%) frente a las mujeres (25%). «La mayoría –aclara– vinculados al tráfico de estupefacientes, aunque también los hay porque han robado, han desfalcado e incluso han asesinado». «Yo no quiero saber qué han hecho porque no quiero tener ningún tipo de idea preconcebida o condicionamiento», confiesa.
Las sesiones se desarrollan un día a la semana. En una sala muy luminosa, con paredes pintadas de blanco, que dan a la calle. «Lo primero que hago –comenta Enríquez– es comprobar si hay alguien nuevo y le pregunto qué le ha traído hasta aquí». «Unos acuden sencillamente para pasar el tiempo y otros se sienten atraídos por la poesía », afirma. «Después comentamos algunos libros tanto clásicos como contemporáneos, pero siempre haciendo hincapié en las buenas imágenes», dice. «Y también les introduzco conceptos sencillos como la importancia de un buen arranque».
Lo siguiente es la lectura de lo que ellos mismos han escrito, a partir siempre de un tema que se plantea en la clase anterior.Primero lo plasman en una hoja y luego en el ordenador. «Pongo énfasis en el momento de la declamación porque muchas veces la voz no les sale del interior, no la modulan bien; es básico para comunicar con los demás, para establecer incluso relaciones de amistad», señala. Relaciones que, en ocasiones, van a más allá. «Desgraciadamente son parejas frágiles que terminan rompiéndose cuando uno de los dos pisa la calle».
Pedro Enríquez recuerda que el Taller de Poesía surgió a raíz del festival Poesía en el Laurel, de la Zubia. En 2016 se le dio el título de 'Para la libertad' en tributo a Miguel Hernández y una de las actividades fue una audición de grabaciones hechas por presidiarios en un escenario vacío. «Entré en contacto con Mercedes López, responsable de Actividades Culturales de la Cárcel de Albolote, y decidimos poner en marcha esto», rememora. Desde entonces solo se ha interrumpido un par de años debido a la pandemia. Es más. Enríquez ha llevado su experiencia a presidios de fuera de España como Rumanía. «Ahí sí tuve sensación de inseguridad», reconoce.
La última edición no solo tiene el enfoque literario, sino también musical, con el concurso de grandes cantautores de Granada que han llevado la letra a la partitura. Una iniciativa que ha sido posible gracias al apoyo económico de la Asociación de Voluntarios de Prisiones y la Fundación del Granada CF, entre otros patrocinadores. El álbum se grabó en el estudio de Fernando Romero.
«Tiempo, no frenas mi avance y juegas a detenerme, calculando mis días, alargando mis noches, congelando mis sueños», escribe RocíoGarcía, reclusa y poeta.
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Pablo Rodríguez | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
Josemi Benítez
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