Ha hecho historia, pero con polémica. Junko Hagiwara, La Yunko, es la primera bailaora no española que se adjudica El Desplante, galardón que, exagerando lo justo, cabe presentar como el Nobel del baile flamenco, aunque esté dotado solo con 6.000 euros en lugar de casi un millón. Es el más alto que concede el murciano Festival de las Minas y La Yunko se lo adjudicó el pasado domingo entre abucheos, pitos y palmas. No es el primer premio para esta bailaora del sol naciente, nacida en Kawasaki (Japón) hace 48 años y sevillana de adopción desde hace 22. Descubrió el flamenco de niña desde la gimnasia rítmica y lleva dos décadas buscando el duende como profesional.
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La decisión del jurado en favor de La Yunko provocó pitadas y gritos de tongo proferidos por algunos de los aficionados que abarrotaban el antiguo mercado de La Unión, la sede del festival murciano. Un público que apostaba por otra ganadora, la onubense María Canea, cuya actuación jalearon y a quien daban por ganadora desde la semifinal.
Hagiwara aprovechó que este verano no viajaba a Japón y se presentó al certamen sin esperanzas. «No pensaba en ganar el premio», ha reconocido. Le parecía «imposible» por no haberse sentido cómoda en el escenario, por ser japonesa y por el alto nivel de sus contrincantes.
«El flamenco es profundo, y por eso gusta a los japoneses», aseguró la artista nipona el año pasado en el festival Guirijondo de Palomares del Río (Sevilla). Este certamen acoge a artistas flamencos extranjeros, y allí La Yunko compartió tablas con el bailaor japonés Hiroshi Koyano, el cantaor marsellés José de la Negreta, los guitarristas neerlandeses Tino van Der Sman y Yus Wieggers o los alumnos japoneses de baile y guitarra la Fundación Cristina Heeren, Kotoha Setoguchi y Andi Hido.
Cree Hagiwara que «la gran belleza exterior» ayuda a los japoneses a «expresar ese sentimiento que muchas veces guardamos». Algo que ella vivió en carne propia. Sus padres le enseñaron de niña que no podía mostrar sus emociones. «No podía reír ni llorar en público; siempre me tenía que aguantar», ha contado. Algo que contrasta con lo mucho que expresa sobre escenario cuando se embute en una bata de cola. «Bailar flamenco me ayuda a expresarme», se felicita ahora la artista.
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Descubrió el flamenco de una manera curiosa. De niña le gustaba bailar, aunque no aprendió ninguna danza. Con tres años sus padres la apuntaron a clases de gimnasia rítmica. Ella seguía luego por la tele todas las competiciones que podía. En una de ellas vio competir a una gimnasta española con música de guitarra flamenca. Aquella música extraña y la palabra flamenco se fijaron en su mente.
«Supe que tenía que saber mucho más, aunque solo había escuchado la guitarra, no el cante; pero como tenía mucha imaginación me puse a aprender», ha explicado. Inició su formación flamenca en Tokio en 1994, primero con Kiyoko Kiotani y después con la bailaora Atsuko Kamata, Ami.
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Con internet en mantillas y un horizonte limitado para formarse mejor, decidió coger un avión para venirse a España. Aterrizó en Sevilla, donde reside desde 2002. Allí fue becaria del gobierno japonés en la Fundación Arte Flamenco y amplió estudios con José Galván, El Torombo, Milagros Menjíbar, Carmen Ledesma, La Debla, Soraya Clavijo, Rafael Campo, Yolanda Lorenzo y Úrsula López.
Ha participado en clases magistrales impartidas por Sara Baras, Belén Maya, Hiniesta Cortés, Alejandro Granados, Matilde Coral, Angelita Vargas, Currillo de Bormujos, Eva Yerbabuena, Rafael Estévez, Javier Latorre y Manuel Betanzos. Hoy es ella quien imparte clases y baila como profesional en España y Japón.
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Entiende el flamenco como «un modo de vida» y una forma de exponer todos sus sentimientos en el escenario. «Puede que nos atraiga lo contrario de lo que nos han enseñado», ha manifestado Hagiwara, a quien no le le extraña que tantos y tantos japoneses amen el flamenco. Cree que valoran su hondura, «y el flamenco es una cultura muy profunda, muy interior, no algo superficial», afirma.
Pone toda su energía en cualquier escenario, ya sea una peña, un gran teatro o un certamen como la Bienal de Sevilla. Ha bailado en el Teatro Central y en el Lope de Vega de Sevilla, en el Teatro Madrid con la compañía de Yoko Komatsubara, la más reconocida de las bailaoras y coreógrafas japonesas, en la Expo de Zaragoza y en infinidad de peñas flamencas.
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Bailó entre 2007 y 2008 ante el muy entendido un público en la Tertulia Flamenca Badía de Sevilla y en el ciclo Peñas de guardia de la Bienal de Sevilla. Participó como solista en el XXXIII Festival Flamenco Juan Talega compartiendo cartel con El Cabrero, Arcángel y Jesús Méndez.
Ha ganado el Premio Sarmiento Flamenco al Baile como la mejor bailaora de la peña La Parra Flamenca de Huétor Vega (Granada). Obtuvo el segundo Premio en el Concurso Nacional de Arte Flamenco Ciudad de Ubrique en 2009 y el primero Premio en XVI Concurso Nacional Cante, Baile y Toque Aniya La Gitana de Ronda en 2010. En el XIV Concurso Nacional de Baile por Alegrías obtuvo el cuarto premio y el premio a la mejor coreografía.
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