La popularidad de la Clásica de Almería viene motivada por su carácter elitista. La prueba almeriense siempre se ha cuidado de no dar pasos en falso, siempre ha contado con grandes estrellas, más incluso que cualquier carrera de un día que pueda estar en el ... calendario de la Champions del ciclismo, el UCI WorldTour en el que participan los 19 mejores equipos del mundo, clasificados dentro de la categoría UCI WorldTeam. Al UCI WorldTour están 'obligados' a presentarse los equipos, pero es de estos la última palabra sobre qué corredores tomarán la salida de la prueba.
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En Almería eso no pasa. El filtro lo pone la organización, que minuciosamente estudia las propuestas de los que quieren participar y luego decide si les da el 'permiso' oportuno para competir en el evento deportivo más importante que se celebra en esta provincia, puede que incluso a nivel nacional, sólo superada por la Clásica de San Sebastián, en pruebas de un día. Y lo es por la imagen que es capaz de exportar fuera de España, sobre todo.
La Clásica, por sus características, es una prueba que llama la atención. Si es dura o no, sólo se sabrá durante su disputa porque el matiz no es cuestión de puertos de montaña, ni de kilómetros, sino de la propuesta de quienes la disputan. Si en las características hay dudas, donde no existen sospechas es en asegurar que la prueba almeriense, conseguida por el apoyo institucional y de un gran número de empresas, ha tenido entre sus participantes a las grandes estrellas del ciclismo mundial desde que la misma alcanzó la profesionalidad, en 1992. Corredores de la talla de Miguel Indurain, Perico Delgado, Bugno, Lemond, Musseuw, Ekimov, Svorada, Chiappucci, Boardman, Van Hooijdonk, Guerini, Ullrich, Zabel, Garzelli, Bettini, los desaparecido Pantani o Laurent Fignon, así como los Ugrumov, Cavendish, Berzin, Valverde, Matthews... saben que en Almería hay una prueba con solera como la Clásica, que es la carrera de un día que identifica a España en el concierto del deporte del pedal a nivel mundial, casi tanto como la Clásica de San Sebastián, como puede pasar con otras carreras como la Milán-San Remo para Italia o la París-Roubaix para Francia.
Es algo a lo que también hacen referencia corredores nacionales como el propio Indurain, que estuvo en cuatro ediciones, sin olvidar otros entre las que destacan campeones del mundo como Abraham Olano, Óscar Freire o Igor Astarloa o los Sevilla, González de Galdeano, Heras, Beltrán, Laiseka, Gorospe, Mayo, Iñigo Cuesta o Samuel Sánchez. Valverde, por ejemplo, no ha paseado el maillot arco iris por la Clásica, pero sí el de haber sido el ganador del UCI ProTour.
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La Clásica de Almería, que el próximo 14 de febrero disputará su trigésimo cuarta edición, ha sido grande desde sus primeros días. Al menos esa era la intención de quienes convocaron su puesta en marcha en 1986, con el nombre de Ruta de las Hortalizas y con carácter aficionado, si bien la seriedad plena se instaura a partir de 1992. De los inicios, se recuerdan los nombres del desaparecido Bernando González o de Ángel Edo. Su rápida ascensión a categoría profesional y su posterior internacionalidad ayudaron a que Almería fuese un lugar interesante para dar las primeras pedaladas del año, a lo que contribuyó su ubicación en el calendario, siempre en la misma fecha, a comienzos.
Desde entonces, los más importantes corredores han llevado en su 'culotte' un dorsal con el nombre de la Clásica de Almería y han luchado por hacerse con el Gran Premio, se llamara Endesa, como en los primeros años, o la Diputación de Almería, con su nombre o, como ahora, con el de Costa de Almería. Sin excepciones de ningún tipo.
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Eso ha hecho que cualquier carrera del calendario ciclista internacional haya tenido en la almeriense un evento para envidiar. Ganadores del Tour de Francia como el citado Miguel Indurain, Greg Lemond, Pedro Delgado o los desaparecidos Laurent Fignon y Marco Pantani estuvieron una vez conseguido el éxito que supone tener, en su casa, el oficioso título de mejor ciclista del mundo que concede el triunfo en la 'Gran Bouclé'.
Así, Indurain estuvo desde 1993 hasta 1996, con los cinco Tours. Su primera participación estuvo acompañada por la de otros grandes como Perico o Fignon, sin olvidarse de aquel Giani Bugno que, como ganador del Giro, se quedaba siempre a las puertas de descartar al de Villaba en su lucha por ser más grande.
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El norteamericano Lemond se une a la pléyade en las dos ediciones siguientes –en 1994 y 1995– junto con otros ilustres como Claudio Chiappucci, el desaparecido Casartelli –que murió en el Tour–, Boardman –récord del mundo de la hora–, Musseuw, Massen, Van Hooijdonk o Poulnikov, que llegaba a la Clásica de Almería tras ganar el Campeonato del Mundo juvenil.
Nelissen, que ganó en 1996 en la prueba que finalizaba en El Ejido, demostraba que era el mejor esprínter del mundo, aunque un accidente cortó su meteórica carrera. Posiblemente no hubiese ganado ninguna gran vuelta como sí hicieron Miguel Indurain o Rominger, integrantes ese año del pelotón de la Clásica de Almería, pero era el más veloz con creces.
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Breukink, que estuvo ya en varias ediciones como director de Rabobank, dio brillo a la edición de 1997, en la que coincidió con Chiappucci o el suizo Zülle. El helvético repitió también en la del edición del año 2000.
Antes, en la de 1998, entraron Óscar Freire y Marcus Zberg, un clasicómano que actuó dos veces más para repetir pódium, aunque nunca lo hizo en el cajón superior como el de ganador, casi convirtiéndose en el Raymond Poulidor de la carrera almeriense.
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La de 1999 fue también una prueba grande en cuanto a nombres. Con lo más granado del pelotón nacional, la presencia de Marco Pantani, Alexander Vinokourov o Camenzind –que llegaba con el maillot arco iris conquistado en 1998– se unieron a la presencia de Berzin, ganador de Giro de Italia y que dio guerra a Indurain en el que ganó el navarro, o Ugrumov, que había sido tercero en el Tour, tras Indurain, o el malogrado Marco Pantani. Aquel año ganó el gran Jan Svorada, un clasicómano.
En las últimas ediciones llegaron los que faltaban. La savia nueva como Pozzato, en 2000; Astarloa, en 2001, o los norteamericanos Himcapie y Hamilton, el italiano Bettini, que se quedó a las puertas de ganar una Copa del Mundo que sí lograría con posterioridad; Mayo, Rubiera o González de Galdeano, en 2002.
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Guerini, Garzelli, ganador del Giro de Italia, o Pagliarini fueron los destacados de 2003. Mientras, Ullrich, Zabel, Cuesta o Laiseka lo eran en 2004, a los que se han ido 'acoplando', en años posteriores, otros corredores de la talla de Damiano Cunego, Alejandro Valverde –considerado el mejor ciclista del mundo, con dos ProTour y dos UCI WorldTour y, posteriomente, el maillot arco iris–, Menchov, Sastre, Cavendish, Greipel, Kittel o Matthews. El británico, que no pudo ganarle a Theo Bos en 2010, volvió en 2015 para saldar esa deuda con la prueba y con su extenso historial.
Se puede decir que la Clásica ha tenido un pelotón compuesto por los más grandes del ciclismo mundial de las tres últimas décadas o, lo que es lo mismo, la confirmación de la vuelta de la Clásica de Almería para ser, con el apoyo de todos, una prueba referente.
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