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Javier Ernesto Jiménez Scull nació en Matanzas, una ciudad de aproximadamente 150.000 habitantes en la actualidad, perla caribeña desde la que dirige sus primeras palabras como flamante jugador de Unicaja Costa de Almería, al que se incorpora con vistas al proyecto de 2020/21. « ... Indiscutiblemente su historia es lo que en primer lugar me ha motivado para fichar en este club y también un amigo, Bogdan Olteanu –receptor rumano que militó en las filas ahorradoras dos temporadas, entre los años 2008 y 2010– me habló muy lindo; entonces aumentaron los deseos de vivir esa experiencia por mí mismo». Y es que Jiménez y Olteanu compartieron objetivos en la temporada 2016/17, militando en el Pallavolo Molfetta, de la Serie A1 italiana. El nuevo jugador blanquiverde había estado ya muy cerca de vestir el blanquiverde el pasado curso, pero finalmente su destino se desvió muy al norte, concretamente a Estonia, donde el sorteo europeo quiso que jugase el club blanquiverde en los octavos de final de la CEV Challenge Cup, además contra el jugador cubano y su equipo, el Saaremaa, de la isla de Kuressaare.
Ese emparejamiento lo trajo a Almería por primera vez en su vida hace sólo unos meses, con la firme intención de remontar una eliminatoria que los ahorradores tenían a su favor ligeramente tras el 2-3 de la ida. Entonces fue cuando supo, con argumentos que sólo da la experiencia directa, que este era su lugar. Se lució, en contra, claro, del ahora su club, siendo determinante para clasificar al cuadro estonio a los cuartos de final por el 1-3 que marcó el electrónico de un recinto que le encandiló. «Para mí lo impresionante fue cuando entré al pabellón, todos esos trofeos ganados colgados de la pared; realmente impresiona y muestra lo linda que ha sido su historia». Javier Jiménez, con esa imagen en la retina, la revisó y busca sitio en el que descolgar los que piensa entregar a su club durante mucho tiempo. «Me encantaría echar raíces y seguir cosechando títulos». 198 centímetros de altura e infinita ambición.
Desde fuera es capaz de tener una visión periférica y obtener una imagen del todo, de lo deportivo y de lo humano, del equipo blanquiverde y de la ciudad almeriense, que inexorablemente van juntos para una felicidad completa. Lo que ofrece Almería es mucho, reclamo para cualquier jugador más allá de la garantía de profesionalidad en el trabajo. «Después de la eliminatoria de Challenge, tal y como estaba planificado el viaje de Saaremaa, sí que salí a dar un paseo y la ciudad me pareció hermosa. Para mí y mi familia será hermoso vivir en la cultura española y para los niños no será una barrera el idioma». Sabía antes de jugar que por muy poco no estaba en el otro lado, pero, cuando el sorteo fue 'caprichoso' y lo cruzó con Unicaja Costa de Almería, la profesionalidad borró esa circunstancia. «La verdad es que no lo pensé mucho, traté de ayudar a mi equipo con mi mejor juego a pasar la eliminatoria». Y lo logró.
Nació el 16 de noviembre de 1989, por lo que cumplirá, ya iniciada su aventura en España, los 31 años, plena madurez para un jugador que ha pasado por el club de su ciudad natal, el Matanzas, desde donde se marchó al PAOK Thessaloniki para ser bicampeón de Grecia durante dos temporadas, de ahí a Italia, a la Serie A1, con el Pallavolo Molfetta, para cruzar después el Atlántico de nuevo, pero hacia el sur, y jugar en el Obras San Juan Voley de Argentina, regresando al PAOK en la siguiente temporada y acabando en Estonia, en el 'nuevo rico' Saaremaa.
Su salida a PAOK supuso la primera vez que un voleibolista cubano firmaba un contrato profesional con el visto bueno de las autoridades del deporte en la isla, aunque a principios de los noventa, con Gilberto Herrera –seleccionador español en Barcelona'92– en Grecia, hubo jugadores cubanos y a finales de los años 90 astros del voleibol cubano tuvieron una fugaz experiencia en clubes de Italia y Rusia.
En septiembre de 2013, el Gobierno de Raúl Castro aprobó una nueva política salarial para deportistas, autorizándolos a fichar en clubes extranjeros, lo que marcó el regreso de Cuba al profesionalismo, que había sido abolido por su hermano Fidel en 1961. Desde entonces, sólo un puñado de beisbolistas han firmado en clubes de México y Japón.
Su trayectoria de clubes él la describió «como una escuela, que enseña de todo, tanto deportivo como social», si bien su catalogación de estrella mundial la ha conseguido en las más altas cotas de competición internacional, la de selecciones, con su Cuba, desde su debut en Liga Mundial en 2013, pasando por el Campeonato del Mundo y los Juegos Olímpicos. Jiménez consiguió el oro en los Panamericanos de México en 2014 y la plata en el Campeonato NORCECA de 2015 y fue seleccionado mejor sacador del torneo de los Panamericanos de Toronto 2015.
Ahí reside, de hecho, su origen como jugador de voleibol. «En Cuba ponían mucho la Liga Mundial y eso me emocionó y me motivó para jugar al voleibol; pasé antes, claro, por varios deportes como atletismo, kárate o taekwondo, pero me decliné por el voley; al iniciarme, como todo niño, deseé estar en la selección cubana y poco a poco pude llegar, teniendo por el camino varios modelos que fueron los referentes de nuestro equipo nacional».
Siete años más tarde de su debut, dijo sentirse orgulloso de lo dado a su país. «Ha sido hermoso el poder representar a Cuba en todas esas competencias internacionales, es un orgullo para mí, independientemente de que a los JJOO de 2016 fuéramos diezmados por el incidente que sucedió y no pudimos dar la pelea que hubiese deseado». Y es que antes de la cita, el cuerpo técnico fue destituido a causa de la presunta violación de una mujer en Finlandia por varios jugadores. Los entrenadores Rodolfo Sánchez y Pavel Pimienta fueron relevados del equipo a su regreso a La Habana, tras el escándalo y hasta seis jugadores fueron detenidos.
Ahora jugará en la Superliga Española, su próximo objetivo, de la que, en su análisis, señaló que es «una competencia muy exigente, con excelentes equipos y rivalidades». Como no, igualmente está muy atento a la participación europea de Unicaja Costa de Almería, previsiblemente en la Champions, competición que ya conoce. «Siempre motiva poder jugar en la élite europea y da un plus a los equipos que la disputan». Los objetivos ambiciosos bien merecen el mejor apoyo, y por ello hizo un llamamiento a la afición. «Que nos apoye en este viaje que emprenderemos para juntos disfrutar». También observó desde la distancia al grupo que se está formando y se animó más aun. «De veras que a mí me ilusiona trabajar con ellos e ir creciendo juntos en el transcurso de la temporada». No lo pasó bien en cuarentena, «no ha sido lo mejor, he tenido que estar hasta ahora prácticamente lejos de mi familia, sin poder regresar por las fronteras cerradas», las que ahora se abren para que viaje a Almería a brillar como la estrella que es.
Lo hará después de cubrir sin dificultades la etapa de vigilancia epidemiológica orientada al resultar positivo a la Covid-19, en su etapa en el equipo estonio, según informó el Instituto de Medicina del Deporte (IMD) del país caribeño. Todo parece indicar que el voleibolista antillano pudo haberse contagiado luego del partido de la Challenge Cup que su equipo disputó a inicios de marzo contra los italianos de Power Volley Milano, elenco de una de las ciudades más golpeadas por el coronavirus en el país transalpino –ese enfrentamiento se produjo tras eliminar a Unicaja Costa de Almería–. Sólo unos días después de aquel encuentro, cinco jugadores del conjunto italiano fueron reportados con fiebre y el 11 de marzo se conocieron dos positivos a la Covid-19 en el plantel estonio, incluido uno de sus directivos.
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