Evenepoel empaqueta los regalos en Piornal

Enric Mas, que lo intenta y no puede con el Evenepoel, entró a 2 segundos con el cabizbajo Gesink. A 13 llegaron Ayuso, 'Superman', O'Connor, Arensman... Y casi a minuto y medio, Carlos Rodríguez, molido a heridas por una mala caída al inicio de la jornada. Evenepoel tiene dos minutos y 7 segundos de renta sobre Enric Mas para las dos etapas montañosas que restan. El líder, que ha atacado desde el inicio de la Vuelta, demostró en Piornal que sabe manejar la ventaja y rentabilizar las circunstancias de la carrera. Ayuso es el tercero en la general, a 5.14, con 'Superman' a 5.56 y Carlos Rodríguez a 6.49. Así está la prueba tras un día de ciclismo sin bozal.

La subasta de etapas de la Vuelta está llegando a su final. Quedan muy pocas. La de Piornal fue de las más solicitadas. Uno tras otro, decenas de ciclistas levantaron la mano para hacer una oferta. La salida desde la bella plaza de Trujillo fue con el pie en el acelerador. El pueblo de Pizarro. Tierra de conquistadores. Casi todos los ciclistas que sobreviven en esta edición salieron a por el trofeo.

A 50 kilómetros por hora. Y con caídas como la que sacó de la carrera a Jay Vine, ganador de dos etapas y líder de la montaña. En ese lance se golpeó también Carlos Rodríguez, que se raspó toda la espalda y el costado izquierdo, pespunteado de sangre. El ciclismo enseña a latigazos. Lección profunda, como las heridas. El joven andaluz se mantuvo en pie. Va para campeón. Se comprobó en una etapa con tantas ganas de fuga que la escapada salió enorme, de 40 dorsales. Un pelotón. Con 9 minutos de ventaja la etapa parecía suya: de Carapaz, Higuita, Nibali, Carthy, Pinot, Soler, Verona, Navarro, García Pierna, Gotzon Matín, Gesink... Pero no.

Era el día de Extremadura. Gente de tierra adentro que se tiró al mar y colonizó medio mundo. Valientes. De Trujillo era también Orellama, que estuvo con Pizarro en la conquista de Perú, que cruzó los Andes y surcó el Amazonas hasta su desembocadura. Aquella gran aventura. El equipo UAE, el de Juan Ayuso (tercer clasificado), se echó al océano extremeño. Envió a por la fuga a McNulty y Almeida, el sexto en la general a 6 minutos de Evenepoel. Peligroso. McNulty lo dio todo por el portugués.

A Almeida, ya en solitario y en la primera de las tres subidas a Piornal, le esperó Oliveria, que se había descolgado de la fuga. El plan funcionaba. El UAE, bajo la batuta de Joxean Fernández, 'Matxin', sacudía la Vuelta en esta cuesta, llamada la Desesperá. Evenepoel empezó a sudar frío. Su equipo, el Quick Step, corría el riesgo de naufragar a 75 kilómetros del final en plena comarca de la Vera. Pero no se desesperó.

En ese cruce, el líder sacó su temple. Esperó sin ponerse nervioso hasta que le echó una mano el Astana de 'Superman' López, que defendía su candidatura al podio. El equipo kazajo le salvó en un momento clave, cuando al joven belga sólo le resistía un gregario. El pulso entre Almeida y el Astana redujo la ventaja de la fuga masiva. A los escapados, la etapa se les iba de las manos como el agua por un colador. Al paso por el Monasterio de Yuste, donde se jubiló el emperador Carlos I, apenas tenían ya cuatro minutos. La mitad. Y quedaban dos subidas a Piornal.

El UAE elevó la puja. Mandó parar al fugado Soler. El catalán también se puso a servicio de Almeida. El segundo ascenso a Piornal, el más duro, seleccionó por delante la escapada: Gesink, Gesbert, Pinot, Carapaz, Higuita y Carthy. Muchos quilates. A medio camino iban Soler y Almeida. Detrás, Nibali arrastraba a 'Superman' y al resto, incluido el líder, que seguía como espectador. Con todo a favor en un día que pudo haber sido un calvario para él.

La última subida a Piornal, superado el valle del Jerte, dejó a Gesink a solas en la fuga. El Astana cazó a Almeida. Y Enric Mas lanzó la primera de sus cuatro dentelladas. Evenepoel fue su sombra. Lapa. Les cogieron 'Superman', Ayuso, O'Connor, Landa y Carlos Rodríguez, que iba dejando un rastro de sangre. Enric Mas insistió. El líder taponó de nuevo esa arrancada. Y fue él, el belga, quien quiso irse solo. Golpe de autoridad. La cuesta no daba para tanto. Volvieron a juntarse, salvo Carlos Rodríguez, que ya no podía cortar la hemorragia de tiempo perdido. Por cada gota de sangre recibía un aluvión de aplausos. Delante, Mas lo intentó otra vez a dos pasos de la meta. Se llevó como siempre a Evenepoel y, sin querer, colocó un trampolín para que le líder saltara por encima del boquiabierto Gesink y empaquetara en Piornal todos los regalos recibidos.