Alba se hace fuerte ante las adversidades
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Cuando las cosas más se le complicaron sobre el tatami, la joven granadina se hizo con la maña para llegar a convertirse en una de las mejores judocas de EuropaCAROLINA PALMA
Jueves, 6 de febrero 2020, 19:47
En el mundo existen personas que, tras el primer golpe, tiran la toalla con rapidez. Otras, sin embargo, saben encontrar en cada adversidad una mayor fortaleza. La granadina Alba Henares pertenece a este segundo grupo, y así, golpe tras golpe, ha llegado a convertirse en una de las mejores judocas de Europa y España, demostrándolo en repetidas ocasiones.
Para ella, todo comenzó cuando tenía tan solo seis años. Tanto Alba como su hermana, de un año más de edad, acababan de empezar en un nuevo colegio en la capital, donde recientemente se mudaron tras pasar sus primeros años en Iznalloz. Como muchos niños nuevos en la ciudad, las pequeñas Henares fueron pronto objeto de acoso escolar en potencia y, sus padres, en deseo de prevenir cualquier posible situación adversa, decidieron apuntarlas a algún arte marcial que las hiciera diestras en defensa. El elegido fue judo, al ser también el practicado en el colegio al que asistían.
No pasó mucho tiempo antes de que Alba se enamorara del deporte que recientemente había descubierto y, en él, encontró también una segunda casa. Tal fue así que, cuando su entrenadora, Delia Sánchez, decidió cambiar de colegio en el que entrenar a uno más alejado, Alba fue tras ella, sin importar que ya la práctica del deporte no resultara ser tan conveniente como antes. Y volvió a hacerlo cuando al fin su entrenadora dejó la ciudad y marchó a Cúllar Vega, al club de su tío Jorge, que acabó siendo el que terminara de formar a Alba en el arte japonés en el CD Tomoe. Allí fue también donde la joven se encontró con su primer reto, al ser la única chica sobre el tatami.
Al segundo de los mismos se encaró teniendo ya once años, cuando, por primera vez, decidió participar en un Campeonato de Andalucía. Se presentaba a una categoría superior a la que le correspondía, por lo que era la menor de todas las competidoras, con diferencia de un año (como mínimo). Había cometido, además, el error de presentarse en un peso menor al conveniente, y tuvo que añadir a los nervios de la competición la exigente dieta previa. En otras palabras, según ella misma dijo, aquella competición «fue un desastre». Sin embargo, Alba, muy lejos de salir huyendo tras encarar por primera vez el supuesto fracaso, decidió volver con más fuerza. «Comencé a entrenar ya con un objetivo claro, los campeonatos regionales», con los que se hizo por completo dos años más tarde. Desde entonces, no volvió a bajar del podio andaluz en ningún momento, y casi siempre, afincada en el mayor peldaño.
Desde los 13 hasta los 16 se la pasó entre Campeonatos de Andalucía y España y copas por todo lo alto y ancho de la península, acostumbrada siempre a ser una de las mejores, hasta que de repente, por primera vez, cambiaron las tornas. Aquel año, el último como cadete, Alba quedó en el segundo puesto del ranking andaluz y no fue seleccionada para el Open Internacional, que se celebraría meses más tarde en Fuengirola. «Me dio coraje, porque llevaron a chicas que tuvieron el mismo resultado que yo solo por el club al que pertenecían, así que decidí apuntarme por mi cuenta», recuerda. Jorge Sánchez fue el encargado de prepararla y acompañarla en esta ocasión, ya de forma independiente a la andaluza y, Alba Henares, que no se rindió tras hallar la primera puerta cerrada, acabó llevándose su primer oro en una copa internacional. Dicho dato no se le escapó a la selección nacional, que decidió ficharla entre sus filas haciendo que ese año, en el que había perdido aparentemente su puesto en el Campeonato de España como parte de la andaluza, lo recuperara convocada por el equipo nacional y, no contenta que eso, Alba acabó por marcarse un pleno convirtiéndose también en la segunda mejor judoca de España y, tan solo unos meses más tarde, en la tercera de Europa, durante la Copa Europea de La Coruña de 2016.
Desde entonces Alba ha seguido entrenándose en su pasión a la vez que continuaba haciéndose con medallas. Ella afirma que «el judo me ha dado demasiado como para no llegar a formar parte de mi vida en algún momento», así que, sin importar qué pueda llegar a deparar el futuro, la granadina de 22 años está convencida de que siempre dejará un pie sobre el tatami, pues, al fin y al cabo, es allí donde «siempre me he sentido segura. Puedo estar muerta de nervios, o estar viviendo lo que sea, que, cuando apoyo un pie en el tapiz, todo a mi alrededor se desvanece», declara.
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