Aquel advenimiento de Mensah-Bonsu para sacar de la «mierda» al 'Cebé'

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Una mala segunda vuelta, marcada por la enésima grave lesión de Curtis Borchardt, situó a los de Sergio Valdeolmillos en una posición muy delicada ante el epílogo liguero: no depender de sí mismos para una permanencia que pasaba, inexorablemente, por un triunfo ante el poderosísimo Baskonia acompañado de alguna derrota de los rivales directos. Si los rojiverdes ganaban, pero también lo hacían Estudiantes (en León), Valladolid (en Murcia) y Menorca (en casa ante Gran Canaria), el descenso hubiera sido una realidad.

Además, el equipo granadino llegaba en una dinámica horrible, derrotado en la jornada anterior por 118-68 en la cancha del Joventut, precisamente el mismo rival que había cercenado sus opciones coperas meses antes. Así lo admite, sin cortapisas, el pívot argentino 'Juanpi' Gutiérrez, protagonista directo del momento. «Como todo partido así tiene un componente mental muy importante y nosotros estábamos hundidos en la mierda tras la derrota en Badalona».

En la misma línea se expresa su compatriota Nico Gianella, radiografiando una situación de «mucha tensión y nervios, pues el partido era a vida o muerte porque perder era bajar». Tal era el escenario que el técnico Sergio Valdeolmillos decidió tomar una drástica decisión, nada habitual entonces. «Nos sacó de Granada para evitar un poco ese ambiente», recuerda el base. Efectivamente, el equipo se concentró en la Costa del Sol durante varios días. «Hubo muchas reuniones y se preparó todo muy a fondo en ese ambiente nervioso», agrega Gianella, recién retirado del baloncesto profesional a los 43 años.

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Es durante aquel retiro cuando el equipo recibe al ala-pívot británico 'Pops' Mensah-Bonsu como clavo ardiendo al que aferrarse, una vez confirmado que el nigeriano Olumide Oyedeji había sido un fiasco. Y pese a que la primera percepción no fuera la mejor –«no nos impresionó porque no era muy grande y no parecía lo que esperábamos», admite Nico Gianella–, el impacto del inglés fue súbito.

«En el primer entrenamiento ya vimos lo que había: tirabas el balón hacia el aro de cualquier manera y él lo acababa agarrando de alguna forma y la metía para abajo. Fue muy tranquilizador verlo y aumentó nuestra confianza», recuerda el base. De pronto, las caras eran otras. «Nos trajo mucha frescura», agradece aún hoy Gutiérrez.

Revitalizado el 'Cebé', su salida a la cancha ante el Baskonia fue fulgurante (20-3), manteniendo considerables ventajas antes del descanso (40-21) e incluso tras el mismo (64-44). Sin duda, se notó el 'efecto Pops'. «Tuvo muchísimo acierto al inicio, y eso nos dio la opción de creer que podíamos ganar. Fue clave la tranquilidad con la que él afrontó el partido porque nos liberó de la carga mental que traíamos», rememora 'Juanpi'. «Estuvo increíble, su ayuda fue valiosísima y determinante para ganar», agrega su compatriota.

Gutiérrez y Gianella no eran los únicos argentinos sobre la cancha aquel día de mayo de 2008. El escolta Fede Van Lacke había sido otro de los postreros refuerzos rojiverdes, mientras que Pablo Prigioni era quien dirigía la nave de los de Zurbano aquella temporada. De ahí que, lógicamente y pese a la tensión, hubiera alguna broma entre ellos.

«Me dijo que llevaba meses sin fallar apenas tiros libres y que tenía que invitarle a algo porque falló dos, creo», apunta el ex pívot rojiverde desde Buenos Aires ante el 5/7 del cerebral base, hoy seleccionador argentino y futuro NBA entonces. Con todo, «los chistes no pasaron de ahí», recuerda 'Juanpi', pues «el Baskonia era tan competitivo que al final nos metieron los nervios».

Una tensión que llegó a la grada, donde las comunicaciones ardían: Estudiantes había roto el partido pronto a su favor, Menorca se fue a la prórroga ante el 'Granca' y fue en Murcia donde los locales, ya salvados, hicieron el favor remontando al Grupo Capitol Valladolid del recordado Javier Imbroda. Dicho partido acabó además minutos antes que el de Granada, por lo que todo el mundo en el Palacio fue consciente de que el triunfo llevaba a la permanencia en la ACB.

Al final, los granadinos acabaron ganando pese a pedir la hora (89-87) con un Mensah Bonsu imperial (22 puntos y 9 rebotes) para que su leyenda siga hoy grabada en la ciudad pese a solo haber jugado un partido. El 'efecto Pops' fue, ante todo, liberador. «No es que festejáramos demasiado, sino que ganar supuso un alivio porque descender era lo peor que podía pasar», matiza Gianella, nombre grande del baloncesto granadino e implicado en la nueva permanencia del Covirán. «Quiero mandar desde acá la mayor energía posible porque no es una situación agradable y ojalá el final sea feliz». Habla la voz de la experiencia.