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Alejandro Bortolussi, un granadino más en el centro de la ciudad. Pepe Marín
El sueño del pibe que se hizo guerrero
'Ale' Bortolussi

El sueño del pibe que se hizo guerrero

El ala-pívot argentino, afincado en Granada tras su retirada el pasado verano, repasa la exitosa carrera que le hizo 'Rey de Copas' en la LEB

José Manuel Puertas

Lunes, 1 de enero 2024

En el universo baloncesto, los campus de tecnificación son eventos especiales que quedan grabados en la retina de los que asisten, tanto por el aprendizaje como por las amistades cultivadas. Y para algunos elegidos puede ser, además, una plataforma de despegue, especialmente si una pizca de suerte acompaña. En el año 2004, en Argentina, Alejandro Bortolussi (Rosario, 28 de julio de 1989) estuvo a punto de ser uno de los tres elegidos para viajar a España junto a una agencia de representación. Sucedió que uno de los escogidos no obtuvo el permiso de sus padres y fue Bortolussi quien tomó su sitio en el avión para probar, durante dos semanas, con tres clubes ACB: Unicaja, Valencia y Caprabo Lleida. Con 15 años recién cumplidos, 'Borto' iniciaba el viaje de su vida. Paradójicamente, fue el invitado de última hora el único que finalmente recibió una oferta desde este lado del charco.

Sería Unicaja Málaga el club interesado en completar la formación de un ser quizá algo temerario entonces. «A los 15 piensas las cosas menos que a los 34, y Unicaja, donde estaban Pepe Sánchez o Walter Herrmann, era cumplir el sueño del pibe, como decimos en Argentina», atestigua hoy, afincado en Granada tras retirarse en verano después de década y media como profesional.

Cinco han sido los clubes que han calado hondo en el alma del rosarino, tipo entregado al bien común y con el que irse a la guerra en el mismo bando. «Málaga fue el lugar donde cumplí mi sueño y donde más estuve», afirma. Logró ser campeón de España júnior, entrenó con el primer equipo a las órdenes de Sergio Scariolo y fraguó amistad con quien fuera su ídolo, su compatriota Pepe Sánchez. «Me apoyó mucho. Pasar de verle en la NBA a estar en su casa fue inolvidable», agradece.

Con la segunda década del siglo XXI, el argentino estuvo tres temporadas en el Breogán de Lugo, en una 'mili' improvisada. «Fue mi primera etapa profesional de verdad, de saber cómo iba esto. Jugar en el Pazo es impactante, es de las aficiones más potentes para lo bueno y para lo malo. Hay mucha presión y te hace crecer mucho», recuerda sobre una ciudad en la que el 'Breo' es religión. El siguiente paso, bajando a LEB Plata, fue Castellón. «Guardo mucho cariño porque me dieron galones y di un paso adelante. Ascendimos a la primera a Oro y luego hicimos un gran año. Vivimos una gran evolución del club», rememora 'Borto', sin «nada más que buenas palabras para Toni Ten», una suerte de Pablo Pin a la castellonense, aunque hoy al frente del Baloncesto Fuenlabrada.

Irrechazable

Ya en 2016, Granada se cruzó por primera vez en la vida de quien hoy es su vecino. «Cuando me llamaron, ni lo dudé. Hay mucha historia de baloncesto y todo el mundo quiere venir, eres un privilegiado si juegas aquí», valora, recordando que «nunca había conectado tanto con una afición» en aquellas cuatro temporadas de «madurez» que permitieron al ala-pívot «apreciar lo que es estar en un club grande y sentirte importante». Bortolussi fue clave en el ascenso a LEB Oro y se quedó a las puertas del salto final. «El grupo que creamos fue espectacular y es que el club cuida mucho al jugador, que solo tiene que pensar en jugar, que es lo más importante, y eso se nota luego en la cancha», apunta.

Tras rozar con la yema de los dedos el ascenso a la Liga Endesa –«hubiera sido la retirada soñada», admite–, 'Borto' dejó con lágrimas Granada para pasar dos temporadas en el Tizona de Burgos, firmando su cuarta Copa LEBPlata y otro ascenso a Oro. «No quería irme, así que para el siguiente paso buscaba algo más personal que deportivo, no quería seguir en Oro sí o sí. El Tizona tiene una afición muy fiel y con Diego Ocampo sufrí mucho pero es de los años que más baloncesto aprendí aunque en algún entrenamiento me hubiera gustado mandarlo por ahí porque no podía con mi alma», sonríe.

La decisión de dejarlo merodeaba por la cabeza de 'Borto' durante el curso pasado, pero una nueva casualidad le llevó a dar el paso. «A dos meses de acabar, mis padres me dijeron que venían a la final. Me habían visto jugar, pero nunca ascender. Era un final de película», desvela. Lo llevó en silencio y, tras rubricar el salto con los castellanos, le dijo a sus padres y su novia, mesa y mantel mediante, que habían visto su último acto. Con todo, el Tizona mostró interés en que siguiera, pero el telón estaba echado. «Lo corté antes de que hubiera oferta. Estuve muy a gusto y era muy difícil decir que no, pero lo tenía claro ya», zanja.

El excapitán del Covirán ha vuelto a Granada, donde trabaja desde septiembre para la Inmobiliaria Cemac Cb, propiedad de otro ilustre rojinegro, Eloy Almazán. Dice estar «muy contento y aprendiendo mucho», tras un cambio radical de hábitos. Ahora, el despertador suena antes. «Te ponen un entreno doble y piensas que el entrenador está loco, pero ahora veo que esa vida era muy buena», asume quien siempre puso «el equipo por delante de lo individual. «Fui un jugador peleón, duro, pero espero que se me recuerde por eso, por partirme la cara cuando hacía falta por mi equipo», comparte. Los buenos aficionados seguro que lo harán.

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