El Covirán carece de líderes anotadores

El cambio de filosofía fue brusco. Pablo Pin optó por una plantilla cuya fisonomía optó de forma clara y rotunda por la apuesta defensiva. Así valoró la continuidad de jugadores como Jacob Wiley, Elias Valtonen o Jonathan Rousselle, muy capacitados en pista trasera, incluso por Scott Bamforth, un americano capaz de sumar puntos pero que contribuye también atrás. Con ellos y la presencia del capitán Pere Tomàs tenía una base para formar un bloque compacto, al que resultara difícil anotarle.

Y las incorporaciones se dejaron caer con jugadores de corte muy parecida, fichajes que quizá no hayan encontrado el equilibrio deseado. El base Sergi García, experto en el robo de balones, gente trabajadora como Agustín Ubal y Edgar Vicedo, los cumplidores Rubén Guerrero e Iván Aurrecoechea y dos extranjeros algo más ofensivos pero capaces de generar en otras facetas y para el grupo, como Amine Noua y Gian Clavell.

El caso es que, en la jornada seis de la Liga Endesa, la formación nazarí solo contabiliza un triunfo y echa mucho en falta los puntos que llegaban temporadas anteriores a través de Cristiano Felicio, David Kramer, Joe Thomasson, Lluís Costa, Thomas Bropleh, Alex Renfroe... la anotación del Covirán se queda corta en la ACB con una media de 70 puntos insuficiente para competir y ganar partidos.

Y es que la actual configuración ha perdido fuentes anotadores claras, tanto en el exterior como en el interior. Puede que Scott Bamforth sume puntos pero, al margen de su irregularidad, lo hace cuando los partidos ya están resueltos, no en los momentos necesarios o importantes para mantener el marcador y al contrario preocupado. Tampoco Gian Clavell demuestra ser ese penetrador o 'killer' que todas las plantillas de la competición poseen.

Ni siquiera aparece el típico especialista como Thomas Bropleh, que sale para pegarse sus lanzamientos, desatasca y anota aunque juegue poco, con tiros decisivos. Pin no encuentra a nadie de su plantilla, con predominio de perfiles bajos y roles secundarios, que sea capaz de ello. Y por dentro está Amine Noua, pero también se le ve inconstante.

Todo deriva en que el entrenador aboga por reparto de puntos al igual que de minutos, pero en el momento en que hay hombres que, con bastante tiempo en pista, se quedan en cero, dos o cuatro puntos, apaga y vámonos. Y esto lo ha acusado de forma grave el nuevo Covirán en el arranque de la actual campaña.

Es evidente la falta de aprovechamiento en ataque de las virtudes defensivas, de muchas recuperaciones que deberían permitir contras y canastas fáciles, que tampoco se producen porque hay muchos ataques estáticos y en posicional, sin gozar de un penetrador para el uno contra uno determinante y que resuelva, por lo que casi se agotan las posesiones hasta un tiro forzado.

A ello se le unen las famosas desconexiones a las que tanto se refiere el entrenador Pablo Pin, que pide dureza y concentración durante los 40 minutos, lo que supone un gran esfuerzo físico y atlético. «Nosotros somos otro equipo ahora totalmente diferente», aclara Pablo Pin, al que le cuesta explicar por qué el Covirán ante el Bilbao solo respondió a alto nivel en el último cuarto y y en Andorra a partir del descanso. «Tenemos que empezar mejor los partidos, eso está claro. Creo que falta, muchas veces, ese punto de activación, de mentalidad, de concentración,de cuando no te salen bien las cosas te cuesta ser capaz de salir,no voy a decir que entremos en bucle, pero sí que afectan las acciones negativas».

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