El Covirán paga muy caras sus inadmisibles desconexiones

Si flagrante resultó la pasividad de la zaga rojinegra en el primer tanto zaragocista, con apenas 35 segundos de juego, el Covirán no mejoró tal hecho. El sangrante 2-14 con el que los rojinegros arrancaron ante el equipo bilbaíno marcó el devenir del encuentro, como reconoció Pablo Pin posteriormente. Pero, mucho más allá del acierto o no de un equipo u otro, dicho parcial vino marcado por una evidente diferencia en la puesta en escena de ambos contendientes.

En los primeros instantes tras el salto inicial, el Covirán dormitaba mientras los 'hombres de negro', con el cuchillo entre los dientes, volaban en el Zaidín. Especialmente inaceptable resultó la defensa de Amine Noua, al que Pablo Pin no tardó en mandar al banquillo tras dos canastas del belga Thijs de Ridder casi sin oposición del ala-pívot francés. Otro triple de Zoran Dragic, absolutamente libre de marca, mostró que la tarde pintaba mal, por mucho que la entrada en la cancha de Jonathan Rousselle y Edgar Vicedo cambiara algo las tornas al final del primer cuarto.

Una plantilla limitada, como la del Covirán, no puede regalar tanto. Su concentración debe ser máxima si quiere competir, y no fue el caso. Al punto de que, ya en el último cuarto, llegara a haber un tiro libre visitante sin rojinegros al rebote. Lo casi nunca visto, en una imagen que Pin, seguro, reprochará a más de uno esta semana. Y con razón.