![«Es una mierda cuando pierdes, entonces tus números importan poco»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2023/10/03/kc.jpg)
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Con 16'3 puntos de media y un 57% desde el triple, Kwan Cheatham está siendo la mayor amenaza de un Covirán paradójico, con mejores sensaciones que resultados.
–¿Cómo se sienten?El equipo gusta por momentos, pero tres derrotas ya.
–Sí, estamos jugando un baloncesto atractivo, entretenido. El entrenador nos pide que juguemos rápido, que siempre que alguien tenga opción de lanzar, que lo haga, sea en los primeros segundos o en los últimos del ataque. Es jodido llevar tres derrotas en partidos en los que hemos ido por delante en el último cuarto. Pero lo entendemos, sabemos que en esta liga cualquier equipo te ataca a la mínima que cometes un fallo y que eso puede hacer que en dos o tres minutos se le dé la vuelta al partido. Es complicado, pero aún es muy pronto y queda mucho por recorrer. Tenemos que seguir juntos y mejorar cada semana.
–Pablo Pin pone el foco en las pérdidas y en esos 'pequeños detalles'. ¿Qué está pasando?
–A ver, nadie quiere perder un balón, claro, así que creo que es algo que tiene partir de los entrenamientos. Desde niño te dicen que como se entrena se juega y esta semana tenemos tiempo para trabajar sobre ello. En cuanto a esos detalles, creo que tenemos que aumentar el nivel de concentración como equipo, ser conscientes de que cuando cometemos errores el rival nos anota fácil. Creo que nos toca ver mucho vídeo, aprender qué podemos hacer mejor y tratar de evitar esas pérdidas.
–Otra carencia es la defensa del bloqueo y continuación. ¿Cómo lo están trabajando?
–De nuevo, creo que es algo que viene con el tiempo. El entrenador nos insiste mucho, tenemos diferentes opciones trabajadas, pero tenemos que mejorar nuestra comunicación en esa faceta y también saber cómo defender el lado fuerte y el lado débil del rival, o al tirador abierto. Creo que todo esto irá mejorando con los entrenamientos, los vídeos, la mejora de los errores. Al fin y al cabo, somos profesionales, lo hemos hecho toda la vida. Tenemos que asumir esos fallos y saber que necesitamos arreglarlos.
–A nivel personal, se le muy fino. En pretemporada no estaba acertado en el triple, pero ha sido empezar lo oficial e inspirarse. ¿Cómo es eso de jugar muy bien pero que su equipo de no gane?
–Es una mierda cuando pierdes, y de hecho tus números importan muy poco. Soy alguien que pone siempre por delante al equipo. Creo que estoy haciendo lo que debo, he venido como alguien que puede abrir el campo jugando como '4' y me están saliendo bien las cosas como esa amenaza desde el exterior. En eso me siento bien pero... son tres derrotas. No me importan las estadísticas, si jugara peor y ganáramos estaría más contento. Sé que en pretemporada no metía, pero aquí todo el mundo sabía que lo puedo hacer y mantuve la confianza. Como digo, ahora nos toca crecer como equipo y creo que lo haremos.
–En ataque tiene un rol particular: toca poco el balón, pero cuando lo hace, está listo.
–Creo que el '4' tiene que tocar el balón, y nosotros tenemos dos '5' muy grandes que continúan muy bien hacia el aro y que atraen atención en la zona generando espacios fuera. Así que ellos pueden anotar abajo o sacar el balón. Yo estoy cómodo con ese rol, me encanta jugar al baloncesto y tirar a canasta. Y sobre todo, amo ayudar a cualquier equipo a ganar. Estoy feliz así.
–El entrenador se quejó tras el partido en Badalona de que usted apenas recibió en los cinco últimos minutos.
–Yo confío en mis compañeros, y es normal que al final del partido busquemos a Felicio en la pintura. Es un jugador dominante y todos confiamos en él, como también en Joe –Thomasson– o en mí si estamos abiertos. Nunca he sido un tío de exigir el balón, si me viene, perfecto. En aquel partido jugamos así y no funcionó. No pasa nada.
–Próximo rival, Baskonia. Exigirá máxima concentración.
–Desde luego. Son un equipo muy rápido, de alto nivel, que anota desde cualquier sitio. Tiene a un tío como Chima Moneke, de enorme intensidad. Nos exigirán al máximo y en todo: rebote, defensa, balance. Son un equipo de Euroliga, muy físico y exigente. Juegan esta semana, será un buen momento para verles y aprender. Pero siempre es divertido jugar con equipos de ese nivel.
–Un californiano que vive en Cincinnati. ¿Cómo empezó todo?
–Nací en California porque mi padre trabajaba en las Fuerzas Aéreas y allí conoció a mi madre. Pero él es de Cincinnati y en 2001 volvimos allí. Y con el baloncesto... empecé a jugar con cuatro años, tengo alguna foto por ahí. Es un deporte que amo. También jugué al fútbol americano, como mi hermano mayor, pero el baloncesto siempre fue el plan A.
–Estudió en la Universidad de Akron, la ciudad de LeBron James y Stephen Curry...
–Mi entrenador en la universidad, Keith Dambrot, fue el de LeBron en el instituto, así que cada verano venía a verse con él y a entrenar. He jugado con él algunas pachangas, sí. Con Curry no, no le conozco.
–A usted lo del baloncesto le va de familia también. Su esposa, Emily Rose Correal, también fue profesional.
–¡Tratamos de no hablar mucho sobre baloncesto! Pero ella jugó siete años como profesional, nos conocimos en Bélgica cuando aún lo era. Intentamos aparcarlo un poco, pero claro, ella es quien mejor me conoce. Ve los partido y me dice:«oye, necesitas hacer esto o aquello mejor». Y eso me encanta, la verdad.
–¿Cómo les va por la ciudad?
–Muy bien. Estoy con mi mujer y mis dos hijos y nos encanta el ambiente tan familiar. Allá donde vayamos la gente nos saluda. Mis hijos están encantados, el tiempo es maravilloso y los aficionados también. A mis hijos les encanta venir a los partidos. Uno va a empezar a jugar a baloncesto pronto aquí también. La verdad es que todo corresponde a lo que me habían dicho de la ciudad.
–Pues sobre eso, ¿qué le hizo venir a Granada?
–Fue uno de los primeros equipos que me quiso de verdad y con interés en ser su primera opción. Siempre quise volver a la ACB, Fuenlabrada tenía derecho de tanteo sobre mí, pero al descender era libre para regresar y ese era mi gran objetivo. A mí mujer le encantó la idea, así que hablé con algunos jugadores, también con el entrenador Pin, sobre cómo me quería usar, cuál sería mi papel para ayudar al equipo. Es un club con grandes aspiraciones, capaz de subir cinco divisiones en diez años y que quiere llegar a Europa algún día. Así que para mí venir, ayudarles a tener éxito, acometer todo eso, me apetecía.
–Y firmó dos años.
–Sí, era una gran oportunidad. Quería volver, y mi mujer lo quería aún más. Cuando supo del interés, enseguida me dijo:«tienes que ir allí». Me apoya mucho, siempre está conmigo, así que era muy bueno estar aquí con ella.
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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