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Prince Ali, practicante de yoga, realiza una baloncestística postura del árbol. Ramón L. Pérez
«La poesía y el yoga me ayudan a expresarme de una forma distinta»
Prince Ali | Alero del Covirán Granada

«La poesía y el yoga me ayudan a expresarme de una forma distinta»

El potente jugador rojinegro analiza su situación en el Covirán y explica sus aspectos más íntimos

Jose Manuel Puertas

Granada

Viernes, 2 de diciembre 2022, 00:32

'El silencio es sexy' para Prince Ali (Nueva York, 11 de agosto de 1996), una especie de peculiar Jekyll y Hyde en clave rojinegra. Tan capaz de reventar el aro con un mate como de escribir poesía o tocar el piano.

–Cuénteme por qué ese nombre, ¿algo que ver con Aladdín?

–No, nada. De joven no me gustaba demasiado, llamaba mucho la atención. Pero luego empecé a cogerle cariño. Desde luego es único y a la gente le gusta.

–Por cómo viste, también recuerda a otro príncipe, el de Bel-Air.

–¡Sí! De hecho viví en Los Ángeles, muy cerca de Bel-Air. Y veía a menudo la serie. Sí, es divertido, me gusta mi nombre.

–Pero nació y creció en el Bronx. ¿Qué significa eso?

–Ser diferente. Vivir en Nueva York ya lo es. Nunca he visto nada igual, y he vivido en varios lugares. La diversidad que hay, con tanta gente en un espacio pequeño. Lo que sea que busques, la tienes. El Bronx me encanta. Allí empezó todo: a jugar en la calle y es donde tengo a mis amigos.

–¿Qué heredó el profesional del juego en los 'playgrounds'?

–Buena pregunta. Creo que tiene más cosas buenas que malas. Hay muchas cuestiones con las que lidiar. Si juegas con el viento soplando, con frío o lluvia e incluso nieve, cuando luego vienes a un pabellón es fácil. Es cálido, el suelo mola… Todo es más fácil. Yo disfruto jugando en la calle, y lo sigo haciendo cada verano más, que en pabellón.

–¿Y los trucos?

–El juego profesional y el callejero evidentemente son muy diferentes. Pero hay cosas que si usas en los 'playgrounds' te pueden ayudar mucho al ser profesional. Te ayuda a formar el carácter.

–Se fue a vivir con su hermano, militar, a Miami.

–Fue muy interesante. Me mudé con él cuando tenía 14 años. En realidad fue algo parecido al resto de mi carrera, porque dejé mi casa pronto y luego de allí me fui a Los Ángeles. Eso lo marcó todo. Luego, como profesional, no me preocupa moverme también para jugar. Así que creo que aquello me ayudó mucho para esta vida lejos de casa. En Noruega, en España, incluso el tiempo que pasé en varios países de África.

–Jugar para UCLA, es...

–(Sonríe) Tiene mucha historia, me encantó jugar y estudiar allí, como la gente que conocí. Fue una pasada. Sabía que era grande, pero hasta que no estuve allí y sobre todo hasta que no me van preguntando siempre por ella allá donde juego, quizá no fui consciente de lo que representa realmente. Jugar en el mismo equipo que algunos de los mejores de la historia es muy reseñable.

–Allí se enfrentó con Luke Maye, él en North Carolina.

–Sí, claro. Le conozco de antes, de hecho. Empezamos a jugar en contra cuando teníamos, quizá, 16 años. Antes de la universidad. Me molaba jugar contra él.

–A él le hizo famoso un tiro contra Kentucky. A usted, un mate.

–Kentucky, tíos… ¡Lo siento!

–¿Tan relevante puede ser una sola jugada para una carrera?

–He aprendido de ser profesional que esto se hace para entretener a la gente. Aquí vienen a ver a Lluís Costa pasar un balón por la espalda, a Prince Ali machacar o a Luke Maye o Thomas Bropleh meter triples. La gente quiere eso, y cuando lo ve, se emociona. Especialmente los niños. Cuando de niño veía esos mates decía '¡Guau, qué locura!', y eso es lo que tiene esto, que la gente se divierte. Así que, cuando hice ese mate, sé que mucha gente se divirtió mucho. Y eso es bueno.

–Salir de UCLA y marcharse a la liga noruega... ¿Es difícil?

–Sí, pero ayuda a crecer. Siendo de UCLA, parte de la elite del mundo del baloncesto, acabas en una liga como la noruega y es chocante. Pero ayuda a entender cómo ser profesional. No importa el reto que tenga delante, voy a hacer lo necesario para dar el siguiente paso en mi carrera. No es tanto lo que en ese momento tienes delante, sino qué puedes hacer para conseguir ser mejor.

–No es fácil abrir la puerta de la ACBsin subir. Usted lo logró.

–Me encantó Palencia. La ciudad y el equipo. Me dieron la oportunidad de ir y jugar bien. Los entrenadores apostaron por mí viniendo de Noruega y luego lo hice bien. Quiero dar las gracias a los aficionados también. Me ayudaron a ser quien soy. Jugué contra Granada dos veces y creo que bien, así que ahora me han dado otra oportunidad. Es difícil apostar por un jugador LEB para la ACB, pero aquí creyeron en mí. Lo agradezco mucho.

–Paso previo y corto por Alemania. ¿Qué pasó allí?

–A veces hay sitios en los que no encajas. No fue nada personal ni con jugadores o entrenadores, simplemente no me encontraba en mi sitio. No estaba muy bien en la ciudad ni sentía que fuera una oportunidad. Por eso me fui.

–¿Y qué tal en Granada?

–Me gusta mucho. Los jugadores, el cuerpo técnico, lo que estamos haciendo. Estamos trabajando duro. La ciudad me gusta también, estoy disfrutando el proceso. He estado en La Alhambra, pero no conozco mucho más aún. Espero tener tiempo de hacerlo…

–¿Cómo recuerda su impactante estreno en Fuenlabrada?

–Fue una locura. Jugábamos un jueves. Llegué el sábado a Granada, entrené y luego me fui a Madrid a arreglar papeles. Volví, y a entrenar. Estaba cansado, no sabía cómo iba a ir. Simplemente salí a jugar… y salió bien.

–¿Siente que le cogieron la matrícula desde entonces, acabando con el factor sorpresa?

–Claro. Yo no había hecho ni pretemporada. Todo lo que se me había visto era en la LEB. No creo que me hubieran visto en Alemania. Desde entonces claro que las cosas han cambiado, me defienden distinto.

–¿Cómo lleva lo de ir lidiando con un contrato temporal?

–Me gusta ese reto, estar en esa tierra de nadie. Como dije, me fui de casa a los catorce y siempre he estado en situaciones temporales. También Palencia era un año, pero temporal. No sabía qué iría después. ¿Aquí me dieron un mes? Pues venga, vamos a jugar a baloncesto y veremos qué pasa. Salgo y juego, soy profesional y sigo trabajando. Disfruto de esto, no es un problema para mí.

–Su contrato acaba a final de este año. ¿Quiere seguir?

–Sí, renové dos meses más. Claro que me gustaría seguir.

–¿Se ha dirigido el club a usted para renovar, especialmente tras la nueva lesión de Todorovic?

–No he escuchado nada por el momento. No lo sé.

–Déjeme preguntarle por lo personal. ¿Se considera un tipo espiritual?

–¡Todos los somos, creo! ¿Qué significa ser espiritual?

–Creo que mira mucho a su interior. Hace yoga, es poeta...

–(Risas) Simplemente disfruto de hacer otras cosas. La poesía me sirve para expresarme de forma distinta. Soy un tío curioso al que le gusta probar cosas.

–¿Así que el silencio es sexy?

–¡Mucho! Es difícil prestar atención a las cosas cuando estás todo el rato hablando. El silencio ayuda a captar detalles. Mire el Palacio de los Deportes vacío. Es hermoso. Si no paramos de hablar, no podemos valorar eso.

–¿Cuánto dedica al yoga?

–Empecé a hacerlo en mi tercer año en UCLA. Lo he dejado a veces, pero en Palencia lo retomé y ahora lo hago a diario.

–¿Le ayuda en la cancha?

–Mucho. A tener los pies en el suelo, a entender lo que hay delante y no pensar más allá. A preocuparme solo de lo que tengo que hacer ahora. Y desde luego, con los estiramientos, mi cuerpo se siente mejor. Hay muchos beneficios.

–¿Cómo fue el viaje a sus raíces?

–Cuando dejé Noruega me fui a Ghana, de abril a septiembre. Es la tierra de mis padres, y había estado siendo muy pequeño. Fueron seis meses muy chulos, viajando, y viviendo de forma humilde. Siendo un tipo normal, no un profesional del baloncesto.

–¿No siempre son normales?

–Sí, pero la gente nos suele mirar, pedirnos una foto... Me gusta y agradezco ese cariño. Pero tengo claro que somos tíos normales. Como usted y yo, somos iguales. Nadie es mejor que otro. Eso es todo.

–¿Para cuándo su primer libro de poesía?

–(resopla). ¡Espero que pronto! Tengo contenido para varios, pero ahora mi mente no está ahí. Estoy centrado en el baloncesto, en lo que está pasando en Granada. Pero, ¿quién sabe? Quizá pronto.

–¿Es un poco Jekyll y Hyde?

–(risas). Un poco. Pero es fácil. Son ámbitos diferentes. En la cancha soy uno. Cuando escribo o hago yoga soy más reservado. Son distintas formas de expresarme. Es fácil, no es ningún problema.

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