
«Siento que soy mejor jugador que cuando estuve en el Betis»
Youssou Ndoye - Jugador del Covirán Granada ·
El 'mirlo rojinegro' ya llegó y, pese a su dubitativo debut, cree estar listo para ganarse el corazón de su nueva aficiónSecciones
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Youssou Ndoye - Jugador del Covirán Granada ·
El 'mirlo rojinegro' ya llegó y, pese a su dubitativo debut, cree estar listo para ganarse el corazón de su nueva aficiónJose Manuel Puertas
Granada
Viernes, 27 de enero 2023, 00:44
«Venga, sin presión», infiere jovial Youssou Ndoye (Dakar, 15 de julio de 1991), cuando se le pide que luzca una suerte de capa de superhéroe en la imagen que ilustra esta entrevista, a modo de atrezo para quien está llamado a ser el salvador de un Covirán azotado por las bajas y tan necesitado de victorias como de un referente en la pintura. Minutos antes, el nuevo techo rojinegro (211 centímetros) apuraba, puntual a su cita, un puñado de anacardos antes de situarse tras dos estufas para huir del helor del Palacio de los Deportes y atender a IDEAL en su primera entrevista en Granada, aún con cierto sinsabor tras el debut ante el Girona de Marc Gasol. Ndoye es, por cierto, el cuarto pívot senegalés en la breve historia del Covirán, tras Maodo Nguirane, Bamba Fall y 'Petit' Niang. No es casualidad que el 'mirlo rojinegro' llegue desde aquellos lares.
–¿Conocía el dato?
–Sí, me lo comentó el entrenador cuando llegué. Parece que se han acostumbrado por aquí a tener un pívot senegalés...
–¡Debe ser el país del mundo con el ratio más alto de pívots por número de habitantes!
–¡Sí, eso creo! (sonríe) Somos un país muy alto en líneas generales y la gran mayoría de jugadores profesionales que han salido de Senegal son pívots.
–Y sin embargo, usted empezó dándole al fútbol...
–Sí, desde pequeño. En Senegal es el deporte más popular. Todos mis amigos jugaban, y aunque yo procedía de una familia de baloncesto, cuando salía acababa jugando. Creo que me enamoré pronto de él.
–¿Era portero, como 'Petit' Niang?
–¡Bueno, es que él es muy malo! (risas). No, yo era delantero.
–Y eso que su madre fue baloncestista profesional.
–Sí, toda esa parte de mi familia jugaba. Varias, como ella, llegaron incluso a la selección nacional. Jugaron el Mundial y ganaron varias Copas de África.
–¿La recuerda jugando?
–No, era muy pequeño. Soy el más joven de la familia así que lamentablemente nunca la vi jugar.
–¿Aprendió de ella algún aspecto del juego?
–Sí, aunque he de decir que más aún de mi tía, su hermana mayor. Me enseñaba cómo jugar y era la que siempre me decía «oye, sé que te gusta más el fútbol, pero vas a ser muy alto para ser futbolista, así que deberías pensar en el baloncesto…». Y así fue como al final consiguió que empezara a jugar.
–Hábleme del proyecto SEED, la academia que le cambió la vida.
–Cuando tenía 13 o 14 años empezaron a forzarme a jugar más al baloncesto, aunque yo no quería realmente, insistía en ser futbolista. Y a los 16 me dijeron que habían encontrado esta academia, en la que podría ir al colegio y además aprender más baloncesto. No era muy buen estudiante, así que me dijeron que era lo mejor para mí irme interno allí. En aquel momento yo ya había empezado a interesarme por el baloncesto, a ver partidos… Recuerdo que veía partidos de Kevin Garnett y Kobe Bryant y me fijaba en cómo jugaban. Y pensé: «¡Venga, vamos a ello, dejadme ser como Kevin Garnett!» (risas). Pasé allí un año.
–Y casi de inmediato, ya estaba en Estados Unidos.
–Después de ese año mejorando mi juego, me seleccionaron para el programa 'Basketball without borders' –Baloncesto sin fronteras– en Sudáfrica, entre los cien mejores proyectos jóvenes de África. Luego tuve la suerte de hacerlo bien allí y ser elegido entre los 24 mejores para jugar el 'All-Star' del evento. Y así me surgió la propuesta para irme a Estados Unidos.
–Así que en un año pasó de apenas jugar a hacer las Américas.
–Fue una locura. La verdad es que creo que no me enteraba muy bien de lo que estaba pasando. Me decían «has sido seleccionado para el 'All-Star'», y yo solo contestaba: «Ah, vale, pues guay, vamos a ello, ja, ja». No asumía lo que estaba viviendo.
–Siguiente parada: Maine. ¡Vaya contraste!
–Buen cambio, sí… Personalmente estaba muy contento. En mi familia había tradición de irnos a estudiar a Francia. Mis hermanos lo habían hecho, pero yo no quería. Yo quería ir a Estados Unidos. Ellos me decían que por qué, pero lo tenía claro. Así que me hizo muy feliz poder ir. Pero claro, cuando llegué a Maine, recuerdo que me desperté tras mi primera noche y solo veía árboles y montañas por todas partes. Y pensé: «Estos no son los Estados Unidos que yo esperaba… ¿dónde están los rascacielos y las luces? ¡Aquí no hay nada de eso!».
–Espero que al menos le gustaran los famosos bogavantes de Maine.
–Sí, por suerte me gustan mucho. Pero bueno, una vez que empecé a entrenar con el equipo, me enseñaron las instalaciones y eso, todo fue bien. Al director del centro, Bruce Lindberg, le encantaba el baloncesto y fue alguien fundamental. Me protegió bajo sus alas y me ayudó muchísimo. Fue muy cercano y me motivó a esforzarme. Me decía que tenía que trabajar duro porque podía ser profesional del baloncesto. Yo no sabía ni de lo que hablaba, «¿Qué es ser un profesional?», le decía. Pero eso me hizo seguir trabajando. Él me enseñó la forma de madurar, de ser yo mismo y de cómo ser un buen jugador.
–Luego pasó por la NCAA antes de hacerse profesional. ¿Francia es su zona confort? Ha jugado allí muchos años.
–Yo no diría eso. Cuando acabé en la NCAA me fui a San Antonio y luego, una vez que salí de Estados Unidos, el primer país en el que estuve fue Francia. Llegué al Bourg, ganamos la segunda división y ascendimos, y durante dos años más lo hicimos muy bien allí. Le cogí el gusto a jugar en Francia y después fui al Nanterre. Más adelante, ya a Sevilla. Jugar en España fue muy divertido para mí.
–Y eso que fue la temporada sin público.
–Sí, fue algo raro, diferente y triste. Recuerdo que cuando empecé a jugar a baloncesto, como el Barça es mi equipo de fútbol, mi sueño siempre fue jugar en Barcelona. ¿Sabe? Nunca decía que quisiera jugar en la NBA, sino que quería venir a España y jugar en Barcelona. Fue divertido poder lograrlo, pero, sinceramente, fue una mierda que no hubiera público, desde luego.
–En aquella campaña en el Betis demostró estar preparado para el nivel ACB.
–Claro. Tengo que decir que mi debut con el Covirán contra Girona fue muy complicado. Después de viajar desde Dakar durante toda una noche, llegué, hice un entrenamiento y medio y ya jugué el partido. No es fácil coger todas las normas, los sistemas… Pero desde luego que siento que puedo volver a jugar al nivel de mi temporada en el Betis. Sinceramente, siento que soy mejor jugador que hace dos temporadas. Seguro. Creo que el resto de la temporada va a ser divertido y que podemos coger una buena racha de victorias y pasarlo bien.
–¿Se siente ya en buena forma para aportar?
–Creo que esta semana completa de entrenamientos me va a ayudar mucho a recuperar un buen estado de forma. Lo más importante ahora es acoplarme al equipo, a los nuevos sistemas y entrenadores y saber bien qué quieren que hagamos. Es difícil llegar a un equipo en mitad de temporada, sobre todo cuando está en una mala racha de resultados, pues eso lo complica todo un poco, pero creo que con un par de semanas de entrenamiento, cuando nos conozcamos mejor, va a ir bien para todos.
–Llaman la atención sus estadísticas en Corea: 7 puntos y 5 rebotes de media.
–Es una buena liga, pero quizá hecha para un tipo de jugador diferente al que soy. Al principio fue bien, jugaba bastante, pero luego empezó a haber cambios. Es una liga en la que los pívots no son demasiados grandes, hay muchos de dos metros justos. Y con un estilo de juego al que tienes que acostumbrarte. Allí hay que ser más egoísta que aquí, quieren que metas muchos puntos. Es muy distinto, casi que te piden más que metas puntos que que el equipo gane.
–¿Se nota ya adaptado?
–Me veo bien. Creo que ese año en Sevilla ayuda. Nunca había estado en Granada, porque esa temporada estaban en la segunda categoría. Pero me gusta el equipo, hay muy buena gente. Me ayuda que esté 'Petit', con el que jugué en el Betis. Conozco a Alex Renfroe, que estaba en Burgos esa campaña. Eso me ayuda, y el resto también me está echando un mano para adaptarnos a esta situación y tratar de sacar algunas victorias.
–¿Le ayudó Niang a decidirse?
–Claro. Tenía varias ofertas, de España y de otros países. De hecho, la de Granada fue la última que tuve, y curiosamente por la que me decidí. Cuando vi que me gustaba la opción de Granada hablé con él antes de decidirme. Me dijo que necesitaban un tío grande (risas). Me ayudó a sentir que yo podía venir a ayudar.
–Se le esperaba como agua de enero. Hay mucha expectación.
–Eso es bueno. Como jugador es a lo que aspiras, no a que no esperen nada de ti, sino a que piensen que puedes ser útil. Y lo que anhelo es que se cumpla, e incluso ir un poco más allá. Con suerte al final de temporada la gente dirá «estamos felices de haberle tenido aquí». Esa es mi meta, sin duda. Y voy a trabajar muy duro para lograrla.
–Entiendo que entre sus planes está jugar la Copa del Mundo del próximo verano con su país.
–Desde luego. En febrero tenemos la última ventana, tres partidos más –ante Sudán del Sur, Túnez y Camerún– para acabar la clasificación. Así que espero que los ganemos todos y podamos clasificarnos por tercera vez consecutiva.
–Si logran el billete, ¿jugar bien en Granada será el salvoconducto para entrar en la lista?
–Sin duda. Ahora mismo el foco está completamente en Granada. En tratar de ganar partidos y tener así un buen final de temporada. Ese es el reto principal que tengo ahora mismo.
–De momento, mañana se enfrenta a uno de los mejores interiores de la competición: Ethan Happ (11'9 puntos y 8'1 rebotes de media hasta la fecha).
–Sí, el martes ya estuvimos viendo los vídeos y desde luego veo que está jugando a gran nivel, haciendo una gran temporada. El de mañana va a ser un partido divertido, desde luego.
–¿En el que siente que empezará a dar ya su mejor nivel en esta etapa?
–Claro que sí. Tengo una reválida y he ganado unos cuantos días más entrenando con el equipo. No hay excusas, está claro.
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María Díaz y Álex Sánchez
Carlos Valdemoros | Granada y Camilo Álvarez | Granada
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