Joe Thomasson quiere ganar en su regreso a Manresa. Pepe Marín
Joe Thomasson

Reivindicativa vuelta a casa del MVP

Tras rayar a gran altura en la última jornada, Joe Thomasson quiere liderar al Covirán hacia otra victoria en el Nou Congost

Sábado, 28 de octubre 2023, 00:05

Es el 12 de abril de 2022, pabellón José María Martín Carpena de Málaga. A 16 segundos del final del segundo partido de los cuartos de final de la Basketball Champions League, Unicaja y Baxi Manresa empatan a 89. Las dos últimas canastas catalanas han ... sido dos triples de Luke Maye y Sylvain Francisco. Por ello, decidir quién será el encargado de asumir el ataque decisivo, no es sencillo. «¿Quién quiere el balón?», pregunta el técnico, Pedro Martínez. «Yo lo quiero», replica ipso facto Sylvain Francisco. «Entrenador, yo», reclama Joe Thomasson. «Ok, Joe, te lo damos a ti», sentencia el entrenador. Unos instantes después, la suspensión del escolta de Dayton, prácticamente sobre la bocina, clasifica a los del Bages para la 'Final Four' de la competición continental.

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«Creo que ese es el mejor recuerdo de mi temporada en Manresa. No era una decisión fácil, y confió en mí. Tras el partido, Pedro Martínez entró en el vestuario y dijo que llevaba más de treinta años entrenando y que aquel era probablemente el equipo favorito de su carrera. Es increíble que alguien así diga eso. Luego se me acercó y me dijo, 'te quiero, Joe', y yo le dije 'yo también te quiero, entrenador'», recuerda el autor de aquella cesta icónica para los manresanos, no a la altura de la de 'Chichi Creus' en 1996 en la Copa del Rey de Murcia, pero muy probablemente entre las cinco más relevantes de la prolija historia del club. Y es que a Joe Thomasson se le eriza la piel pensando en que mañana (12.30 horas) volverá a pisar el Nou Congost, aunque sea como rival. «Fue una de las mejores temporadas de mi vida, y no solo por el baloncesto. Hicimos historia como grupo y con los aficionados. Mi tercer hijo nació allí y una parte de mí se quedó en Manresa para siempre. Pero ya sabe, 'business is business', tengo muchos amigos y ganas de verlos, pero voy a Manresa a por otra victoria. No tengo amigos cuando llego a una cancha. Sea en un partido o un entrenamiento, siempre voy a competir», avisa el estadounidense.

Pedro Martínez

La memoria de Thomasson fluye recordando cómo el Baxi fue el equipo de moda del baloncesto español. «Los entrenamientos eran durísimos, cada día era una batalla para sobrevivir, y eso lo hizo muy especial», asegura, antes de relatar su experiencia global con un Pedro Martínez que este domingo dirigirá su partido número 989 en la Liga ACB. «Es un maestro de la vieja escuela, capaz de sacar lo mejor de sus jugadores. Si no eres un currante o no tienes interés real en mejorar, no puedes jugar para él porque te va a apretar al extremo, hasta que explotes. Pero si crees en ti mismo y quieres ser mejor en el baloncesto y en la vida, si puedes manejar eso que él exige, te hará mejorar», relata. No oculta el actual escolta del Covirán que la relación con el reputado técnico puede ser tensa en ocasiones―–«claro que puede ser a veces difícil tratar con él, incluso en el día a día», admite–, pero insiste, sonriente, en que el pedregoso camino merece la pena. «En mí puso grandes expectativas, porque creía en mí, así que yo no podía llegar a un entrenamiento con un mal lenguaje corporal, o afectado por un mal día. Me decía que era un líder y que tenía apartar todo y centrarme en el equipo», recuerda. Thomasson, tipo de pocos complejos, no tiene reparos en justificar que «cada gran jugador o entrenador tiene algo de cabrón por momentos: piense en Phil Jackson, Pat Riley, Gregg Popovich, Kobe Bryant, Shaquille O'Neal o Michael Jordan. Y así tiene que ser, porque te llevan al límite para que seas mejor». Por eso, tras ello, sentencia sentir «un gran amor por Pedro Martínez».

Thomasson, en su temporada en Manresa ACB/A. Bouzo

El regreso a Manresa del americano le llega en su mejor momento del curso, tras compartir del MVP de la última jornada con Thomas Scrubb, alero canadiense del Obradoiro. «Me siento agradecido por poder jugar a este nivel, pero no satisfecho o feliz aún», advierte sobre sus intenciones en un Nou Congost que conoce muy bien y que exigirá, seguro, concentración máxima al Covirán, mucho más al ser partido en horario matinal. «La clave es estar metidos desde pronto, no solo mañana. Prepararnos miércoles, jueves, viernes, sábado, y saber que va a ser una guerra porque es pequeño, pero desde luego uno de los mejores pabellones en los que he jugado. Aman a su equipo, gritan, animan… Así que hemos tenido que prepararnos muy bien para sacar la victoria mañana», receta.

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Liberación

Los rojinegros llegan con hambre de enlazar una buena racha de triunfos tras estrenarse al fin. La liberación es evidente. «Cuando logras algo por lo que llevas luchando tanto tiempo, desde pretemporada… ¡Es que llevamos ocho semanas trabajando para esto! Así que la sensación es placentera», confirma el de Dayton, convencido más aún de poder mantener el plan inicial del curso. «Las derrotas te hacen dudar, pensar demasiado y hacer que situaciones que deberían ser bastante sencillas acaben convirtiéndose en muy psicológicas. Pero lo cierto es que este equipo se ha estado preparando para esto, para ganar. Hemos competido cada partido, nadie podrá decir que nos han barrido. Sabíamos que éramos capaces, solo teníamos que ajustar la mentalidad y algunos detalles. Yo estoy seguro de que cosas buenas están por venir, de que habrá más victorias si seguimos fijándonos en los pequeños detalles. Podemos competir contra cualquiera en esta liga y seguimos creyendo en nosotros», subraya.

Thomasson sabe que Pablo Pin ha puesto toda la confianza sobre él como punta de lanza del proyecto. Su renovación y varios movimientos más del verano dispararon los ánimos en el entorno del equipo. «¿Pero qué expectativas?», replica molesto el estadounidense al cuestionarle por ello. «La única realidad es que este equipo la temporada pasada se salvó como se salvó», rememora. En todo caso, asegura, el grupo permanece aislado del ruido exterior. «Las expectativas del entorno no importan, están bien porque significan que se cree en nosotros, pero las únicas que importan son las del propio equipo. No podemos darle importancia a algunas críticas externas: ellos no juegan al baloncesto, no están aquí trabajando dos o tres sesiones diarias… Simplemente están detrás de un teclado o en sus redes sociales criticando que las cosas no se hacen como ellos esperaban que se hicieran. Pero yo no permito que eso me afecte», sentencia.

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Quizá por esa dureza mental, está en el camino de mejorar sus porcentajes exteriores. Después de encestar 4 de sus 22 triples en las cuatro primeras jornadas (18'1%), ha crecido hasta un 5 de 8 en las dos últimas (62'5%). Un tema que afronta con la misma gallardía que desprende en la cancha. «Sé que me lo pregunta porque mi porcentaje estaba siendo más bajo de lo normal, pero si se fija en cómo juego en este equipo, tengo mucho el balón, y muchos de mis tiros están siendo sobre la bocina o muy defendidos. Cuantos más tiros muy defendidos haga, más bajos serán los porcentajes. Pero cuando tengo tiros abiertos, como en los últimos partidos, mis porcentajes son muy altos. Tengo confianza en mi tiro, solo tengo que ajustar un poco mi juego e ir más hacia el aro, porque siento que cuando penetro, nadie puede pararme», presume. El escolta es consciente de su peso específico para un Pablo Pin que le entregó en pretemporada las llaves del equipo. «Sé que soy el foco de las defensas rivales, que quieren parar a Thomasson». Mañana, en su vuelta a casa en Manresa, otra prueba más de ello.

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