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Chrisitia Díaz muestra el tatuaje que porta en su antebrazo derecho en recuerdo a su madre. Pepe Marín
La montaña rusa de Christian Díaz
Covirán Granada

La montaña rusa de Christian Díaz

El base grancanario del Covirán regresa a Lugo, donde rindió a gran nivel tres temporadas pero pasó por el peor momento de su vida, sumido una temporada compleja de gestionar por su rol en el equipo rojinegro.

Viernes, 5 de enero 2024, 00:42

Cuando el 13 de abril de 2018, el Río Breogán firmó un anhelado retorno a la ACB después de más de una década, para Christian Díaz la fiesta no era completa. Sabía que venían por delante semanas muy complejas por la enfermedad de su madre, quien de hecho no pudo cumplir el sueño de verle estrenarse en la máxima categoría española. Milagros Rodríguez falleció poco después y al 'pollito' le arrancaron el corazón en, claro, «el peor momento» de su vida.

Qué paradoja aquella coincidencia entre el cielo deportivo y el infierno vital. «Fue muy complicado no poder disfrutar de verdad de lo que había peleado siempre». Una época en la que el canario sintió demasiado frío en Lugo, donde el baloncesto es religión. Para lo bueno, y para lo malo. «No disfrutaba de mi estado mental, y a eso se sumaba toda la presión ambiental que hay allí, así que no disfrutaba», recuerda sobre tal desasosiego. El 'click' llegó mediado diciembre, justo antes de una sorprendente victoria de los lucenses ante el Real Madrid, cuando el insular se 'vació' en una entrevista a la sencilla pregunta de '¿Qué le pasa a Christian Díaz?'. «Lo solté todo y la gente me entendió. Me habían dado mucha caña toda la temporada, pero desde ahí sentí un apoyo especial que me dio tranquilidad y se notó justo contra el Madrid. Entonces empecé a jugar mejor», rememora.

El recuerdo de Milagros permanece indeleble en la mente de su hijo, y también en su piel. Díaz, amante de los tatuajes, tiene grabada en el antebrazo derecho una imagen con su madre en la playa de Las Canteras. La zona de confort a la que viaja antes de cada partido, buscando paz. «Lo miro, le doy un beso y me tranquilizo. Es mi homenaje a la 'viejita' y me ayuda a recordar ese momento tan duro en el que el baloncesto fue una vía de escape. Pero fue muy complicado, porque debutar en ACB sin estar bien mentalmente es difícil, y más en Lugo, que cuando no rindes, no perdonan», expone.

Presión

Fueron tres las campañas del base en la ciudad amurallada, donde el 'Breo' es sagrado. «Es la única ciudad que he conocido en la que el baloncesto es su 'Champions'», lanza sobre una afición que «está al 100% todos los partidos y te hace sentir como un jugador del Madrid: todos te conocen, te saludan o te paran y te dicen si las cosas van bien o mal. No se cortan, para lo bueno y para lo malo. Eso te hace sentir presión a las malas, pero cuando todo va bien, te llevan en volandas», analiza. El 'pollito' conoce perfectamente lo que está pasando ahora en torno a un equipo que marcha en puestos de descenso. «La gente quiere resultados y no llegan. Y vienen de dos muy buenas temporadas», desliza.

En ese escenario, al Covirán le toca viajar al río revuelto lucense el domingo (12.30 horas), buscando dar un zarpazo en la lucha por la permanencia. «Es de esos partidos que miras de reojo, ¿no?», bromea Díaz, que tiene «clarísimo que es un partido muy importante, tanto para ellos como para nosotros». Con todo, como suele ser habitual en él, el canario huye de análisis dramáticos. «Ganando no nos vamos a salvar ni perdiendo vamos a descender», recuerda. Pero es optimista:«Estamos jugando bien, quitando el partido con Tenerife, y tenemos que seguir así. Creo que si hacemos lo nuestro tendremos opciones de ganar», dice.

Difícil

Salvando todas las distancias, tampoco está siendo esta una campaña sencilla esta para el 'combo' rojinegro, en su cuarta temporada en Granada. Empezó en el ostracismo, emergió ante los problemas con Yiftach Ziv para ser hasta MVPde la jornada 10 con su partidazo ante el Morabanc Andorra y ahora, con Lluís Costa y Jonathan Rousselle, probablemente vuelva a tocarle actuar más como '2' que como '1'. Algo que «es complicado», reconoce, porque «son dos posiciones muy diferentes», pero ante lo que intenta «estar lo más concentrado posible, porque no es fácil cambiar tanto y es una montaña rusa que exige concentración absoluta». Eso sí, no oculta que «el principio fue difícil, porque no jugaba nada y me costó asimilarlo ya que no soy alguien conformista. Nunca lo he sido, y quería jugar pero lo que hacía no tenía premio», apunta.

Ahora, parece que con la plantilla al completo al fin en Lugo, Díaz espera «más rotaciones, porque es difícil aguantar toda la temporada con varios jugadores jugando más de 30 minutos, ya que luego vienen las lesiones». El grancanario se deshace en elogios hacia el último en llegar, Jonathan Rousselle. «Muy buen tío, con gran conocimiento del juego y que ha venido con ganas de ayudar desde el minuto uno, por lo que ha tenido impacto inmediato, lo que no es fácil. Pensé que no era un gran defensor pero le tengo todos los días de 'ratilla' y no es así. En ataque genera muchísimo, y luego tiene ese tiro raro, con el que nos reímos mucho, pero efectivo...», sonríe.

El base está convencido de que lo mejor está por llegar. «Cuando no ganábamos al inicio dije que esto sería al revés del año pasado», subraya, positivo. A la montaña rusa del emocional 'pollito' ahora le toca coger velocidad. Y sonreír, que nunca está de más.

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