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En la primavera de 2021, el Morabanc Andorra puso sus ojos en un joven ala-pívot que llevaba dos temporadas dejando retazos de calidad en el ASVELVilleurbanne, uno de los clásicos de la Euroliga. A Francesc Solana, director deportivo, e Ibon Navarro, entrenador del equipo del Principado, les llamó la atención la versatilidad de aquel chaval con capacidad para anotar desde el perímetro, pero también para hacerlo al poste bajo, una acción cada vez más en desuso en el baloncesto moderno. Tanto, como para acabar entregando al francés el puesto de '4' titular del equipo pirenaico.
Fue así como Amine Noua (Lion, 7 de febrero de 1997) dio por primera vez el salto a la exigente Liga Endesa, donde buscaría enseñar que sus buenas trazas como jugador de rotación en Euroliga podían confirmarse con un papel preponderante en un equipo un escalón por debajo. Sin embargo, y pese a alguna actuación brillante –fue MVPen la sexta jornada, con 26 puntos en la victoria andorrana en Badalona–, casi todo le salió mal al galo en el Morabanc. «Creo que las cosas empezaron bien. Empecé a entrar en contacto con Ibon –Navarro– unos tres meses antes de firmar, aún estando en el ASVEL, y las sensaciones con él siempre fueron muy buenas. Cuando llegué al equipo, mi rol me gustó, todo iba bien. Pero empezamos mal, la temporada, muy mal –el Morabanc ganó solo cinco de sus primeros dieciocho partidos– y seguramente se esperaba más consistencia de mí, porque hice algunos partidos buenos, pero tuve muchos altibajos», dibuja el internacional absoluto francés.
El suyo fue un caso más de víctimas de esa jauría de perros que puede ser la competición española, donde no se espera a nadie y un mal inicio puede dilapidar una temporada. «La Liga Endesa es muy complicada, cada partido exige mucho, y mis primeros tres meses diría que fueron irregulares, pero luego todo fue a peor», desliza. «Teníamos muchos jugadores que nunca habían estado en la ACB: yo mismo, Drew Crawford, Codi Miller-McIntyre, muchos, y eso lo hace difícil», lamenta sobre un plantel en el que también estaba Sergi García, hoy su compañero en el vestuario del Covirán.
Pero lo dicho, todo podía ir a peor:justo tras las fiestas navideñas, Noua dio positivo por covid. Desde ese momento, prácticamente entró en barrena. «La infección me dejó hecho polvo y lo pasé realmente mal . Sufrí mucho, recuerdo que en los partidos pretendía jugar rápido, a alto ritmo, pero sencillamente no podía. Y tras la enfermedad volví pronto a jugar, pero creo que eso no fue una gran idea», desgrana. «Y además, luego echaron a Ibon, lo que fue una decisión muy mala, porque es uno de los mejores entrenadores de España y quizá de Europa», critica. Lo cierto es que a partir de ahí, Noua fue una sombra de sí mismo. «Acabé pasándolo mal porque el equipo sufría, y a nivel personal ya no me sentía bien, mi rol había decaído y lo mejor terminó siendo marcharme al final cuando finalmente me llegó una oferta del Estrasburgo». Fue así como, a primeros de abril de 2022, el ala-pívot cerraba, con más pena que gloria, su primera experiencia en la competición española:6'7 puntos y 2'3 rebotes promedió en su etapa pirenaica.
Pese a todo, es capaz de separar el grano de la paja. «Aparte de eso, tengo grandes recuerdos de la Liga Endesa y, en cuanto he tenido la oportunidad de volver, no lo he dudado. Estoy en un equipo sólido y solo quiero ser yo mismo. Eso es todo», asegura Noua, quien busca redención esta temporada en el Covirán Granada tres cursos después del fiasco en los Pirineos.
Por ello, a Amine Noua no le duelen prendas en admitir su determinación para que las cosas le salgan de otra forma en esta, su segunda oportunidad en la Liga Endesa. La espina sigue ahí, clavada y dolorosa, como demuestra al suspirar cuando se le pregunta por sus cuentas pendientes con la competición. «Me encanta estar de vuelta, he echado de menos la ACB. Para mí es la mejor liga de Europa y yo quiero alcanzar lo máximo en mi carrera, así que quiero estar aquí, es una de mis principales metas», agradece. Eso sí, esta vez asegura que le toca hacer ruido: «No quiero volver solo por estar aquí, quiero hacerlo y que se note, tener un rol importante, en un equipo y con un entrenador que confían en mí, que necesitan a alguien que juega como yo. Por eso estoy aquí, y deseando que llegue el inicio de la temporada», avisa.
A los 27 años, el interior lionés busca cambiar en la ciudad de la Alhambra la insípida huella que dejó en España. Lo hará tras sí haber aprovechado ya otra segunda oportunidad. Precisamente, la de jugar en un Covirán con el que ya flirteó durante el curso pasado. Una temporada aún más difícil para él que la que pasó en Andorra. «La empecé en Israel, en el Hapoel Holon, pero cuando pasó comenzó el conflicto allí, rápidamente me tuve que ir», rememora –cabe aclarar que Noua es musulmán practicante–. «Hablé con mi agente para que buscara algo rápido, y salió la opción de irme a Italia, al Derthona, a donde me fui casi sin pensarlo porque mi prioridad absoluta en ese momento era salir de Israel. Sin embargo, allí todo fue un desastre», clama.
Fue entonces cuando el Covirán apareció en su camino por primera vez, estando a punto de cerrar su fichaje. «Hablé con Pablo Pin durante varios días. Me gustaba todo, el papel que me ofrecía y el proyecto. Sabía que Cheatham estaba como jugador principal y en mi posición, pero me gustaba lo que me decía y estaba listo para venir», remarca. Sin embargo, cuando la mente de Noua ya se veía en Granada, se produjo una de esas llamadas irrechazables: al otro, Sarunas Jasikevicius le ofrecía incorporarse al Fenerbahce, 'gallito' europeo y aspirante a lo máximo. «Es un equipo muy grande y no podía decir que no. Pero Granada se quedó en mi cabeza», matiza. «Así que cuando volvieron en verano a por mí tuve claro que era el momento de volver», cierra sobre su incorporación a la entidad rojinegra.
Peligro
Por el momento, las sensaciones que está dejando el francés en la pretemporada ilusionan a la parroquia rojinegra. «Me gusta tanto tirar de fuera como postear, porque lo que pretendo es ser polivalente, ya que creo que cuando un jugador solo hace una cosa, se convierte en peor. Hay que ser un peligro desde cualquier parte de la cancha», enfatiza sobre lo que ya va enseñando a nivel individual. Mientras, respecto a lo colectivo, se muestra optimista, pues le gusta lo que va percibiendo. «Si jugamos como el pasado fin de semana, moviendo el balón y pasándonoslo bien, todos disfrutamos, mejoramos en defensa y yo creo que puedo ser un jugador sólido y que hace muchas cosas en la cancha», valora. Por eso, dice sentirse «bien» en su nuevo equipo, donde «lo más importante será estar juntos, ser un equipo», vaticina.
Una fórmula que ya mostraron los de Pin en el último amistoso ante el UCAMMurcia, subcampeón liguero, al que desbordaron en el Torneo Costa Cálida de Cartagena «siendo muy consistentes en defensa», remarca Noua. «Todos fuimos capaces de ayudarnos los unos a los otros, y esa es la clave», no duda. Mientras, en ataque también aspirar a la coralidad. «No tenemos a nadie que vaya a meter cuarenta puntos, pero todos podemos aportar cosas, y en una liga como esta, en la que cada detalle cuenta, eso será fundamental», entiende.
Al Covirán ya solo le resta un partido preparatorio más –domingo, 13.30 horas en el Estadio de La Juventud y a puerta cerrada frente al La Laguna Tenerife– antes de un salto inicial liguero de máxima exigencia, ni más ni menos que en el Palau Blaugrana ante el remozado Barça de Joan Peñarroya. «Estamos entrenando bien y en buena forma», cuenta. «Lo más importante es que cada uno haga lo que tiene que hacer», expone, poco amigo de inventar la rueda.
Tranquilo
El rostro de Noua se muestra relajado en Granada, como satisfecho por el destino elegido semanas atrás. Hijo de un emigrante marroquí y una francesa hija de argelinos, sabe que esta ciudad le ofrecerá mayores facilidades para sus creencias. «¡Estamos cerca de Marruecos, a donde voy cada verano a Casablanca», bromea inicialmente. «Hay una gran comunidad musulmana y eso me ayuda. Vengo del Fenerbahce, de Estambul, donde he estado muy cómodo desde luego, y aquí es parecido. Me gusta que mi familia y yo estemos a gusto, porque cuando eso pasa, es cuando juego bien», agradece.
En ese sentido, las diferencias entre Granada y Andorra son evidentes para su credo. «Quizá no era el mejor sitio para mí, pero no fue ese el principal problema, porque allí encontré algunos sitios apropiados para mis creencias», previene. «Era mi primera experiencia fuera del ASVEL y de Francia, siendo aún muy joven, y como digo fue quizá que éramos demasiados jugadores nuevos y que hubo muchos cambios durante la temporada, de jugadores y de entrenador», justifica. «En todo caso, creo que ahora soy una mejor persona y más madura que en mi etapa en Andorra», añade, confiado.
Del nuevo ala-pívot del Covirán cuentan que es un ser muy tímido. En la cancha, desde luego, no es de alharacas. «Soy tranquilo, sí. Intento ser un líder a través de mi juego, dándole al equipo cosas buenas», sostiene. «¡No soy como Gian, que habla a todas horas!», sonríe. «Y fuera soy un tío normal, familiar, que se ríe y bromea, pero en la cancha me gusta estar centrado, mentalizado en el juego», aclara.
El galo llega con ambición. «Quiero tener un papel importante, con muchos minutos y ser el jugador principal en mi posición, lo que en equipos de Euroliga es muy complicado. Pero creo que ha llegado el momento de dar un paso adelante, de demostrarle a todo el mundo el tipo de jugador que soy y que puedo ser un líder en la cancha. Sí, si el entrenador me da confianza, puedo hacer muchas cosas y demostrarle a todo el mundo quién es Amine Noua», cierra, con hambre ante su nueva oportunidad.
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