Thomasson ejerce de líder diésel
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El escolta estadounidense tarda en calentarse y da su mayor rendimiento en las segundas partesLa historia de Joe Thomasson es curiosa. Lo es la personal y también la experiencia que disfruta en Granada. Con una vida difícil, en Dayton, jugador de baloncesto salido de la calle, de un humilde barrio estadounidense y convertido en hombre prematuramente, siendo niño y ... tras ser padre a muy temprana edad, Thomasson está curtido con una familia de tres vástagos que le acompañan a todas partes, el mayor incluso a la cancha, donde imita a su progenitor.
Joe fue contratado para cuatro partidos la pasada temporada y, cuando el Covirán tenía pie y medio en la LEB Oro, asumió el balón y el protagonismo en la pista del Real Betis, para minimizar a Montero, pedirle a Costa, Maye y Bropleh que le hicieran aclarados en las últimas jugadas, porque él estaba allí, lo habían llamado, para jugarse las pelotas calientes y asumir la responsabilidad, algo a lo que acostumbra con valentía.
Thomasson se convirtió en ídolo de la afición granadina por un solo partido, el ganado al Betis. Su cotización era alta y parecía fuera de la órbita de los nazaríes, porque sus pretensiones económicas, su calidad o la ausencia de competición europea dificultarían su estancia en Granada. Pero no. Thomasson aceptó la oferta de seguir en Granada, donde priorizó el afecto, el buen trato, el cariño y la atención a su familia, el sentirse cómodo, como le ha pasado a otros muchos jugadores que han elogiado la ciudad hasta el punto de quedarse definitivamente.
Entonces, Joe afrontó la temporada con ambición, para hacer a un Covirán más fuerte, que pudiera aspirar a algo más que la antepenúltima plaza que evita el descenso. En Manresa, su anterior destino español, sorprendió que el escolta de Dayton continuara en el Covirán, como si fuera algo extraño que un jugador de su talento pudiera militar en un club granadino, cuando ya lo hicieron otros ilustres de la NBA, con anillo incluido como Jeff Lamp, Curtis Borchardt, Dave Popson, Joe Inglis, Darvin Ham... la lista es interminable.
El caso es que 'José Tomás', como se le apodó al torero en el ruedo de la Maestranza de San Pablo, se quedó en casa tras ser héroe como en su día lo fuera 'Pops', aquel pívot británico salvador para un solo partido ante el Baskonia y cuyo largo nombre (Nana Papa Yaw Mensha-Bonsu) se resumía así.
Desde las primeras jornadas de la Liga Endesa, Joe Thomasson tomó la batuta, consiguió situarse entre los mejores jugadores de la Liga Endesa, tanto en valoración como en anotación. Hasta cree que podría ser el MVP de la ACB aunque, con el paso del tiempo, los seguidores entendieron que no es Michael Jordan ni podría repetir actuaciones tan brillantes como la de San Pablo ante el Betis.
En la última confrontación frente al Monbus Obradoiro rayó a ese nivel, pero todos sus números (22 puntos y 26 de valoración) y el despliegue del recital se produjo tras el descanso, con 17 de los 22 tantos anotados en la segunda parte. Y esto le ha ocurrido en otras ocasiones. De hecho, en el primer tiempo prácticamente pasó desapercibido. En las segundas partes promedia casi el triple de puntos, de 4 pasa a 11 de media. Esas 'ausencias' han llegado a ser criticadas por algunos seguidores, que pensaban que sería mucho más determinante y constante en su juego.
La conclusión es que se trata de un americano que funciona en plan diésel y que va en los partidos de menos a más, para ofrecer la mejor versión cuando se calienta. También es verdad que ante el Obradoiro fue clave al apechugar con los últimos ataques y el peso ofensivo, pero en otras citas maquilló estadísticas con una aportación menos trascendente, cosa que también le ocurría a Thomas Bropleh.
Pero la diferencia entre ellos es abismal. Thomasson posee otra virtud que va más allá del súper héroe que se pone la capa en el momento de la verdad, es un tipo al que no se le caen los anillos por defender con la garra del más humilde de la plantilla, algo que no abunda en los 'cracks' extranjeros.
Además, fue capaz de rectificar avanzada la liga, cuando se le pidió que no monopolizara tanto el juego y confiara más en sus compañeros. De hecho, no eran buenos sus porcentajes en los lanzamientos al forzar tiros por las ganas y el ansia por agradar y ganar partidos, lo que a la larga llegó con un juego más colectivo, de circulación y pase, siendo capaz de subir el balón y encontrar sus situaciones para sumar puntos, pero también como generador y gran asistente.
A Thomasson nadie le puede negar el empeño que pone y, aunque no es Michael Jordan ni por asomo, nadie lo querría en el equipo contrario. Ese motor diésel, a poco que se caliente, siempre llevará al Covirán a la meta que se proponga.
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