Granada
Viernes, 12 de enero 2024, 00:58
Hay imágenes que quedan grabadas en el recuerdo de una afición y seguro que la de Wayne Tinkle (Milwaukee, Estados Unidos, 26 de enero de 1966) jugando con una máscara en el Palacio de los Deportes lo está para los seguidores del baloncesto granadino. Un ... hecho que empieza el 5 de mayo de 1997 en el recinto del Zaidín. «Ken Bannister –apodado 'El Animal', entonces jugador del Fuenlabrada– me rompió la nariz. Me fui a por él, pero por suerte nos apartaron. Mientras, mi mujer desde la grada grababa en una cinta VHS cómo me iba al vestuario con toda la cara ensangrentada», recuerda desde su despacho el actual entrenador de la Universidad de Oregon State.
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«El médico me puso la nariz en su sitio y me dijo que no podía jugar más. Pero yo me empeñé y le dije que iba a volver a salir. Cuando llegué al banquillo, José Alberto Pesquera me dijo «tranquilo» –lo dice en un macarrónico español–, pues no quería que hiciera ninguna locura. Pero cuando vi que Bannister no había sido descalificado tuve aún más claro que iba a jugar... y acabamos remontando y ganando». Aquella ante el 'Fuenla' es una de las catorce victorias del Covirán Granada de la temporada 1996-97, en la que Tinkle formó una inolvidable tripleta extranjera junto a Richard Scott y Frankie King, crucial en la permanencia de un equipo recién ascendido a la ACB. «Fue una de mis temporadas favoritas en España», añora el pívot, forjado en la vieja escuela y con seis cursos en el país –uno en Murcia y dos en Huesca antes de Granada, y otro más en Valladolid y Cáceres después–. «Nos encantó la ciudad. La cultura, la historia y la ubicación, pero sobre todo su gente», agradece casi tres décadas después quien firmara en sus 34 partidos como rojiverde unos promedios de 16'2 puntos y 9'8 rebotes para aparecer en el libro de oro del baloncesto local. Como rojiverde se llevó incluso una nominación como 'Gigante de la Semana' de la prestigiosa revista 'Gigantes', cuyo recorte aún conserva en casa.
«Tenía un papel importante como veterano», recuerda sobre su rol en el plantel dirigido por José Alberto Pesquera, que contaba con «un buen bloque nacional, con experiencia, y con el que tuvimos muy buena química». Y a nivel personal, no duda en subrayar que se trató de «uno de mis mejores años estadísticamente hablando», aunque su carácter humilde le hace ser agradecido. «Tenía muy buenos jugadores alrededor y eso se lo debo a ellos y al cuerpo técnico», explica que sigue en contacto con Javi Rojas, entonces entrenador ayudante rojiverde. Tinkle valora que aquella fuera una plantilla «estable, sin muchos cambios de jugadores». En definitiva, dice tener «solo buenos recuerdos de un año en el que estuve sano y fui muy feliz».
Sin Korac
Con todo, aquella campaña no fue perfecta para el rudo interior de Wisconsin, descartado por el equipo granadino para su única participación histórica en competición europea. Los de Pesquera alcanzaron los octavos de final de la extinta Copa Korac, cediendo ante el histórico Banco di Roma. Pero los elegidos para el estreno continental –la ACBsí permitía entonces tres extranjeros– fueron Scott y King. «Fue decepcionante porque quería jugar, pero entendí que King y Scott eran dos tíos de mucho nivel. Me permitió tener más tiempo para viajar con la familia, pero desde luego que me hubiera gustado formar parte de ello», bromea. Eso sí, en su nuevo papel empatiza más con el Pesquera de entonces. Ahora me toca tomar muchas decisiones que no son muy populares, y entiendo que se hizo lo mejor para el equipo», zanja.
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Una vez retirado, Tinkle arrancó una carrera como entrenador que le hace estar al frente de los 'Beavers' de Oregon State –antes dirigió a Montana, su alma mater–. «Me va bien, llevo diez años aquí, con algunas temporadas realmente muy buenas, pero habiendo sido las dos últimas bastante complicadas. Estamos en un proceso de reconstrucción, lo que es bueno para mantenerme 'joven'», ironiza sonriente mientras arquea sus cejas hacia un pelo canoso ya en Granada y completamente blanco hoy día.
Atentado
Desde que se marchara del 'Cebé', Tinkle solo ha pisado una vez la ciudad. Fue en 2017, durante una gira de pretemporada con su actual equipo, que le llevó a jugar varios partidos en la geografía nacional, incluyendo uno ante el Multiópticas Baza –47-91 para los 'Beavers'–, entonces en la Liga EBA. El viaje incluyó tres noches en Granada y una visita a la Alhambra, pero el primer recuerdo del estadounidense es más cruento. «Llegamos a España por Barcelona, y teníamos el hotel en Las Ramblas. Coincidió justo con el ataque terrorista del 17 de agosto. Estábamos almorzando y lo vimos todo con nuestros propios ojos. Cancelamos el partido, claro, y luego jugamos en Valencia, Granada y Málaga», relata.
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Desaparición
Por su relación con Javi Rojas, Wayne Tinkle supo de la desaparición de su equipo y de la eclosión del actual. «Estoy feliz porque es una ciudad que merece tener baloncesto de elite, por ella misma y por su tradición», asegura. Además, en un guiño al pasado, expone que le gusta «que el patrocinador sea Covirán», al tiempo que dice que le «encantaría volver algún día a un partido».
Del duelo que seguro que estará atento será del de este domingo (12.30 horas), dada la presencia de su hijo Tres –al que entrenó cuatro temporadas en Oregon State– en el Monbus Obradoiro. Cocinero antes que fraile, Tinkle ejerce de consejero sabio para el ala-pívot del Obra. «Este verano hablamos sobre a dónde iba a ir. Gustavo Aranzana era más tranquilo, pero tuve entrenadores como Pesquera, Moncho Monsalve o Andreu Casadevall que eran muy dramáticos y estaban todo el día diciendo '¡Hostias!' –de pronto, su castellano vuelve a escena– y que habría mensajes que tendría que saber escuchar y gestionar con calma», bromea sobre su experiencia con técnicos españoles y los consejos a su vástago. Eso sí, matiza que «acabé siendo muy amigo de Monsalve y Casadevall, aunque el inicio fuera complicado».
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Hace más de un cuarto de siglo que Wayne Tinkle se partió la cara por Granada, pero seguro que este domingo alguien le recuerda con añoranza al ver al '44' del Obradoiro. Hay motivos.
Solo unas semanas antes de que Wayne Tinkle fichara por el Covirán en el verano de 1996, su hijo Tres veía la luz por primera vez un 3 de junio de 1996. De ese modo, la lactancia del hoy jugador del Monbus Obradoiro tuvo lugar en Granada. «Vivíamos en Maracena, en un lugar muy placentero, una urbanización con un gran patio y muchos edificios. Él no era más que un bebé que tenía unos meses cuando llegamos, pero me acuerdo que nuestras hijas disfrutaron mucho aquel año», cuenta el antiguo pívot rojiverde.
La familia Tinkle lleva el baloncesto en la sangre y el alma. La hija mayor, Joslyn, forma parte del cuerpo técnico de la Universidad de Montana. La mediana, Elle, jugó en la prestigiosa Gonzaga y el menor, Tres, volverá a Granada el domingo para medirse al Covirán con el Monbus Obradoiro.
A sus 27 años y con 2'03 metros, Tres Tinkle es un ala-pívot sin la rocosa presencia física de su padre pero una mayor movilidad, seguramente más adaptada a los tiempos modernos del baloncesto. En 17 partidos con el 'Obra', promedia 9'8 puntos y 4'8 rebotes, con un 31% desde el triple. «Le encanta la vida española, la ciudad, la gente y el equipo, y está en proceso de adaptarse al juego de allí», cuenta a IDEAL su padre desde Corvallis, Oregon, consciente de lo difícil que es el curso del debut en la Liga Endesa. «Le gustaría rendir mejor, cuando jugó en Francia e Italia tenía más responsabilidad en ataque y eso le está costando un poco», admite el hoy entrenador, convencido de que su hijo «puede tirar mejor de tres».
Desde la distancia, y aunque confía en visitar a Tres «a finales de abril», Wayne Tinkle analiza la temporada gallega. «Han tenido lesiones y no ha sido fácil, pero está cómodo en el equipo, muy feliz porque sabe que está en la mejor liga de Europa». Además, el periodo de adaptación a los sistemas de Moncho Fernández suele ser arduo para los nuevos, dada sus complejidad táctica. «Es un gran entrenador, me gusta mucho cómo juega, y cuando entienda mejor cómo Tres puede ayudarles, todo irá mucho mejor», vaticina el exjugador del 'Cebé', conocedor, eso sí, de que su hijo a veces anda, como la película, un poco «lost in translation» con lo que el propio Tres llama en broma el «fuking english» –maldito inglés– del técnico gallego. Wayne sabe bien de lo que habla, pues entrenó a Tres cuatro años en Oregon State. «No fueron fáciles los dos primeros, porque yo era muy exigente, pero acabamos disfrutando ambos», cuenta.
Tres Tinkle pisó Granada por última vez en 2017, de viaje con Oregon State. Paseó por la Alhambra con su padre, que le recordó historias que ahora volverán a la mente del 'maracenero' que amenazará al Covirán el domingo.
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