El juicio a Luis Rubiales afronta esta semana su recta final con la declaración de los últimos testigos, la exposición de la prueba documental y la esperada comparecencia de los acusados, prevista para el martes si no hay retrasos. Luego solo quedará la lectura de los informes de conclusiones de las partes antes de que el juez declare el visto para sentencia. Pero antes de este último empujón, la primera semana del juicio por delitos de agresión sexual y coacciones se centró en la mediática declaración de la denunciante, la futbolista Jennifer Hermoso, y en los interrogatorios a una batería de testigos que, con obligación de decir verdad, aportaron diferentes puntos de vista sobre lo vivido entre los días 20 y 26 de agosto de 2023.
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Un acotado margen temporal que tuvo un inicio, el beso en la boca de Rubiales a Jenni Hermoso en el medallero de la final del Mundial de Sídney, y un final, la suspensión temporal en el cargo del entonces presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF) y la prohibición añadida decretada por la FIFA de acercarse a la jugadora. Estas son las cinco claves de lo que ha deparado hasta ahora la vista oral y las bazas de los cuatro acusados para mantener su inocencia.
Jenni Hermoso corroboró en su declaración que el beso no fue consentido. Se lo hizo saber a sus compañeras de la selección y a su entorno el mismo 20 de agosto y señaló que esta situación tuvo consecuencias en su estado anímico que la impidieron disfrutar del triunfo en el Mundial. «No tengo que estar llorando en una habitación para dar a entender que no me gustó», manifestó. «Sabía que me estaba besando mi jefe y eso no debe ocurrir, me faltó al respeto y fui presionada (para cambiar de opinión)», remachó. Su testimonio también giró en torno a las consecuencias personales que tuvo un acto que ella no buscó. Tuvo que fichar por un equipo mexicano para «protegerme» y contó que la federación le dio la espalda hasta el punto de que la nueva seleccionadora, Montse Tomé, que testifica el lunes, la dejó de convocar pese a ser una fija y la máxima goleadora histórica del combinado nacional.
Las cuatro futbolistas de la selección que testificaron esta semana, Alexia Putellas, Irene Paredes, Misa Rodríguez y Laia Codina, corroboraron la versión del beso «no consentido» a su compañera, las presiones ejercidas por el entorno de Rubiales y la mala situación anímica de Jenni Hermoso por estos hechos. Un estado que se ha convertido para la Fiscalía en un elemento de prueba de las coacciones. «No era ella», «no estaba», «no podía disfrutar», «se sentó y se me puso a llorar», «supe que la estaban presionando» o «algo le habían hecho» son algunas de las frases que sonaron en el juicio. Sí ha quedado en evidencia que el profesional que tenía la FEF al servicio de las jugadoras, Javier López Vallejo, enlace de la FIFA, de nada sirvió. No habló con ninguna de las que han declarado. Sobre las presiones, las testigos manifestaron que vieron a Hermoso salir del vestuario porque Rubiales la reclamaba, luego supieron que se reunió con él en el avión, presenciaron su agobio por la difusión de un comunicado que ella no había redactado y advirtieron que lo pasó mal cuando Rubén Rivera, responsable de marketing de la FEF, insistió en el viaje a Ibiza que hablara con Albert Luque para la investigación interna abierta por la federación.
Rafael Hermoso, hermano de Jenni, y Vitoriano Martín, amigo de la familia, confirmaron la conversación que mantuvieron en el avión de regreso a España con el entonces seleccionador Jorge Vilda. «Me dijo que tuviéramos en cuenta las consecuencias, tanto personales como profesionales, que podría tener para mi hermana» su negativa a apoyar la versión de Rubiales, detalló el primero, confirmando las presuntas coacciones. «Nos comentó que mi hermana ya tenía una edad y que si colaboraba tendría las puertas de la federación abiertas» cuando se retirase. Y añadió que con lo bien que se había portado la federación, con los favores que le habían hecho, «lo mínimo que podía hacer era grabar el vídeo y sacar el comunicado» para salvar la cara de Rubiales. En esa sesión otro testimonio relevante fue el de Rafael del Amo, expresidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino. Señaló que en el avión iba sentado junto a Rubiales, quien le contó lo ocurrido en el estadio. «No me gustó lo que escuché», afirmó Del Amo antes de ratificar la insistencia para que Hermoso recapacitase y «zanjar» el asunto.
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Albert Luque, exdirector de la selección masculina, no salió bien parado en esta primera semana de juicio, sobre todo tras la declaración como testigo de Ana Ecube, amiga de Jenni Hermoso que viajó con las jugadoras a Ibiza y que, «para protegerla», se reunió con el acusado cuando se presentó por sorpresa en el hotel. Esto tuvo lugar después de que Rubén Rivera insistiera «cinco o seis veces», en un entorno «muy hostil», en que Jenni hablara con Luque. Ecube contó que Luque iba de amigo, pero la cosa se torció y le acabó diciendo que «Rubiales paga muy bien los favores» y no les iba a faltar trabajo a ninguna de las dos. Si se quedara en esto, sería un testimonio contra otro. El problema es que después el acusado mandó mensajes «desafortunados», admitió su abogado, contra Hermoso. Se reprodujeron y es probable que se vuelvan a exhibir en la prueba documental. La deseaba lo peor y anunciaba que cuando llegase, a él le alegraría. Con todo, Ecube declaró a preguntas de la defensa que no percibió violencia contra ambas, lo que abre el debate jurídico sobre la consumación o no del delito de coacciones. «Estaban todos muy nerviosos porque si caía Rubiales se iban todos a la calle», aseguró.
La vista oral ha dibujado una federación plegada a los intereses de Rubiales para «frenar el ruido» que había generado el beso a Jenni Hermoso. Incluso el seleccionador actual de la selección masculina, Luis de la Fuente, sin estar aparentemente detrás de esta estrategia, prefirió pasar de puntillas sobre lo ocurrido el 23 de agosto de 2023 en el despacho del entonces presidente. Allí se fraguó una suerte de comité para salir de la crisis institucional. Una reunión en la que estuvieran presentes, entre otros, el jefe de comunicación Pablo García Cuervo, el mismo que testificó que Hermoso es una persona «bastante manipulable e influenciable». La Fiscalía considera que De la Fuente cambió de versión en el juicio porque sí conoció los términos de esa cita en el despacho presidencial, por lo que podría pedir su imputación por falso testimonio. Sin embargo, la versión general de estos testigos tuvo la réplica de Patricia Pérez, jefa de prensa de la selección femenina, quien declaró que sufrió «una encerrona» por parte de la directiva y que Rubiales la instó a mentir sobre el beso en el informe interno que le exculpaba.
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