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Urbano Polo (centro), junto con los jugadores del Sporting y Recreativo, apoyó la iniciativa de Vegas del Genil, en la lucha contra la homofobia y la transfobia en el deporte. R. L. PÉREZ
Padre denunciado en Granada por insultar a un árbitro gay | «Que no vengan al fútbol»

«Que no vengan al fútbol»

Un padre ha sido denunciado por agredir y lanzar insultos homófobos al árbitro Urbano Polo durante un partido de niños de trece años. Un comportamiento que le puede salir muy caro

César Guisado

Granada

Lunes, 18 de noviembre 2019, 15:33

Tarde de fútbol y una instalación, repleta de entrenadores, padres y niños. Jugadores y delegados de los distintos equipos que se disponen a ver el encuentro de la Tercera infantil granadina entre el equipo local, el Cúllar Vega Base, y el Puerto de Motril. Todo acabó torciéndose. Ganaban los culleros 5-1 hasta que los de la costa le dan la vuelta al marcador hasta el 5-6 final.

Durante la remontada, el padre de uno de los jugadores del equipo local pierde los papeles. Comienza a llamar «maricón» y «mariconazo» al árbitro. Nadie le dice que pare. Termina el partido y este sujeto salta al campo de fútbol, continua insultando al árbitro y lo empuja, según manifestó en el acta el colegiado aunque desde el equipo se manifiesta que este punto es «radicalmente falso». Niños y padres gritando. Algunos acusan al árbitro de haber perdido por su culpa. Nadie se plantea otra opción. Era culpa del árbitro y se abalanzaron a por él.

Escoltado

Soportó humillaciones y corrió a resguardarse en el vestuario protegido por el entrenador del Maracena, Javier Mahía, que estaba allí como espectador del partido. Desde allí, llamó a la Policía Local para salir escoltado y además interpuso una denuncia. Pero dice que está «bien», que son momentos «en los que uno lo pasa peor. Pero con los años que llevo de experiencia, uno sabe que quedan personas así en los campos de fútbol y por eso vas preparado». José Luis Urbano Polo, que lleva catorce temporadas metido en esto del arbitraje es un tipo duro. IDEAL le hizo dos reportajes. Uno cuando empezó a pitar; era el árbitro más joven del Colegio de Granada en aquel momento. Otro, cuando contó públicamente que con orgullo había sido el primer colegiado andaluz en declararse abiertamente gay. Pionero, ejemplo de honor y de valentía que desde esta segunda noticia ha tenido que aguantar que 'aficionados' del fútbol base, intenten humillarlo.

«Escuché los insultos de este padre durante buena parte del encuentro», explica, «pero viendo cómo iba el partido y el minuto en el que estábamos, decidí terminar y no darle más importancia. Pito el final y me acerco a ver a un chaval que se había quedado tendido en el terreno de juego y cuando me acerco a él es cuando veo que viene este padre corriendo hacia mí. Llega a mi altura, me pega en el pecho y empieza una y otra vez a insultarme», señala.

El entrenador Javier Mahía, se encontraba entre el público y al ver lo que sucedía decidió saltar al campo para llevarse a Urbano Polo al vestuario. Y probablemente, sino llega a aparecer este técnico, la cosa se hubiera complicado un poco más. Dice el árbitro que «cuando salíamos del terreno de juego hacia los vestuarios, hubo otro padre que me dio dos patadas en las espinillas». Esto es negado por el entrenador del equipo local, Darío Borja, que se encontraba justo detrás llevándose a sus jugadores al vestuario para que no se vieran envueltos en la escena. Según Mahía, otro padre esperaba más adelante, pero consiguió tenerlo a distancia con una mano. «Yo seguí hacia delante hasta que llegué al vestuario», completa el 'trencilla'.

Un mensaje a los padres

Sea como fuere, con distintos puntos de vista desde el epicentro del fragor de los hechos, tiene este árbitro un mensaje no ya para este padre. Para todos. «La gente que no sabe comportarse, ahora que viene el frío, que se quede en casa asando castañas. Y cuando haga calor, que se den un paseo. Pero que no vengan a un campo de fútbol». Porque «si no saben comportarse delante de sus hijos y de los hijos de otros padres, que son todos menores de edad… ¿Qué educación les están dando? Los padres son espejos para sus hijos. Que se queden en casa. Porque los niños van a jugar con menos presión y se lo van a pasar mejor que cuando están ellos. Y los que saben comportarse, que son la gran mayoría, que vayan y animen cuando ganen y cuando pierdan. Que sigan entendiendo que esto es un juego para que se diviertan y que no están aquí para ganar ni para llegar a ningún sitio. Y tienen que comprender todos que igual que el entrenador falla en su táctica, igual que un jugador falla en un pase, el árbitro también tiene permitido fallar. Y nunca, nunca, podría justificar que porque un entrenador se haya equivocado en la táctica, haya que ir a agredirle o a insultarle. Pues lo mismo con un árbitro», subraya. Puedes doblar un junco, pero es muy difícil partirlo. «Yo el próximo partido voy a pitarlo como voy desde hace 14 años, buscando hacerlo mejor siempre, como todo árbitro. Nunca me he quedado en mi casa por no sentirme capacitado para ello. Y menos porque alguien me insulte». El fútbol necesita cientos de árbitros así.

Apertura de expediente y cierre cautelar del campo

Según el Comité de Competición de Granada, dependiente de la Real Federación Andaluza de Fútbol, estos hechos podrían confrontar con el Artículo 31 del reglamento del fútbol andaluz, que los considera de especial gravedad al haber sucedido durante un partido con menores de edad, viéndose estos también involucrados. El equipo, que reconoció todo lo sucedido mediante un escrito y que además a través de su entrenador se disculpó al árbitro inmediatamente tras lo sucedido, se enfrenta ya al cierre de su instalación durante al menos un partido y a una multa económica no menor a los 150 euros. Se trata de un club ejemplar, actual campeón del premio al Juego Limpio, que ha visto manchada esta labor por culpa de quienes no han sabido comportarse en el campo de fútbol.

Un delito de odio conlleva pena de prisión

Para el abogado Mariano Zamora, director de Bufete Legal Granada, nos encontramos ante un caso que puede ser considerado por un juez varios cauces distintos. «Puede tratarse de un delito de odio, o bien de otro tipo de delito, como pudiera ser de trato degradante o contra la integridad moral, por infligir un trato degradante menoscabando gravemente la identidad moral de otra persona», explica. Básicamente la pena sería similar, «si bien los requisitos y circunstancias no serían los mismos». El matiz se encuentra en saber si el denunciado conocía la condición de homosexualidad del árbitro. Si se demuestra, «estamos ante un delito de odio», avisa. Y las penas pueden ser de seis meses a dos años de prisión, además de conllevar una sanción económica.

El club reacciona identificando y expulsando del campo al denunciado

Un testigo de lo sucedido fue Javier Mahía, entrenador en el Maracena, que vio cocerse la 'jugada'. «La remontada estaba vista que se podía dar porque el Cúllar Vega a pesar de ir ganando 5-1 defendía con pocos jugadores», apunta y señalando así un detalle para la remontada del Puerto. Los ánimos ya se habían caldeado. «Hay formas de insultar, pero a mí me cuesta reproducir esa palabra (maricón), término que empleó este señor en varias ocasiones, incluso en alguna de ellas terminándola en el aumentativo 'azo'. Somos gente de fútbol y nos conocemos todos», recalca.

Final del partido. El denunciado saltó al terreno de juego y va a por el árbitro. «Lo zarandea», matiza Mahía «ante la pasividad de las personas que se encontraban en el terreno de juego, incluidas delegados y cuerpo técnico de ambos equipos», afirma. Alrededor hay niños, y jugadores, «que le dicen cosas. Esta situación me empujó a saltar al campo viendo que la integridad del colegiado corría peligro. Sujeté al árbitro por la cintura y lo acompañé hasta el vestuario comentándole que no le iba a pasar nada. Y eso que en el camino hay otro señor que espera al árbitro y le increpa, y al cual también tenemos que apartar», dice.

A partir de aquí, el árbitro llamó a la Policía Local. El técnico del equipo local explica a esta redacción que fue entonces cuando llamó al padre para que diera su versión de los hechos. Aunque Mahía matiza que fueron las fuerzas del orden público quienes instaron al entrenador local para que identificara a ese espectador, que debería conocer tratándose del padre de uno de los jugadores de su equipo. Mientras tanto, el delegado del equipo local, que había sido expulsado por protestar, «seguía manifestando de manera reiterada su disconformidad ante la actuación del colegiado», abunda. Una vez identificado el espectador, «la policía local y yo mismo acompañamos al árbitro a la salida del recinto y hasta su coche particular».

Para los clubes, es imposible controlar cada uno de los elementos que rodean un partido. Desde el cuidado del material hasta las atenciones a sus propios jugadores. No deberían vigilar el comportamiento de los adultos, pero a veces tienen que hacer de policías en las gradas. El Cúllar Vega Base tiene un reglamento muy claro en cuanto a juego limpio. La pasada temporada ganó el premio que la RFAF otorga al club que más acciones merecieron una tarjeta verde.

Es un club modelo. El entrenador Darío Borja acudió inmediatamente a presentar sus disculpas personales y de parte del club, al árbitro. Fue además quien advirtió al posteriormente denunciado que debía presentarse en la instalación para asumir las consecuencias de lo que había hecho. Sin perder de vista a sus jugadores. A veces, hacer más resulta casi imposible.

Mario Cabrera es el director deportivo de esta escuela y avisó nada más conocer los hechos. «Esta persona ya está expulsada de la instalación del Cúllar Vega Base –tanto para los entrenamientos como para los partidos– y hemos acatado la sanción. Pero el niño no tiene por qué pagar por el comportamiento de su padre», explica el responsable. En este equipo, no se trata de ganar o perder. «Antes de empezar la temporada tuve una reunión con mis entrenadores y les dije que lo primero que hay que revalidar es el título de 'fair play'. No les pido resultados en forma de títulos, sino en la formación de nuestros niños y niñas», apunta.

Raquel Molina es la presidenta de la Asociación Gia La Huella y ante lo sucedido reconoce un sentimiento de «impotencia». Cualquier deportista que se vea afectado por un hecho similar, dispone de asociaciones que en Granada pueden orientar en búsqueda de una solución. «Hay asociaciones que dan muy buenos resultados en cuanto al tema deportivos, como Granada Visible, por ejemplo. Algo así se tiene que abordar porque nadie se tiene que ver solo en un caso de estos», enfatiza.

Reconoce Molina que en cuanto a la homofobia en ámbitos donde hay implicados menores es un problema real. Pero no lo crean ellos, sino que lo traen de casa. «Vamos a los colegios a enseñar a los hijos, pero a mí me gustaría poder enseñar a los padres porque los niños sólo hacen lo que ven y oyen en casa. Si los padres no están educados, muchos creen que están exentos de todo. El problema es que el fútbol lo vuelve todo horroroso», apuntilla.

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